Regresando de vacaciones el edificio Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, lució magnífico en su armoniosa arquería de medio punto, la cual fue cuidadosamente diseñada por el Ing. Luis F. Molina en el año de 1895.
Traspasando la reja, el espacioso patio central adoquinado de cantera rosa; limpio por tanta lluvia, nos recibió con una luminosidad que trasparentó nuestra endeble figura.
Subiendo por la escalera de dos entradas con pasamanos de madera nos esperaba el mural “Códice de la Nación Mexicana” del maestro Rolando Arjona Amábilis, artista plástico de gran presencia en Sinaloa; formado según lo pregonaba con orgullo, en el Instituto de Ciencias y Artes de Yucatán, fundado por el Gral. Salvador Alvarado en su significativa presencia en la península.
Después de algunos saludos, los compañeros de labores atendieron los tempraneros requerimientos de unos usuarios que urgieron por algunas actas de nacimiento, que son las más solicitadas, ya que el repositorio de la Serie Registro Civil contiene documentos de fechas extremas de 1860 a 1929, en 2916 libros en su mayoría manuscritos.
Entrada la mañana, al estar revisando la correspondencia, y haciendo el recuento de los resultados del Foro de Consulta “Hacia la Ley General de Archivos”, Región Noroeste, celebrado en la ciudad de Culiacán los días 25 y 26 de Septiembre de este año, me llegó hasta el escritorio la trascripción de una acta de nacimiento del pueblo de San Benito, Mocorito, Sinaloa, del año de 1928.
Revisé el contenido y para mi sorpresa, estaba certificando el trabajo de Refugio López, mi bisabuelo, nacido el 4 de julio de 1859, el cual asumió las funciones de oficial del registro civil el 13 de diciembre de 1903. Para 1928, se desempeñaba como Juez menor en funciones de oficial del registro civil de San Benito.
El acta que asentó en el libro de nacimientos de 30 de enero de ese año, contiene en folios anteriores el nombre del Síndico Municipal del antiguo pueblo de visita de la misión jesuita de Mocorito, Valentín López Valenzuela, mi abuelo, nacido el 21 de mayo de 1892, el cual daba fe del contenido del libro 1032, en el apartado de San Benito, ya que tal volumen contiene documentos de los municipios de Mocorito y Salvador Alvarado.
Agucé la mirada sobre el texto y alcancé a imaginar los rostros de los testigos, que los conocí ya viejos, en ese lugar donde corrieron los caballos el Alazán y el Rocío en 1923; carrera famosa de la cual don Antonio Nakayama hizo un pormenorizado relato en la revista Resumen de 1949.
En efecto como testigos firmaron el acta Vicente Quiñones y Justiniano López, que formaban una unidad familiar de cruces matrimoniales complejos, como en muchos pueblos de la sierra de Sinaloa.
Don Cuco, mi bisabuelo, apuntó que Juan Francisco López, “labrador mexicano”-que bonita frase-de cuarenta años, llevó a registrar a su hija que nació en ese lugar “a las ocho de la nochi, del día 19 del corriente, a quien le puso por nombre Susana López”.
Si, certifiqué que mi bisabuelo usó la palabra “nochi”, como la usaban y usan todavía los más viejos del pueblo de San Benito; como la uso tío Lázaro, al que llamábamos “tío Laca”; tío Vicente; la tía Adelina; mi abuela Natalia; la tía Chuy y muchos viejones bromistas que reunidos en los portales de las viejas casonas, al anochecer, nos contaban sus aventuras, sueños y esperanzas.
*Director del Archivo Histórico de Sinaloa.