Por Juan Cervera Sanchís*
LA LECCIÓN DEL CUCHILLO
La cuchara, inexplicablemente, se moría de ciega envidia ante el tenedor y, el tenedor, no podía contener su miserable envidia ante la cuchara.
El cuchillo, más allá de cualquier enfermiza envidia, partía saludablemente el pan de cada día y pelaba las frutas con goloso contento.
LA CASA VACÍA
Cuando retornó a su domicilio, ya a muy altas horas de la noche, como siempre lo hacía, oliendo horriblemente a alcohol y a tabaco, sintió que se volvía loco, pues lo encontró completamente vacío. Su esposa y sus dos hijas pequeñas habían desaparecido y, con ellas, todos los muebles de la casa, con excepción de sus trajes, sus camisas, sus corbatas y sus zapatos. Comenzó a gritar sus nombres: ¡Mónica, el de su mujer, y los de sus hijas: ¡Jacinta!, ¡Marisa!, pero allí no había nadie.¿Qué había ocurrido? ¿Dónde estaban ellas? Desesperado despertó al vecino que le abrió la puerta malhumorado, le preguntó si él sabía algo. Éste, mientras se restregaba los ojos y se ajustaba la pijama,
le dijo:
-Yo sólo vi el camión de la mudanza.
EL GALGO
Su amo, un experto cazador, de aquellos de los que aseguran que donde ponen el ojo ponen la bala, al disparar a la perdiz, que su bonito y astuto galgo había levantado, erró el disparo y le destrozó a éste una de sus patas delanteras.
El pobre galgo, loco de dolor, aullaba con desesperación. El amo no dudó en corregir su error y puso de inmediato su ojo, o mejor dicho, una segunda bala, en la cabeza de su querido galgo que, con los sesos dispersos, dejó de aullar para siempre.
LA ILUSIÓN
Si el presente, tú y yo, aquí y ahora, no somos en realidad, ¡qué paradoja!, más que una ilusión, ¿qué decir del pasado? Y aún más: El futuro, ¿acaso podrá ser algo más que una ilusión? La Creación entera es una ilusión, con el Creador incluido.
EL HOMBRE MÁS RICO DEL MUNDO
Había un hombre que todos consideraban el más rico del mundo y, por ende, el más envidiado.
Era a su vez el más solo y desolado de todos los hombres del mundo, ya que no contaba con un solo amigo. Todos los que se acercaban a él lo hacían en busca de una migaja de su fortuna.
El hombre lo sabía muy bien, por lo que vivía protegido por una infranqueable barrera de seguridad que nada ni nadie podía traspasar, a no ser la muerte, para la que no existe ningún tipo de barreras, por lo que una mañana lo encontraron muerto en su lecho, no de un disparo, no envenenado, no estrangulado por ninguno de sus guardianes, sino por un fulminante infarto al miocardio, que su grupo de médicos de cabecera no pudo prever.
EL SUICIDA
La rama a la que había asido la soga se desgajó y, el suicida, ¡frustrado!, rodó por el suelo pataleando de vida. La muerte, mal humorada, y no menos defraudada, maldijo a la rama, ésta, arañó el aire con una intermitente carcajada.
MAÑANA
Cuando digo mañana desde el hoy, en realidad estoy llorando el ayer. ¿Cuándo es hoy? ¿Cuándo es mañana?
El ayer, tu ayer, que era tan mío, llora y llora sin ti y yo me ahogo en el mañana, ya sin mí, como una dolorida micro lágrima.
LA GOTA DE CAFÉ
Al deshacerse la gota de café en mi lengua mi paladar entró en éxtasis y el cielo de mi boca se abrió de par en par a un universo nuevo, donde la posibilidad de lo edénico adquiría tonos y colores de palpable y jubilosa idealidad.
La gota de café estimuló de tal manera a mi mente que, mi alma renacida, revoló por los alegres cafetales de mi hiperlúcida infancia.
EL ESPEJO ROTO
La navaja del sol entró por la ventana de tu recámara y atravesó el corazón del espejo que, tras una relampagueante agonía, expiró sumergido en un charco de sangre.
Tú, suspendida en el miedo, rompiste a llorar ante el espejo roto y, tu imagen, hecha añicos, se perdió en un loco rayo de sol que quería ser un romántico reflejo de luna.
PAPIRO
La palabra papiro ejerció desde que yo era niño una misteriosa y poderosa atracción sobre mí. Y aún la sigue ejerciendo.
La palabra papiro me remite al pensamiento vivo del antiguo Egipto y, al pronunciarla con secreta devoción, a solas para mí, me siento invadido por una faraónica sensación de glorias pasadas.
La palabra papiro posee una suerte de hechizo irresistible que me permite, al pensarla y susurrarla, cerrar los ojos y descifrar historias de tiempos remotos que embriagan y enriquecen mi alma de vida enamorada y alta y profunda belleza.
EL FANTASMA
Le salió al paso, desafiante, un fantasma. ¿Quién puede enfrentarse a un fantasma y salir victorioso?
Se dio por vencido de antemano al descubrir que aquel fantasma era él mismo, es decir: el reflejo debilitado de su voluntad diluida en el espejo de sus sueños agonizantes.
EL PRISIONERO
…Y si no me puedo escapar de mi mismo, y si soy mi propio carcelero, ¿se puede saber que hago aquí?
LA RUEDA
Estamos ciegos. En esta ciudad estamos ciegos. Rendimos culto a toda clase de falsas deidades y, todavía, a nadie se le ha ocurrido levantarle un monumento a la rueda, quien humildemente y sin jactancia es la que reina en nuestras calles y, nos trae y nos lleva, del alba al ocaso, a nuestros respectivos destinos.
*Poeta y periodista andaluz.