Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
Como siempre, la variada temática en esa mesa sui generis de socráticas y dialécticas charlas en el Davimar, corría deliciosa… Entre la asombrosa capacidad mitómana de Pancho, las sonoras réplicas de el viejo salpicadas de las ocurrencias sorprendentes de chuyito y las artes insuperables de amarranavajas de Toño, la degustación tempranera se convertía en un momento por demás divertido… Esos momentos previos a la grabación, me envolvían en la atmósfera necesaria para introyectar la emoción sinaloense y traducirla al lenguaje de la banda. Grabaría dos canciones emblemáticas de Mocorito y de Sinaloa en general: “Los Caballos Que Corrieron” (con la letra original) y “El Corrido de Mocorito” escrito por José Ángel Espinoza Ferrusquilla. Por la noche, sería el homenaje al autor, evento para el cual mi hermano gato, Mario Arturo, había trabajado arduamente en producción y organización a la par de la producción de la grabación mencionada. Después de muchos ires y venires, después de todas las circunstancias que hacen de Mocorito un lugar mágico aunque no haya sido aún nombrado oficialmente como tal, finalmente, el homenaje a “Ferrusquilla” en el bello patio central del Hotel Mocorito, sería un bello evento aún con todos los avatares del caso… Después de el evento, no podía faltar la opípara cena en el restaurante de Guamúchil. De nueva cuenta, la charla para comentar el evento y poco a poco fuimos cayendo en la temática del arte y la mujer…
—¿Trabajas con modelos…?
—Así es, no es apropiado trabajar la figura humana con fotografía… Se requiere la modelo frente a ti para capturar su dimensión, su corporalidad, su esencia…
—O séa, meramente profesional aunque estén bichis frente a ti… ¿Te la creemos?
—Por supuesto, absolutamente profesional…
—Yo lo avalo, el Maestro es una persona con una ética intachable, por eso me arrepiento de no haberlo presentado a él con Dalí…
—¿Conociste a Dalí, Pancho…?
—Claro, fue mi gran amigo… Yo me he desenvuelto en el ambiente del arte… Ustedes no lo saben, pero yo estudié pintura… Estudié pintura con grandes maestros en Europa…
—¿En serio pintas, Pancho? No conozco ninguna obra tuya…
—No, no pinto, pero estudié pintura por el mero placer de conocer ese mundo… Por eso entiendo lo que dice el Cuervo… El trabajo con la modelo debe mantenerse en la línea profesional únicamente… Aunque claro que en la modelo puede darse un pudor, verdad… Finalmente el estar expuesto a los ojos de un cabrón que ni conoces pues debe de hacerla sentir cohibida en algunos casos pues…
Siguieron preguntas acerca de los colores, de los sitios donde he trabajado la pintura… “¿Dónde te sientes más a gusto pintando, Cuervo, en Europa o aquí… o dónde?” “Es distinto… Los colores del invierno europeo, por ejemplo, son más sutiles, más suaves…” “No hay colores…” “Claro que los hay…” “Espérate, Pancho, no interrumpas…” y desde luego acerca del pudor de la mujer… Y es que no he conocido persona alguna que cuando sabe acerca del trabajo que desarrollamos los pintores con las modelos para pintar desnudos femeninos, no hagan preguntas como “Y ¿No sientes una excitación al verla?” “a poco me vas a decir que no se despierta un deseo…” o las mujeres que comentan “yo no podría… Jamás podría desnudarme así para que me observaran como, como no sé qué ¡ay, no, no podría jamás posar…” Pero… ¿Qué sucede con la situación entre modelo y pintor, entre el artista y la modelo como se le llama…? Es cierto que hay muchas historias acerca de pintores que han tenido amores con sus modelos… Podemos encontrar desde amores platónicos hasta relaciones que podrían calificarse como perversas como en el caso de Diego Rivera quien se involucra en una relación sexual con la hermana de Frida Khalo, su mujer… Pero esos son casos muy particulares. Que la emoción se presenta de manera intensa cuando una mujer posa para un pintor, es cierto, pero lo mismo sucede cuando hay una musa para un poeta o para un compositor… Pero la realidad en la mayoría de los casos es que solamente existe una relación profesional entre ambos.
Ahora bien ¿qué sucede con la modelo, con ese supuesto pudor femenino que siempre existe o debiera existir…? Esa es una pregunta que de manera casi constante me hacen las mujeres que por una u otra razón se enteran de que trabajo con modelos que se desnudan por completo para posarme. Tal vez, deberíamos comenzar por lo que el término pudor significa según nuestro diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Esta prestigiada institución, define pudor, como honestidad, modestia, recato. En este caso hablamos de un término que deriva del latin pudor-oris. Existe una segunda acepción que ya cayó en desuso y nada tiene que ver con la significación con que conocemos la palabra en la actualidad dado que dicha acepción describe pudor como del lat. putor-oris y significa mal olor, hedor. Vayamos entonces con lo referente a la primera definición de pudor. Según los grandes pensadores como Aristóteles y Tomás de Aquino, el pudor es una característica, una virtud del ser humano que se asocia con la vergüenza… El pudor, según otros filósofos, serviría como una forma de protección de la intimidad de los individuos. Desde luego, este pudor se encuentra exacerbado en la mujer y podría decirse que en el hombre existe apenas o tal vez sea mejor decir, de manera distinta a la fémina. Si tomamos en cuenta que desde el punto de vista de los sociólogos y dada la primera definición de pudor, vergüenza se refiere a una actitud emotiva que surge en relación con defectos reales o imaginarios del cuerpo o la conducta, la ropa o la presencia en general, surgiría la pregunta: ¿Para que una modelo pose sin pudor, se requiere entonces que tenga un cuerpo perfecto o sumamente estético? Es decir, al saberse sin defectos o cuando menos sin defectos muy marcados, puede posar sin que el pudor le envuelva, o sea sin tener sensación de vergüenza que le proteja. Desde luego, no faltará quien diga que el pudor es una conducta de prejuicio motivada por las distorsiones sociales de la conducta.
Habría que analizarlo con mayor cuidado. Pero en escritos de ensayos sociológicos de autores tan reputados como Margaret Mead, que son resultado de investigaciones en sociedades verdaderamente primitivas en su manera de vivir en muchos aspectos, se mencionan rasgos de conducta que no pueden calificarse de otra manera que pudorosos.
Más aún, en los documentales que los canales de televisión muestran acerca de habitantes de la tierra que han vivido verdaderamente aislados de la sociedad contemporánea, tales como las tribus de la región del amazonas quienes no obstante estar muy lejos de los prejuicios contemporáneos, muestran (sobre todo el sector femenino) un pudor en su conducta que pareciera hablarnos acerca de ese recato que de manera natural existe en los humanos.
Por lo que respecta al arte, el pudor se ha puesto de manifiesto de diversas maneras. En primer lugar, tendríamos que referirnos a aquellas obras que por pudor social fueron hechas con sus genitales cubiertos por túnicas aún cuando pueda apreciarse una total desnudez. De la misma manera, algunas obras muestran la mano cubriendo la zona púbica con toda la intención que el recato dicta.
En estos casos, claramente podríamos hablar de el pudor como un prejuicio social que impacta directamente sobre la manifestación artística. Pero en el caso del trabajo con modelos es muy distinto, según mi punto de vista. La modelo llega al estudio.
El trabajo a desarrollar por su parte, puede implicar posar para uno o múltiples caballetes. En la escuela de arte, se tiene un templete para la modelo en medio y los caballetes de los estudiantes alrededor. La otra opción, es posar para un solo pintor. En ambos casos, la observación del cuerpo o cuerpos desnudos, se realiza con el fin de plasmar en un lienzo la impresión estética de la figura humana en todo su esplendor. El pintor, generalmente no contempla a la modelo como un posible objeto sexual, lo primordial es la creatividad y por lo tanto, la modelo se cosifica.
Posa la modelo o los modelos, durante aproximadamente veinte minutos más o menos dependiendo de lo complicado y/o cansado de la pose. Luego viene el periodo de descanso por cinco o diez minutos y es menester señalar de manera puntual, que en este periodo, la modelo se pone una bata para cubrirse pudorosamente.
Por otro lado, generalmente las modelos se rehúsan a adoptar poses grotescas o demasiado explícitas a menos que la intención sea plasmar un erotismo abierto y lujurioso como en el caso de las tintas de Klimt, en las que el pudor femenino parecería haber desaparecido. Lo mismo sucede con los trabajos eróticos de Pablo Picasso… Si usted contempla a cualquiera de los dos excelsos artistas, casi seguramente la fantasía le llevará a pensar las más descabelladas posibilidades de conductas sexuales de parte del artista para con su o sus modelos. Pero ni en estos casos en donde a veces es grotesca la pose, existe en primera instancia en el creativo, en el pintor, en el artista, la intención sexual para con la modelo que le posa. El pudor en la modelo y el artista pues, siempre están presentes. Arte y pudor no se contraponen en ningún caso.
*Cantante, compositor, escritor y pedagogo.