Por Verónica Hernández Jacobo*
Supondríamos que todo sujeto nace de familia neurótica, en tanto que cada miembro de la familia se sostiene desde el discurso de la neurosis, somos neuróticos porque siempre estamos en falta, y por lo tanto, demandándole al otro amor, dinero, atención, etc. El neurótico es aquel que siempre acude a la familia para hacer extensible sus demandas, de igual modo para nutrirse un poco de creencias, de un padre y una madre; y porque no de algunas identificaciones que son necesarias para que el circo llamado mundo siga funcionando.
Toda familia nos hereda una novela singular, con actores y guiones para armar nuestras tragedias, algunas edípicas, otras fuera de la regulación del nombre del padre, pero al fin la novela familiar de cada uno. La novela familiar del neurótico comienza con el no, este adverbio, inicia la trama de la novela singular de cada uno, y que la familia provee para que las cosas funcionen, de entrada este tipo de familia otorgó el lenguaje, la crianza y la ley, pero también el no. Este será el largo comienzo de la represión a la que se tiene que hacer acreedora la infancia, el no funciona como límite a las desmesuras de la infancia, pero se tiene que limitar si queremos hacer cumplir la función de crianza.
La familia en lo general, se desarrolla dentro de la intriga, y esto queda argumentado porque no existe una familia ideal, si no que cada familia tiene su propia novela, ello implica que no existan dos familias iguales, ni que la enseñanza de una familia sirva para educar a otra, cada familia es en su singularidad, se pueden tomar algunas generalidades pero siempre se trata de familia en singular.
La novela familiar es la novela de la vida, y como cada novela debe ser distinta para que valga la pena verse, asi se juega cada sujeto en su novela individual, con una trama particular y con desenlaces muchas veces trágicos, asi como el no es importante porque regula los actos infantiles, otro de los elementos al interior de la novela familiar, es el masoquismo del orden, al cual se somete lo infantil, la orden que le viene del otro algunas veces molesta y sintomatiza al sujeto de lo infantil, pero son ceremonias mínimas como dice Mercedes Minnicelli (2014) para que las cosas mas o menos funcionen.
Sin embargo, la orden queda registrada a nivel psíquico, porque de ahí en adelante, no hará las cosas si no se le ordena, tanto a nivel escolar, como también laboral, siempre estamos esperando la orden del otro para operar o accionar, la voz de mando, tiene una función de don, para que las cosas se hagan, es por eso que la orden que se da en la infancia permite que la sociedad se regule por mandatos, es decir por la ley, nada esta fuera de la orden porque la orden es la ley que regula los actos de la familia, de ahí su importancia.
La orden tiene la finalidad que el otro obedezca, esto implica la funcion de servidumbre que se juega en la orden que se da al otro para que la lleve a cabo, de ahí que existe en nuestra cultura un mandato masoquista al cual todos nos apegamos, ya que como masoquistas esperamos la voz de mando del otro, para que nos someta por nuestro propio bien, y para hacer respetar las reglas de convivencia social, estas ordenes que se instalan mediante la voz, o bien mediante reglamentos, crean la posibilidad de existencia de la civilización.
Es por eso que en la novela familiar se vive una constante tragedia porque la voz de mando atormenta a los miembros de una familia, produciendo grandes malestares y éstos a la vez hacen estallar la convivencia familiar, por ello observamos jóvenes que quieren escapar de la casa de sus padres por que la voz de mando es tan insoportable que prefieren huir de esas escenas de horror a las cuales la familia los somete.
*Doctora en educación.