Perteneció a la generación romántica de maestros que hicieron de su profesión un apostolado, entregando lo mejor de sí en pro de la niñez mexicana. El maestro Willy como lo llamábamos sus amigos, fue un hombre alegre dicharachero y presto a la broma, pero eso sí, en su trabajo, siempre se empeñó con alto sentido de responsabilidad.
Este destacado educador nació en el histórico mineral de Guadalupe los Reyes, municipio de Cosalá, Sinaloa el 7 de julio de 1941. Sus padres fueron Macario Ortiz Morales y la señora Manuela Villa de la Cruz. En ese lugar su padre, que era maestro, atendía a la población educativa. Más tarde la autoridad superior, dispuso que el maestro Macario se trasladase a la ciudad cañera de Eldorado, Sinaloa; Jesús Wilebaldo aún no cumplía ni siquiera un año de edad, por lo que nuestro personaje siempre se consideró orgullosamente eldoradense.
En la recién estrenada escuela general Ángel Flores, realizó sus primeros estudios para ingresar después a la Escuela de Enseñanzas Especiales No. 23, centro educativo que diera albergue a cientos de jovencitos venidos de todos los rincones de la geografía sinaloense, y donde logró concluir la secundaria. En 1959 egresó de la Escuela Vocacional No.4 del Instituto Politécnico Nacional.
Para entonces Jesús Wilebaldo era un joven vigoroso, ávido de forjar su futuro, inclinándose por la noble profesión de la medicina Rural; pero su padre, maestro al fin, no contaba con los recursos para apoyarlo en este anhelo, por lo que tuvo que abandonar su empeño. Sin embargo toco puertas en otros ámbitos y con la ayuda del recordado mentor Ángel González Zapata, se empleó como maestro en la escuela general Antonio Rosales, en la vecina ciudad cañera de Costa Rica, que empezaba a consolidarse, como su nombre lo indica, en una región fértil, que daba empleo a miles de familias venidas de los cuatro puntos cardinales del país.
Ya en la práctica, este temerario joven, se dio cuenta de que enfrentarse a un grupo de chiquillos no era cualquier cosa; no tenía título de maestro, y enfrentó dificultades para conseguir plaza; lo mismo le sucedió a la maestra Olivia Balderas Cantú, a quien no se le pudo otorgar el nombramiento de directora de esa misma escuela, por no estar titulada, no obstante que había sido su fundadora.
El joven Willy confirmó que era urgente prepararse. Necesitaba tener las herramientas que le permitieran facilitar la enseñanza de conocimientos, por lo que se inscribió en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, institución de sólido prestigio culminando su esfuerzo en 1963.
El joven Ortiz Villa se distinguió por ser un alumno de excelencia y sorprendió al jurado por la seguridad con la que sustentó su examen de titulación, lo que le valió que Mención Honorífica, así como la invitación a impartir la materia de paidología, en el mismo Instituto.
Cabe destacar que para entonces ya había logrado plaza de maestro federal y alternaba sus estudios con el trabajo docente en comunidades tales como San Pablo, en el municipio de Ahome; Zapotillo Viejo, donde laboró poco más de siete años. Esa etapa laboral habrá de marcar su vida para siempre pues allí encontró a la compañera de toda la vida, la señorita María de Jesús Félix Niebla con quien procreó tres hijos que siempre fueron el orgullo del matrimonio Ortiz Félix.
Ya casado solicitó cambio de adscripción con el ánimo de acercarse a su tierra adoptiva, logrando ubicarse en la escuela José María Morelos y Pavón en la colonia El Vallado, de la ciudad de Culiacán, a la vez que impartía clases en la escuela secundaria Revolución de la misma colonia.
Siempre ávido de superación realizó estudios de inglés, en la Escuela Normal Superior de Tepic, Nayarit, especialidad que le permitió formar parte de la planta docente de la Escuela Secundaria Federal No. 2 y en la Escuela Secundaria Técnica No.1, en Culiacán.
En la comunidad de Sataya, en el hoy municipio de Navolato, se desempeñó como subdirector y posteriormente como director de la secundaria técnica, igual responsabilidad ocupó en la ciudad de Navolato. Por méritos en servicio se le designó Supervisor de Educación Secundaria Técnica de la Zona escolar No. 4, responsabilidad que desempeñó hasta el día primero de octubre de 1994, fecha en que causó baja en el servicio educativo por jubilación; después de ello desempeñó algunas responsabilidades administrativas en la Secretaría de Educación Pública y Cultura, particularmente en la Coordinación Estatal de Asociaciones de Padres de Familia.
El día 18 de febrero de 2002, el muy querido educador, rindió tributo a la madre tierra, dejándonos su ejemplo de bohonomía, honradez y trabajo.
Jesús Wilebaldo Ortiz Villa fue de esos maestros íntegros, arriesgados y batalladores que no escatimaron tiempo y esfuerzo en la noble tarea de educar; luchó por sus ideales hasta el final, dejando a su familia que tanto amó el ejemplo del trabajo y el respeto a los demás. La noticia de su muerte causó consternación en el medio magisterial y cimbro el ánimo de los amigos, a quien supo conquistarnos con su trato amable y don de gentes; no se diga en los exalumnos a los que impartió sus conocimientos, así en las personas con quien tuvo trato institucional motivado por su trabajo diario.
A doce años de su partida La Voz del Norte, rinde un sentido reconocimiento a su trayectoria de maestro y a su gran calidad humana.
*La Promesa, Eldorado, Sinaloa, mayo de 2014.
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