Por Jaime Irizar Lopéz*
Hay condiciones durante la vida de los hombres que propician se despierten y exalten sentimientos especiales: la edad avanzada, las enfermedades, las crisis de todo tipo y el estar enamorado son algunas. En éstas casi todos damos a conocer nuestro otro yo y nuestra esencia humana. Para citar ejemplos señalo que con la edad, al menguar las fuerzas físicas, también lo hace a veces carácter y temple; por lo regular nos hacemos mas tolerantes y permisivos; a modo de ejemplo pregunto quien no ha visto a un abuelo permitir conductas a los nietos que eran imposibles de imaginar lo hicieran con los hijos; por otro lado, cuando se está enfermo, débil, se hace evidente la necesidad de apoyo de los demás y ello elimina soberbias y orgullos que se apoderan de uno cuando se tienen todas las condiciones favorables de salud y vida.
Las crisis, existenciales, económicas, de salud o de cualquier tipo lo hacen a uno sensible a todo, y en todo vemos una amenaza, un desaire o un le importo poco al mundo, sin que esto sea del todo verdad, sino lo que realmente pasa, estemos enfermos o no, es que todos tenemos nuestros problemas y agenda de vida personal que nos ocupa, lo que origina que sean sólo casos de excepción, amigos cercanos o familiares, las personas que se interesan por la tuya, y esto además de ser una gran verdad, es hoy por hoy, la normalidad estadística, sin que ello deba representar preocupación alguna. Pero justo en este día, me desperté una vez más sorprendido y admirado de la grandeza del funcionamiento de la mente, la que a veces sin relación aparente nos trae ideas, imágenes o pensamientos que nos hace sentir bien de nuevo. Como a las 5 de la mañana, irrumpió en mi conciencia el recuerdo de un querido profesor que conocí allá en el Guadalajara de los años setentas que a la sazón se cimbraba por asaltos bancarios, bombazos y secuestros de empresarios connotados atribuidos a la liga 23 de Septiembre.
Quiero contarles que de dicho profesor, a mis 18 años cumplidos, empecé a recibir consejos y enseñanzas extracurriculares que impactaron e influyeron notablemente en mis conductas posteriores. Sé de cierto que ya murió, pero sé también que aún vive en el recuerdo de muchas generaciones de alumnos, entre ellas la mía, a las que sirvió dentro y fuera del aula. En esta entrega al semanario, para honrar su memoria, les relataré anécdotas, comentarios, consejos y vivencias que nos regaló a un grupo selecto de mi camada, en aras de orientar nuestros espíritus y ayudarnos a caminar con más tiento el sendero de nuestras vidas.
Inicio diciéndoles que fue él quien por primera vez me obsequió un libro, era una novela titulada “Siddhartha” del autor alemán Herman Hesse, premio nobel de literatura, con la recomendación expresa de que la leyera cuando menos en dos ocasiones para que aprendiera a leer entre líneas y entendiera el significado real de su mensaje.
Quiero confesarles que esta recomendación hecha en mis 18 soberbios y orgullosos años, cuando me creía inmortal y quería, como casi todos los jóvenes, comerme el mundo de una sola mordida, me pareció inicialmente casi un insulto a mi inteligencia, pero dado el tono de su voz y la fama que le precedía de benefactor estudiantil, accedí finalmente seguir su consejo, cosa que hoy le agradezco por despertar a partir de entonces, un interés genuino por la lectura.
Después de leer y releer esta hermosa novela, quedó en mi cerebro como si hubiera sido pirograbado en madera, entre otras cosas importantes, la frase de que todo lo que se ocupa para triunfar en la vida era aprender a: “ayunar, pensar y esperar”. Al hacerle caso a mi estimado profesor, claro que entendí bien la importancia de estas tres cosas y puedo contarles que de inicio el ayuno lo interpreté de manera filosófica y metafórica, porque en su expresión literal jamás podría haber cumplido con esa premisa, dadas las condiciones de estrechez económica que me obligaba como estudiante a no saltarme voluntariamente ninguna oportunidad de comida.
Ayunar, lo consideré como una actitud ante la vida para no venderte ni sacrificar tus principios o ideas por un plato de lentejas como lo dijo con certeza un filósofo clásico. En lo referente a pensar, deporte que con el uso exagerado de la tecnología (celulares, iphone, tablets, PC etc.) ha estado siendo relegado y poco practicado por las nuevas generaciones que están más interesadas en los chismes y memes que hay en las redes, que en leer libros serios y poder crear nuevos juicios tras sus análisis profundos.
Saber esperar, es otra virtud que consigna el autor de Siddhartha, que seguramente ayudará a alcanzar tus metas, a entender que todo lo que aspiras tener se hará realidad si aprendes a esperar y te preparas para ello. Todos los bienes, honores, puestos y responsabilidades, cual si fuera una carrera de relevos, son estafetas que se van entregando de generación a generación. Nadie se lleva nada cuando muere. Es importante que el joven lo entienda para que se prepare bien reiteraba mi querido profesor.
Sin duda alguna, fueron éstas algunas de las cosas que aprendí de aquella primera lectura recomendad por Roberto, mi profesor de Historia Universal y de Ética, quien también un día, con motivo de la conclusión del curso, me invitó al igual que a otros compañeros, a un convivio en su casa; en él, después de comer, todos los invitados le hicimos rueda con respeto y admiración, a la par que el líder del grupo le preguntó de primera intención que si que teníamos que hacer los jóvenes para obtener el éxito con mayor facilidad.
Como si fuera un alumno que tiene bien estudiada la clase, inmediatamente contestó de una manera doctoral, como si su respuesta fuera parte de una conferencia magistral, pero en un lenguaje coloquial de tal suerte que abrazara y estuviera al alcance de todas nuestras imberbes mentes, pretendiendo resumir en esta exposición las experiencias de toda su vida: “primero definan para si, cual es la idea que tienen del éxito, para que puedan saber cual es el camino que tienen que recorrer para llegar a él, verán que su significado es diferente para cada uno de ustedes.
No confundan el término con el de felicidad o dinero en abundancia, porque se pueden enredar en sus juicios y trastocar sus metas. No todos los hombres exitosos son ricos o felices aunque todos lo crean así. Nunca olviden que al tratar de subir los peldaños de la vida, son muchos los ojos y los oídos que estarán pendientes de ustedes aunque a veces por modestia uno no lo cree así o no lo parezca, y que pueden ser varias las razones, consecuencia de esta circunstancia, las que facilitarán su ascenso en la escala social o en caso contrario lo dificultarán. Por lo regular esta observación o vigilancia obedece al sentido de competencia, a la admiración, solidaridad o más frecuentemente por el sentimiento que mas daño hace a la humanidad: la envidia.
Todo un mundo estará pendiente de lo que digan o hagan, y si no tienen cuidado hoy, mañana su pasado los puede alcanzar y ser una limitante muy fuerte para consolidar sus aspiraciones y propósitos. Nada es un hecho aislado en nuestra sociedad. Escojan el camino real de la superación que tiene como herramientas verdaderas estudio y trabajo. No el virtual, o falso, que se caracteriza por el abandono, la holgazanería o la critica fácil que por envidia se les hace a los otros que si están creciendo. Por otro lado les dije a ustedes en el principio del curso que había que aprender a dudar de todo para formarse mejor y tener nuestras propias ideas y juicios. Lo dije porque veía con tristeza que nuestro modelo educativo esta sustentado mas que nada en la reproducción del conocimiento o pensamiento, y no en la construcción del mismo. Pero lo que me duele en ese sentido, es el hecho de que al ser en su mayoría estudiantes de escasos recursos, se dediquen por esta condición, o por obedecer la ley del menor esfuerzo, a tomar apuntes con extrema rapidez y aprender de ellos con los repasos, en lugar de obtener de manera directa de los libros los conocimientos verdaderos. Me preocupa también que de esta forma tan arraigada en el sistema educativo, los errores de los maestros, los que surgen de la mala interpretación o por mal registro e incluso aquellos que son originados por problemas de audición, los damos como verdades incuestionables y de seguro que éstas las van a seguir replicando a hijos o nietos y a todo su entorno social, fortaleciendo un circulo vicioso que nos hace creer que el aprender y estudiar repitiendo lo mismo nos servirá para ir cambiando nuestras realidades, cuando la verdad es que todo habrá de seguir igual, gatopardismo puro.
Los libros serios deben ser sus mejores maestros, porque nunca deben de olvidar que vivimos un mundo muy competido, y que si no somos de los primeros, seremos siempre de los últimos. Es una pena reconocer que las escuelas y las universidades actualmente solo responden a las exigencias de una sociedad industrializada y mercantilizada, y que aún sabiendo que en unas aéreas ya satisficieron sus demandas y exigencias, siguen produciendo profesionistas que seguramente no encontrarán empleo o acomodo porque ya no caben en la planta productiva y por ende abaratarán, ante su desespero y necesidad, la mano de obra calificada o en el peor de los casos caerán en malas prácticas.
Los grandes empleadores del país son los gobiernos en sus tres niveles, las universidades y las grandes y medianas empresas transnacionales que ya no pueden emplear más egresados de las carreras mas tradicionales y socorridas por ustedes. Entiéndalo, y si aún se deciden por una de ellas por que así se los dicta su vocación, tienen la obligación de ser siempre de los primeros lugares, de otro modo hay poco chance de ser exitoso.
En el oficio o profesión que elijan, hagan siempre las cosas con entusiasmo, gusto y alegría, ello les ayudará a hacer siempre bien las cosas, crecer y distinguirse de los demás. Definir la idea de éxito y de lo que les haría feliz, deben ser sus tareas prioritarias; no se comparen con nadie para no perder de vista su objetivo; ni hagan, sin pensarlo dos veces antes, todo lo que los demás hacen por inercia, porque de este modo nunca llegarán a ser ustedes mismos, y serán siempre parte de una masa informe que fácilmente puede ser manipulada, pues quien no piensa por si, realmente no piensa; tampoco pretendan ser lo que no son o no pueden ser; entiendan a tiempo que no todos pueden correr los 100 metros en 10 segundos.; conozcan a fondo sus aptitudes y virtudes, sean honestos con sus limitantes y errores.
Si les da, en un futuro inclinarse por la política, si no es para entenderla y practicarla como el arte mejor para consolidar relaciones humanas efectivas, coordinar esfuerzos para ayudar a los demás y ser en todo momento gestores y constructores de un mundo mejor; mejor ni le entren, no sirve para nada; la política a la mexicana y los políticos, salvo raras excepciones, poco tienen de eso. Es hoy por hoy, tan sólo la busca del poder por el dinero o del dinero para tener poder. La sociedad y su bienestar, bien gracias. Por último les digo que cuando se sientan muy grandes y entren al mundo de los soberbios piensen en el universo, en Dios, en lo finito de sus vidas y en todo lo que aún no saben, de seguro que la humildad regresará a sus almas.
Antes de criticar y emitir juicios severos contra alguien, en aras de querer componer sus vidas, primero miren hacia adentro y traten de arreglar las suyas, sólo entonces tendrán la solvencia moral para dar consejos y hacer criticas moralistas. Quien no tiene ningún vicio o ningún error, sólo tiene virtudes. Y que yo sepa no ha habido nunca en la historia, hombres de esa tesitura. A veces suelen ser “muy malos” los “hombres buenos” que se convierten en juzgadores estrictos de los demás. Hace mas de cuarenta años que se dio esta charla, aún la recuerdo con cariño y pienso que tal vez muchos de los conceptos y consejos vertidos entonces, tengan al día de hoy, cierta vigencia.
*Doctor y autor.