Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
Desde las primeras negociaciones para el viaje, se había producido en mí una inquietud motivada por las noticias y los comentarios de gente en general que viaja por esos rumbos de manera constante… “Si te vas por carretera, no se te ocurra viajar de noche…” “No te vayas en una suburban o algo así porque te van a bajar en algún retén, vete en un cochecillo modesto…” “ten cuidado, las cosas están muy calientes por allá…” Finalmente, decidí viajar por avión.
El comienzo del viaje no fue muy conveniente que digamos. La salida del vuelo se atrasó por poco más de una hora… Del aeropuerto, como en muchas ocasiones sucede, al ensayo y ahí una grata sorpresa. Todos los integrantes del Mariachi Ordaz, extraordinarios músicos todos lectores, me esperaban con absoluta paciencia no obstante que tenían ya más de dos horas esperando.
Sin problema alguno, el ensayo fue un deleite. La ciudad de Morelia, se mostraba altiva, bella y aparentemente pacífica. Después de una cena reparadora, a descansar en un hotel bellísimo de los que ahora llaman hotel boutique. Un verdadero museo con todo a la venta para el huésped. Libros, pinturas, parte del mobiliario incluso. La vista del balcón directa a la Catedral de Morelia, invitaba necesariamente a reflexionar acerca de esta ciudad tan icónica en nuestra historia, nuestra cultura.
Morelia, malamente datada en su fundación en el año de 1541, es en realidad una ciudad fundada en épocas prehispánicas. Su nombre original, Guayangareo que en lengua purépecha significa “Loma Larga y Achatada”. Los purépecha que habitaron la ribera de Pátzcuaro. Cuando Antonio de Mendoza conoce la ciudad purépecha, ordena la fundación de una ciudad para hacerlo oficial el 18 de mayo de 1541 y le ponen el nombre de Ciudad de Mechoacán no obstante que la Reina había ordenado que se llamara Valladolid.
Posteriormente y dado que la ciudad de Pátzcuaro también había sido oficialmente llamada Ciudad de Mechoacán, se le cambia el nombre a Valladolid el 6 de febrero de 1545 cuando le fue concedido el título de ciudad. Pero insisto, ya la ciudad existía en ese sitio con el nombre de Guayangareo.
Es en el año de 1824, ya consumada la independencia, cuando el Congreso mexicano la da el nombre de Morelia en honor a José María Morelos y Pavón, quien nació precisamente en la entonces ciudad de Valladolid. Por sus construcciones, Morelia ha sido llamada “La Ciudad de la Cantera Rosa”. Por su tranquilidad (obviamente en otros tiempos), “La Ciudad de Las Puertas Abiertas” y así algunos otros nombres incluyendo la manera en que la gente religiosa, que tiene mucha presencia en la ciudad, le llama: “Morelia del Sagrado Corazón de Jesús”.
Es durante el siglo VII cuando aparecen los primeros datos de la presencia humana en el Valle de Guayangareo y según los historiadores doctos en la materia, relacionados con la cultura teotihuacana. La primera población abandona el valle y es poblado nuevamente por los Matlatzincas en la segunda mitad del Siglo XV.
Para esto, hubieron de solicitar la anuencia de los gobernantes purépechas ofreciendo apoyo para combatir a los Tecos en lo que hoy en día es el territorio del Estado de Jalisco. Ya cuando llegan los españoles, sería Cristobal de Olid quien primeramente visita el Valle solicitando una entrevista pacífica con el rey purépecha. Bien sabido es que la bravura de los purépechas hizo que fueran de los últimos pueblos en ser conquistados. También conocidos como Tarascos, los michoacanos actuales consideran que este es un epónimo despectivo y prefieren llamarse Purépechas.
La rueda de prensa transcurre de manera amena, interesante y hasta divertida. Terminada la misma, visito el Palacio de Gobierno situado a la izquierda del Hotel Cantera 10 donde me hospedo.
De inmediato, el edificio me envuelve en una magia muy especial. Ahí en sus tres patios majestuosos, se asentó el Seminario Tridentino donde estudiaran José María Morelos, Agustín de Iturbide y Mariano Michelena entre otros… Subo las escaleras y volviendo la mirada a mis pasos, intento transportarme a las muchas ocasiones en que Morelos habría subido estos mismos escalones de cantera ahora desgastados por el paso de los siglos…
Al levantar la vista, me topo con el magnífico mural de Alfredo Zalce que comienza justamente en el cubo de la escalera cubriendo hasta la cúpula… El mural continúa por las cuatro paredes del primer piso en lo que es el primer patio del bellísimo edificio. En la vasta extensión de esta obra pintada por el Maestro Zalce, nacido en Pátzcuaro en el año de 1908, se consignan muchos momentos históricos referentes a la historia de la ciudad de Morelia. Y fue inaugurado en el año de 1962 por el entonces Presidente de la República el Lic. Adolfo López Mateos. Muchas figuras, muchos momentos impactantes y narrativos hay en el inmenso mural, pero hay dos cosas que me llaman la atención. Primeramente, lo que el Maestro Zalce pone como parte del mural en un letrero que menciona que Miguel Hidalgo y Costilla, fue quien estipuló la abolición de la esclavitud por primera vez en América. Fue el 19 de Octubre de 1810 cuando Don José María Ansorena por mandato del entonces Capitán General de la Nación, Don Miguel Hidalgo, publica este edicto ordenando la liberación inmediata y sin condición alguna de todos los esclavos en el momento en que sepan, escuchen o lean dicha disposición.
No puedo evitar pensar entonces en la tremenda popularidad que Abraham Lincoln, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, cobró en gran parte debido justamente a la abolición de la esclavitud. Popularidad a nivel mundial. Pero resulta que la abolición mencionada de los esclavos, se da en nuestro México cuando Lincoln tenía apenas un año de edad… La pregunta sería: ¿Fue más eficaz el aparato publicitario de la historia de USA o fue que, como en muchas ocasiones, los mexicanos desconocemos nuestra propia historia? ¡Caray… Por eso se hace tan importante luchar por la educación y la cultura! El día que todos los mexicanos cobren conciencia del tesoro histórico y cultural gigantesco que poseen, vamos a contemplarnos a nosotros mismos de manera distinta…
En fin… Otro detalle que me llama la atención en el mural realizado por Alfredo Zalce, son los trazos que se observan en la parte del cubo de la escalera sobre todo en la parte de la cúpula del mismo. Los trazos tienen algo de distinto de lo demás del mural. Investigando un poco, me enteraría de que precisamente este mural titulado “Gente y Paisaje de Michoacán”, el Maestro Zalce tuvo como ayudante a su discípulo de muchos años el Maestro Juan Torres Calderón. Uno de los rasgos distintivos de la pintura del Maestro Torres Calderón, es el movimiento contrapoposto, término italiano que se refiere a la disposición de las partes del cuerpo en oposición una de la otra para dar la impresión de movimiento.
En la cúpula entonces, hay un personaje que está al centro y dependiendo de la posición de donde se le contemple, se llega a ver incluso distorsionado. No puedo entonces evitar pensar dada la diferencia en el trazo, que esa parte del mural del Maestro Zalce tal vez fuera encargada a su alumno para su realización.
Continúo mi periplo por la ciudad de Morelia, hoy en día considerada como patrimonio cultural de la humanidad. Para donde uno voltee, la belleza del centro histórico de Morelia verdaderamente apabulla… La majestuosidad de la catedral me invita a visitarla y al entrar me encuentro con un órgano de aliento tubular verdaderamente majestuoso. Consta de 4600 flautas en sus diferentes tesituras. Fue fabricado en Alemania a principios del siglo XX. Debido a la gran calidad de este instrumento, la Catedral de Morelia es sede del Festival Internacional de Órgano que se realiza anualmente. El impresionante órgano monumental, fue bautizado como “Órgano San Gregorio Magno.
Para finalizar el recorrido, vamos a comer al Restaurante San Miguelito donde mi buen amigo Agustín Rebollar ya me tenía hecha una reservación justo en lo que se conoce como el Rincón de las Solteronas. Ahí, en esa parte del restaurante, hay una enorme figura tallada en madera de San Antonio. Desde luego, está de cabeza y lo acompañan cerca de 800 figuras más de distintos tamaños todas de cabeza que constituyen la decoración de esta pequeña sala de seis mesas en el restaurante.
Asimismo, hay una libreta que se cambia cada vez que se llena, donde las solteras llegan a escribir su petición al Santo Patrono de las solteronas, del amor, del matrimonio, de la pareja, el cupido, el contlapache pues de aquellas que van a pedir encontrar pareja. El ritual es dar la vuelta al San Antonio Mayor, dejar una moneda en la alcancía y escribir su petición. En una pequeña fracción de la pared, aparecen fotografías de bodas de damas agradecidas por el milagro.
En fin, llega la hora de mi intervención en el XVII Festival Internacional del Mariachi. La Plaza abarrotada por más de 10,000 personas se entrega con una emoción absoluta desde las primeras notas de mi canto. Desde luego, esto realimenta mi sed de expresar mi sentir y así, culmina mi visita a Morelia, otro bastión de nuestro país que al igual que Tijuana, Culiacán y muchas otras, está siendo convertida día a día gracias a la labor de sus ciudadanos, en Ciudad Historia, Ciudad Cultura para sustituir a la ciudad violencia…
*Cantante, compositor, escritor y pedagogo.