Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
En una convivencia con mi sobrino Rafael, Historiador de profesión, por alguna razón salió a colación el mariachi. De ahí, la charla derivó hacia diversos aspectos de nuestra historia, nuestra cultura, nuestra tradición; y de cómo una gran parte de los políticos mexicanos solamente se acuerdan de ello en tiempos de elecciones y cuando se pide el apoyo para la difusión y conservación de esos valores, fuera de calendario electoral o patriótico oficial, les importa un comino. Ponía de ejemplo…
—Era un festival Internacional del Mariachi… Pero no cualquier festival… Se trataba de el Festival Internacional del Mariachi organizado por la Secretaría de Turismo y por la oficina de cultura de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Si oyes esto, es lógico suponer que lo iban a apoyar con todo…
—¡Claro, y más si ellos organizaban…!
—Pues lejos de apoyarlo, intentaron bloquear el festival dadas políticas internas malsanas que solamente perjudican lo nuestro… Caray, no han entendido que el mariachi es motivo de admiración en el mundo. Por eso ha sido declarado patrimonio cultural de la humanidad…
—Bueno, es que mira tío… El folclore es algo que…
—Perdón que te interrumpa, hijo… Yo prefiero llamarle música tradicional y no folklore dado que ese es un extranjerismo en primer lugar. En segundo lugar es un neologismo que en Inglaterra surge por ocurrencias de un tipo para nombrar a aquello que el pueblo hace… Esto per se, es implica una intención peyorativa…
A partir de ese momento, la charla comenzó a subir de tono… Mi sobrino argumentaba o intentaba argumentar que habría que aceptar todo y modificar, evolucionar hacia lo que vaya estando de moda. De inmediato le repliqué: “Perdón pero la tradición, por antonomasia, no tiene nada qué ver con la moda…”
Y comenzó a tratar de armar argumentos en torno a su postura que de inmediato se topaban con la pared infranqueable de mis réplicas hasta que terminé por decirle “Perdón, pero eso no me lo puedes decir ni refutar… Yo no he aprendido esto solamente en los libros…
Yo lo he vivido y por lo tanto mi información es de primera mano, no como la tuya que se limita a lo teórico y con todas las dudas que la adolescencia implica…”
De inmediato me arrepentí… Y no… Porque si bien es cierto que ha sido conmigo un joven cariñoso y absolutamente respetuoso, que ha platicado abiertamente conmigo desde su infancia, también es cierto que está en aquella etapa en que al recién egresar de la escuela y al ir descubriendo posturas, enunciados, ideologías etc.
Que resultan novedosos para él, se pierde en adoptar posiciones rígidas intentando acusarme precisamente de rigidez. Pero me dejó una espina intelectual y emocional que le agradezco y por ello me resulta necesario hablar acerca de todo esto.
Por principio, efectivamente el término folklore, surge en Inglaterra por iniciativa individual de alguien que intencionalmente no deseo citar para no darle más medallas que las que le han dado. Éste término se refiere a lo que hace el pueblo, la gente que “no tiene educación”.
De ahí, me parece detestable y detestable también que la Real Academia de la Lengua Española haya acabado por aceptarlo cuando tenemos en nuestro idioma las palabras exactas para referirnos a lo referente a nuestra cultura, tradición y arte mexicanos. Por ello, definitivamente rechazo el término y propongo, como lo he hecho desde hace años, el término Tradición y/o Tradicional.
Vayamos a la definición de un diccionario que por prestigio y sabiduría debe ser consultado y respetado: Diccionario de Sociología del Fondo de Cultura Económica. Aquí nos encontramos con que folklore, se define como lo referente a “mitos, consejas y tradición de las clases populares… los miembros más simples y menos educados o… las masas de cualquier población“.
Este mismo diccionario, define a la tradición como: “Proceso de naturaleza social en la que elementos del patrimonio cultural se transmiten de una a otra generación por medio de contactos de continuidad. Contenido cultural no material así transmitido y que tiene la sanción del prestigio de su antigüedad”.
Muchos años, luché contra la utilización de la palabreja folklore proponiendo el término tradicional. Y es que la tradición representa la transmisión y/o conservación del pensar, del sentir y los valores relacionados con la existencia de un grupo social. Es el aspecto subjetivo de una cultura que se transmite de unos a otros empleando diversas maneras de comunicarlo. Muchas preguntas surgen por añadidura…
Por ejemplo: ¿Cuál sería la diferencia entre tradición y costumbre? Bueno, la tradición es esa manera de pensar y sentir que se transmite de generación en generación. La costumbre es una forma de hacer lo transmitido.
Podría decirse que los sociólogos se dividen en aquellos que apoyan la costumbre como el elemento principal y los que hablan de que la tradición es lo principal para el encuentro de pautas de conductas adecuadas que garanticen la permanencia de una sociedad.
La tradición lleva implícitos muchos elementos que la mantienen como algo de gran valía dentro de las diferentes sociedades o pueblos. Por principio, tal y como lo dicen los grandes filósofos, Tradición es la herencia cultural, esto es la transmisión de creencias y técnicas de una a otra generación. En el dominio de la filosofía el apelar a la tradición implica el reconocimiento de la verdad implícita en la misma.
De este modo, la tradición es una garantía de verdad y a veces la única garantía posible. Filósofos tan importantes y relevantes en la universalidad del conocimiento y la conciencia humana como Aristóteles, hablan de la tradición como una de las herramientas indispensables para conservar la verdad en el conocimiento del ser humano, su cultura, su avance, sus leyes su razón de ser y permanecer.
Ahora bien, otros filósofos como Hegel hablan de la tradición como algo que se mantiene como una corriente viva… “fluye como un poderoso río cuyo caudal va creciendo a medida que se aleja de su punto de origen…” En este sentido, Hegel propone la tradición como algo dinámico y por ende cambiante.
Como “un santuario en el que todas las generaciones humanas han ido colgando, con alegría y gratitud, cuanto les ha sido útil en la vida, lo que han ido arrancando a las profundidades de la naturaleza y del espíritu…” Desde luego, la dinámica es algo inherente a todo… No existe materia ni energía absolutamente estática.
Todo, absolutamente todo está en movimiento continuo, sí. Y la tradición no viene a constituir una excepción, es dinámica en tanto que el hombre, la vida, el universo, la materia y la energía lo son… Sólo que la tradición ha de conservarse para que de ahí se produzca la posible evolución y en caso de que esta última no sea el camino adecuado, regresar a la verdad garantizada que sólo la tradición proporciona. Esto es, la tradición se sustenta en la sanción del prestigio de su antigüedad, es decir tiene que trascender en el tiempo en primera instancia.
De igual manera, va guardando una calidad que se hace mayor y mayormente vigilada para conservarse así lo que trae como consecuencia que los valores culturales en general se enriquezcan a la par; produce una sensación de pertenencia y consecuentemente al devenir del tiempo se convierte en cohesionante grupal y social, lo que por ende le convierte en un factor de importancia definitiva para lograr la identidad y el orgullo nacionalista (que en nuestro México actual tan masacrado hace tanta falta).
El mariachi, uno de los más grandes e importantes representantes de la tradición mexicana en general, es de orígenes inmemoriales… Su comienzo se pierde en la memoria de los antiguos mexicanos… Pero no obstante su gran valor tradicional, siempre ha tenido esa dinámica que le mantiene en evolución constante. Sólo que una de las cuestiones en que deberá ponerse énfasis en esta evolución, es necesariamente la conservación de la calidad o el enaltecimiento de la misma.
Por ello, el desvirtuar musical o literariamente, el disminuir el nivel de calidad de nuestra tradición es por definición faltar a la tradición y decapitar nuestra cultura por desconocimiento de la misma y argumentando la supuesta evolución como justificante del retroceso cultural y tradicional. Por todo lo anterior, rehúso contundentemente el utilizar el aborrecible término folclore como sinónimo de tradicional.
Porque la tradición es absolutamente todo lo que implique el conocimiento, la ciencia, la historia, la cultura, la conducta, aromas, sabores, sentires y pensares de una sociedad y va mucho más allá de la significación de folclore como aquello que los iletrados, los faltos de educación de las masas populares, hacen. Por eso, por no defendernos de neologismos absurdos e improcedentes, algunos jóvenes vienen a aplicar de manera equívoca e insultante terminajos como “la prole” cuando en su ignorancia total tal vez buscaban referirse al proletariado.
Y por último, se hace necesario señalar que al hablar de la tradición y lo imperativo de su conservación impoluta no obstante su atributo dinámico implícito, no lo hago con un afán chambista. Al contrario, para aquellos políticos que estúpidamente consideraron o siguen considerando que ya no debe permanecer la imagen del mariachi, va la conseja: Revisen los reportes de la enorme, inimaginablemente enorme derrama económica que la tradición solamente por el lado de nuestra música deja para México. Piensen (si es que se les da en algún momento), que la laudería, la orfebrería, los derechos autorales, la creatividad que gira en torno a nuestra música tradicional es un gigantesco y redituable fenómeno cultural que asombra al mundo entero y ha llevado a que sea reconocido nuestro mariachi como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
*Cantante, compositor, escritor y pedagogo.