Por Carlos F. Lavín Figueroa*
En 1531, a solo 10 años de la conquista de Tenochtitlan, se dan las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en ese tiempo, la máxima autoridad en Nueva España era Hernán Cortés; la virgen patrona de su tierra natal -Extremadura España- es una virgen que se encontró enterrada al lado del rio Guadalupe –del árabe «Wad-al-luben», «río escondido” o “rio de lobos”-, por lo que la llamaron “de” Guadalupe y no sólo Guadalupe. Por esta razón se puede pensar que este nombre ya español sería puesto por el conquistador a la ya mexicanísima Virgen.
En 1737 la virgen es declarada patrona de la ciudad de México, en 1747 de toda la Nueva España y después de Filipinas y toda América. En 1772 el ya antiguo Chapitel del Calvario de Cuernavaca que originalmente guardaba a La Santa Cruz -en similitud a otro en Caravaca España-, se consagra a la Virgen y es colocada una escultura de ella donde se aprecian los originales tres colores nacionales verde, blanco y rojo en las alas del ángel; ésta muy cuernavacense imagen es 49 años anterior a la Bandera, pero desde sus apariciones, la imagen ya tenía en las alas del ángel -que la sostiene- los tres colores que después serian símbolo nacional, estos tienen antecedentes en la mitología azteca, que simbolizan de las tres eras anteriores de la vida. La virgen fue estandarte popular durante toda la época colonial por casi trescientos años, y es el primer símbolo de la naciente nación cuando fue enarbolada por la tropa de Hidalgo para dar inicio a la Guerra de Independencia.
Fue hasta 1821 cuando Agustín de Iturbide Aramburu Villaseñor y Arregui (tres de sus apellidos son vascos -su padre nació en el País Vasco y su madre tiene esos orígenes-, crea nuestra Bandera tomando los mismos colores de las alas del ángel de la Guadalupana, a esto se suma que la bandera del País Vasco, muy anterior a la mexicana, es la única de las comunidades autonómicas españolas que tiene también esos colores. La aparición de la virgen es 290 años antes de la creación oficial de la Bandera, por tanto, estas concurrencias son su origen.
En la época en que se crea la Bandera, había en México un guadalupanismo muy extendido, no había hogar que no tuviera una imagen de ella. Hidalgo llevó siempre zurcida en sus ropas una estampa de la Virgen durante la guerra. Morelos era guadalupano, aún se conserva en el frente de lo que fue su casa en Valladolid, hoy Morelia, la escultura de la Virgen que él mandó poner. La organización secreta que apoyó la guerra por la Independencia se llamó “Los Guadalupes”. Durante el primer imperio, Agustín de Iturbide creó la Orden de Guadalupe.
El primer presidente de México José Fernández Félix, antes de serlo cambió su nombre por el de Guadalupe Victoria (victoria, por el triunfo de la Guerra de Independencia). Antonio López de Santa Anna restauró la Orden de Guadalupe. En 1865 Maximiliano 1º de México aparecería en la primera fotografía política mexicana, donde se ve junto con Carlota arrodillados frente a la imagen de la Virgen; por la cual se mexicanizan por mediación de la máxima autoridad en materia de nacionalidad, la Guadalupana.
El reformador Guillermo Prieto le hizo un soneto, Ignacio Manuel Altamirano proclamo “la igualdad ante la Virgen”. Incluso Benito Juárez cuidó que las Leyes de Reforma dictadas por él y que suprimían los fueros del clero, no dañaran el santuario del Tepeyac ni el calendario religioso-emocional de los mexicanos, no tocó sus bienes y mantuvo el 12 de diciembre como fiesta oficial nacional, y puso el nombre de la Virgen a una de sus hijas. La guadalupana estaba ya en los lugares de trabajo, en las cabeceras de las camas, en los pórticos, en las calles, en los caminos, en los transportes, mercados, todo tipo de negocios, hasta en prostíbulos, en luchas cívicas y militares, y después en las tropas de Zapata.
No fue en una sandía, cuyo origen es árabe-egipcio y no mexicano, en la que se inspiraron el General don Mariano Ortiz de la Peña e Iturbide. Las distintas significaciones que se han dado a los colores, además de subjetivas, son muy personales y carecen de antecedentes, más bien se intentó y consiguió ocultar su “origen guadalupano” por cuestiones de separación de autoridades, la civil y la religiosa. El General Mariano Ortiz de la Peña era dueño del lugar donde se hospedó Iturbide en Iguala donde este redactó el Plan de Iguala -hoy Museo de la Bandera-, primer documento que proclama la independencia de México y donde se diseña la Bandera.
Fue don Mariano –nombre en honor de la Virgen María de Guadalupe- quien propuso a Iturbide esos colores, y este los aceptó en razón de ser los mismos que tiene en sus alas el ángel que sustenta la Virgen y los mismos de la bandera del País Vasco tierra de su padre y de sus abuelos maternos. Históricamente las decisiones para diseñar una bandera están ligadas a los simbolismos de cada región o nación.
Nota: Don Mariano tenía ya para entonces –entre otros- una hija de nombre Susana Ortiz de la Peña casada con el abogado José Urbano Lavin Alonso que procreo a Fernando y a Antonio Lavin Ortiz de la Peña, de los que descendemos los Lavin de Cuernavaca.
P.D. hasta el otro sábado.
*Cronista Cuernavaca.