Por Andres Garrido*
La autora es la doctora Oliva Solís Hernández, destacada profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la U.A.Q., que ha brillado en el terreno de la historia de las cosas cotidianas del Estado de Querétaro y en estudios de género.
Tiene perfil PROMEP y del Sistema Nacional de Investigadores, además de que es hija del gran cronista municipal de Colón, Jesús Solís de la Torre.
Mi amiga Oliva Solís Hernández seguramente pertenece a la escuela francesa de Annales al dar voz a los personajes de la historia que no la tienen, a esos anónimos transparentes, piezas de escenografías o telones de fondo, que parece que nunca existieron pero que construyeron la historia de las regiones en lo más importante: la vida cotidiana.
Usa un lenguaje sencillo pero preciso, dirigido al gran público sin sacrificar rigor científico. Bebe de documentos originales sin perder amenidad.
Los autores que ella consultó dicen que los queretanos son indolentes ante la propuesta de cualquier cambio que atente contra el orden establecido. Sí hubo Revolución en Querétaro pero se vivió de manera diferente que en otras regiones del país.
Se apoya Oliva en García Ugarte para explicar esa parte del queretano que parece que tiene atole en las venas al definirnos como “hábiles negociadores, que privilegian el orden y la tranquilidad por encima del desorden y el caos pero que, en condiciones límite, actúan, sobreponiendo siempre los intereses de las clases media y alta para negociar los cambios. Gran capacidad de los queretanos para negociar con el poder en turno”.
Lo que hace a Querétaro sui géneris: “Pareciera que se mantiene ajeno al acontecer nacional, presentándose a sí mismo como un espacio de tranquilidad en medio de la turbulencia, y sin embargo, ha sido Querétaro, históricamente, el sitio donde se han definido los grandes momentos de nuestra historia nacional”.
La manera de acercarse al pasado cambió: ya no más historia generalizadora, ahora hay que utilizar la historia regional y la micro historia, para matizar y ser más específicos. La historia de México no es forzosamente la historia de Querétaro.
Oliva notó el vacío que hay en la historiografía local sobre los componentes sociales y de la vida cotidiana, ya que casi todas las obras, incluyendo las mías, privilegiamos los aspectos políticos y legales.
A Oliva le interesa mostrar lo que hizo la gente común todos los días en un período nada común: lo que pensaron, hicieron, sintieron y vivieron los queretanos y la forma en que enfrentaron las contingencias de la Revolución como fueron la violencia, la carestía, el hambre, las enfermedades, la inseguridad y la forma en que lograron sobrevivir en este contexto.
Utilizó fuentes públicas y privadas para la elaboración de este trabajo pero cuidando la visión parcial de las mismas, tradicionalistas, conservadoras, de las clases altas y medias, como El Heraldo de Navidad y La Sombra de Arteaga.
El pueblo llano no pudo escribir sus impresiones por el índice enorme de analfabetismo. Uno de cada diez queretanos sabían leer y escribir.
Se atreve Oliva Solís a tratar de dar las características de lo que llamamos “Queretanidad” la idea siempre presente de que los queretanos somos distintos y superiores a los demás mexicanos; somos más cultos, más trabajadores, más civilizados, más virtuosos, caritativos, lo que los distingue moralmente de otros paisanos. Son respetuosos del orden, de la legalidad y de la tradición.
Ello nos lleva a preservar un estilo de vida en donde las viejas costumbres y el orden cristiano –concretamente católico- son la regla para medir y evaluar la conducta de otros. También nos sentimos los guardianes no sólo de la tradición sino también de la moral y la alta cultura.
Somos los principales defensores de la patria, del honor y de la división social pues si bien todos somos del mismo barro, “no es lo mismo bacín que jarro”. En suma, define a la queretanidad como una forma de ser de los queretanos.
Estas palabras tan fuertes no son de Oliva ni de este Divo, son simplemente recogidas del alma queretana, sobre todo de lo que piensan de sí mismos los queretanos de las familias de clase alta y media alta. Hago la aclaración porque si no lo hiciera nos tildarían de sencillitos y carismáticos como a los porteños de Buenos Aires.
*Doctor en Derecho y Cronista del Estado de Querétaro.