Por Juan Manuel Velíz Fonseca*
Nació el 5 de junio de 1925. Cumplidos los 10 años quedo huérfano de su padre que se llamaba Elodio Fonseca Ibarra. Él era el mayor de 5 hermanos que le seguían: Lauro, Soledad, Heriberto y María Jesús. Su mamá Rosa “La Cuata” Romero Soto, desde que quedó viuda, hasta su muerte, siempre vistió de negro bajo un rebozo color café.
Para poder sacar adelante a sus hijos tuvo que trabajar en las casas ajenas lavando y planchando, un día lo hacía con doña María Peña de don Juan Sandoval Pérez y al otro con Alejita Sandoval de Feliciano Rojo. Pedro Fonseca era el hijo mayor que quería ayudar a su madre y las circunstancias de pobreza lo obligaron a abandonar la escuela primaria cuando cursaba el cuarto año para así convertirse en el hombre de la casa. Vendía agua que traía del rio en botas sobre el lomo de un burro, también vendía pan y hacía mandados. Al cumplir los 18 años realizó el Servicio Militar; en el sorteo le tocó la bola negra, y fue trasladado junto con otros jóvenes a Sarabia, Guanajuato, y cumplió como conscripto el servicio militar en el que años más tarde sería instructor y encargado de las cartillas en el municipio.
Era aficionado al beisbol el cual practicó como cátcher con el equipo de beisbol de “Los Cuervos”. Su equipo favorito en la de la Costa del Pacifico eran “Los Yaquis” de ciudad Obregón. A los 25 años se trasladó a la sindicatura de San Blas, municipio de El Fuerte a trabajar como cargador en la compañía Anderson Clayton. Allí se convirtió en líder de un grupo de trabajadores que empezaron a organizarse. Luego se inconformaron por los sueldos bajos y maltratos de jefes de turno y patrones. Al no llegar a un acuerdo estalló la huelga y la ganaron.
Por encabezar este movimiento los despidieron con una serie de argucias y se trasladó a vivir a ciudad Obregón, Sonora, donde adquiere la experiencia para organizar sindicatos y que los trabajadores obtuvieran mayores beneficios. Para ese entonces ya estaba casado con la señora Elvira Gutiérrez. Ya para ese tiempo habían nacido sus hijos Elodio (+), Sandra (+), que nacieron en Sinaloa de Leyva, Rita Lidia, nació en San Blas y Margarita (+), nació en ciudad Obregón, Sonora.
Luego se regresa a San Blas y organiza un sindicato de cargadores; vuelve a tener problemas de huelga; los dueños de la empresa Anderson Clayton, tratan de negociar con él, a espaldas de los trabajadores. No acepta. Recibe amenazas de muerte, pero él no se intimida y vuelve a triunfar.
Esto lo obliga a regresar a Sinaloa de Leyva donde nace su hijo, Francisco. Ya establecido en su pueblo se relaciona con don Alfonso G. Calderón, Perfecto Arredondo, J. Rosario Valencia, Diego Aguilar Acuña, Juan S. Millán y otros. En 1976, Organiza y funda el sindicato de gastronómicos, el de filarmónicos, el de cargadores y estibadores, también participa junto con Librado Leyva, en la fundación del sindicato de trabajadores del Ayuntamiento de Sinaloa.
También fue instructor de varios jóvenes que cumplían su servicio militar como conscriptos. Devoto de la virgen de Guadalupe, cada 12 de diciembre, en las peregrinaciones, él compraba los cuetes y el mismo los lanzaba al aire. Pedro Fonseca era un líder de origen humilde, carismático, además poseía un don humanitario ya que gracias a sus relaciones trasladó a numerosas personas con algún problema de salud al Hospital del Sindicato de Azucareros de la ciudad de México. Luego ingresó a la política y dos veces fue regidor, en la tercera oportunidad de volver a serlo lo sorprendió la muerte el día 6 de diciembre de 1983, siendo regidor electo con un ataque al corazón. Su sepelio fue muy concurrido ya que fue acompañado por la mayoría de la gente de su pueblo que lo quería y lo estimaba. A ritmo de una banda de música el féretro fue colocado encima de una carreta jalada por un caballo.
Era un compromiso que hizo con su compadre el doctor Ladislado Cuadras López. De la iglesia fue trasladado a las oficinas del sindicato de Gastronómicos, brindándole un homenaje de cuerpo presente, allí “El Chume” Beltrán Carrillo leyó un mensaje con la voz quebrada que le había escrito Oscar Escalante López del cual cito una parte: “Compañero Pedro Fonseca, recordamos eternamente, los sabios consejos que nos diste, todos ellos tendientes a la buena marcha de este sindicato, con el fiel propósito de que siguiera persistiendo. No nada más en el sindicalismo hubiste de distinguirte, sino en toda clase de tareas sociales en la que se necesitaba la presencia tuya.
Estabas presto a tender la mano siempre deseosa de colaboración, a quien la solicitara. Como padre de familia, fuiste un ser ejemplar, pues lograste formar una familia de la que no tienes de qué avergonzarte, pues es muy respetuosa con todos sus semejantes y siempre se ha conducido por el sendero del bien. Hoy te nos vas, nos dejas un hueco difícil de llenar, en tu familia y en nuestra organización, pero en el corazón de nuestros compañeros de lucha, de tus familiares y tus amigos, siempre estarás presente. Descansa en paz compañero Pedro”. De allí fue trasladado al Panteón Histórico Municipal de Sinaloa de Leyva donde sus restos descansan en santa paz. En su honor y memoria una calle de la cabecera y una aula de la escuela primaria “profesor Enrique Romero Jiménez” llevan su nombre. Algunos de esos líderes que hoy están vivos lo recuerdan con cariño. Hombres como Pedro Fonseca Romero ya no hay.
*Cronista de Sinaloa de Leyva.