Por Ernesto Ríos Rocha*
¿Qué es Dios? -Le pregunté- pero él me contestó con una pregunta
¿A qué cosa le dedicas mentalmente más tiempo?
Al trabajo –Le dije.
Ese es tu Dios –Contestó – el trabajo. Lo que ocupa tu mente, ese es tu Dios, y los demás Dioses están arrinconados esperando a que los atiendas.
¿Y cuál es el verdadero Dios? –Pregunté.
El amor a los demás, -Dijo- a ese dedícale tu mente. Porque hay muchos Dioses y la palabra Dios no define a nuestro Padre.
En mi pantalla apareció una incógnita más. ¡Describe a nuestro padre! – Le dije – ¡Por favor!
“El altísimo tiene dos brazos los cuales ya conoces. Tiene un corazón, y estarás en él hoy mismo. Tiene una cabeza, la que nunca conocerás ni tú, ni yo, ni nadie jamás. En los brazos está la dualidad que choca saliendo la chispa creadora de la existencia, estos son sus extremidades que trabajaron para la creación.
El corazón es la gran misericordia que nos regala la vida a todos los seres, la gran promotora del amor universal de donde parten los querubines, cupidos y todo tipo de perdón y arrepentimiento de los actos izquierdos. La cabeza es el patrón de todo, la que ordena todos los movimientos astrales del universo y la única que conoce totalmente tiempos y fechas proféticas exactas, las matemáticas, y además decide los cambios en relación al albedrío, conforme al libro de la vida.
¿Has recorrido todo el universo? Pregunté- ¿Cuánto mide?
No hay fronteras – Contestó- Es una sola pieza sin contornos ni límites al igual que la sabiduría. Ahí donde todo empieza también acaba. Es un solo lugar duplicado infinitamente por una maquinaria imaginativa. Es un milímetro reproducido por una visión. Un circulo de círculos, un laberinto de puertas donde estas en el mismo lugar de empiezo y final a su misma vez, producido por una maquinaria de tiempo y espacio que programa tus pantallas. Tu capacidad es ilimitada y la mía también porqué es holográfica, pero yo estoy consciente del poder en el que estoy, por eso soy lo que soy, y tú no estás consciente aun de mí, sino solo de ti; por eso tu información es un nivel más bajo. Pero tus hermanos carnales ni siquiera saben quiénes son y sus pantallas no solo están vacías con carpetas vacías, si no que están apagadas aun siendo inconscientes de todo esto. Yo puedo ver el universo de todos los ángulos y mi Padre está dentro de nosotros y en todos lados.
Señor, alguna vez me dijiste que mi cuerpo es una maquina enorme y compleja, y que mi mente es mi propio universo. ¿Puedes explicarme algo de eso?
Tu cuerpo humano es una nave, un vehículo enorme llenos de habitantes vivientes blancos y rojos como glóbulos celulares energéticos y gérmenes contaminantes, pero al fin todos tripulan tu nave.
De esa nave humana hay un plano o mapa, una planta con laberintos con todo su diagrama y sistema. Puertas, salidas, entradas, túneles y caminos muchos que conducen a cada uno de los órganos; nave adecuada para viajar por el mundo y una mente para viajar por el universo. Al igual que toda máquina científica o mecánica tiene una forma de alimentarse, un tipo de combustible, sistema de aire o respiración, filtros de oxigenación, aceites y grasas, inyectores de alimentos convertidores de toda energía motriz. Sistema de drenaje para desechos, escape de lo quemado y desechado.
Y al igual que todo sistema, requiere mantenimiento, limpieza y descanso que recarga la batería de la otra energía de chispa. Un centro de carga que mantiene activa la caja cerebral para que la mente habite en la nave corporal. Un motor de sonido sonoro que hace tic tac en tiempo 90 – 110 cuando está sano.
Señor, ¿En qué lugar de la nave estamos ahora?
En la garganta. Tú te diriges en un momento al Corazón. Podrás viajar a cualquier parte de tu nave y arreglar mentalmente los desperfectos aunque sean biológicos podrás enviarles mensajes de sanidad. Pero cuando desees viajar rápido deberás dirigirte primero al cerebro o centro de carga y desde la mente viajarás por medio de los energéticos impulsos magnéticos que envía el cerebro a cualquier parte de la nave por los cables o venas conductoras de mensajes. También puedes viajar primero al corazón y de ahí salir disparado al órgano que desees por medio de los cables, venas o túneles que transportan el preciado líquido rojo creado por la energía combustible que consume tu motor propulsado por la succión de aire. Viajas a gran velocidad desde el corazón del sentimiento equilibrado.
Recuerda que todo ser planetario, incluido el humano, tiene un sistema vehículo; aunque la ingeniería exterior física sea diferente, su especie esta adecuada a su ambiente y forma de vida, pero su sistema en todos es semejante. Todo ser planetario tiene 8 vidas; 7 de ellas son un recorrido de 600 a 640 años humanos, 7 vidas para aprender a existir y la octava para las misiones de salvación hermandad. 7 vidas llevándote de cada una el archivo experiencia, y la octava eterna y salvadora, libre de toda nave terrestre. Parte del secreto de la existencia humana será conocer y estudiar cada rincón de tu nave, su funcionamiento, aprendiendo a conducirte en su interior, manejarla, limpiarla, cuidarla, y beneficiarte de ella. Al final, cuando tu sexta nave sea vieja y sus partes estén dañadas, y que ni los trasplantes de nuevas piezas puedan activarla, entonces la abandonarás. Saldrás de ella victorioso y mi Padre te dará una mejor nave, interplanetaria, completamente digital y poderosa, con súper velocidades, invisible a los ojos de los planetarios, de otra dimensión; transporte que gira y gira y aparece en el lugar que la mente desea, un súper aparato tecnológico semejante al del Padre universal, como un platillo giratorio. Recuerda que de antemano mi hermano y yo vivimos en tu nave terrestre y en todas las naves de los mundos planetarios. Satán y yo somos los consejeros, uno a la desobediencia y el otro al amor. Pero tu gran nave interplanetaria sólo la manejas tú y tiene acceso a la eternidad con el Padre.
Gracias Señor y maestro. – Dije.
Por otro lado, ¿Te ha visitado alguien más aparte de mí? Pregunté –
Sí, Henok, padre de Matusalén. Fue raptado al igual que tú cuando ibas caminando con Eliseo y te subieron a mi carro y te trajimos al palacio, inconsciente, y desde entonces te elegí para habitar siempre en tu ojo, desde que te inclinas en tu aposento. Me pusiste el agua en el Jordán y también serás tú quien me acompañe junto con Moisés en mi próximo viaje a tu tierra, tal como lo anunciaste, y ustedes son a los que sacrificarán en público vestidos de silicio al final de esta Era.
¿Quién es poseedor de la felicidad en este momento, para acercarme a él?
La sabiduría. Solo la sabiduría posee la felicidad. Búscala y te dirá la clave.
*Pintor, escritor, narrador y pedagogo.