Este editorialista recorre de vez en vez los caminos de la República Mexicana como oficio y tradición de andador- no calle peatonal, sino oficio de caminante-, una de las constantes que encuentro en el camino, es la epidérmica confrontación conceptual entre regionalismo, nacionalismo y universalidad, que muchas veces en lugar de complementarse para lograr un ser humano más comprometido con valores como: la libertad, igualdad y riqueza para todos, crea barreras insalvables que polarizan a los mexicanos. Está de más citar que los grandes conflictos bélicos del siglo XXI, obedecen a divisiones regionalistas que acentúan las diferencias étnicas, religiosas, económicas y que son atizadas por intereses a los que les sirve un mundo fragmentado como territorio fértil para su dominio. Nadie puede olvidar que los invasores o conquistadores del país aprovecharon las divisiones de las naciones precortesianas para vencer la resistencia de los amerindios e imponer su poder colonial. En tiempos recientes otra prueba se dio en la proclama: “Mata un chilango…” que algún antimexicano difundió por diferentes rincones del país y que lamentablemente se convirtió en consigna popular, claro no hay que olvidar que se le atribuye al “Periquillo Sarmiento” aquello de: “Después de México todos es Cuautitlán” y que sigue sonando sectario.
Sobre los regionalismos tan usuales en la Patria, donde el culto desmedido al lugar de origen se impone a la identidad nacional, José Vasconcelos señaló en el siglo pasado: “En todo proceso social hay que tener en cuenta las causas profundas inevitables que determinan un momento dado. Nuestra geografía por ejemplo era y sigue siendo un obstáculo de la unión, pero si hemos de dominarlo será nuestro menester que antes pongamos en orden el espíritu, depurando las ideas y señalando orientaciones precisas, mientras no logremos corregir los conceptos, no será posible que obremos sobre el medio físico en tal forma que lo hagamos servir a nuestro propósito”. Bajo esta perspectiva debo señalar que una asignatura pendiente es reconocernos en la pluralidad, pero sobre todo aceptar que lo que debe importar es vencer sentimientos o adjetivos separatistas, producto de la herencia hispana y precolombina que convierte en distintos a los habitantes de lugares diferentes pero ubicados es una gran nación: México.
Cuatrocientos setenta y cinco años de la imprenta en México.
Del seis del noveno mes al treinta de noviembre de 2014, en la vieja Antequera hoy Oaxaca, diferentes instituciones culturales celebraran los 475 años de la imprenta en México: El cumpleaños cultural merece esta fiesta constituida por conferencias, exposiciones, seminarios, talleres, etc.etc. En la Voz del Norte nos unimos a la fiesta cumpleañera.