Descubrir un sentido, aspirar a un ideal
Por María Trinidad López Lara*
Llamamos perfecto aquello a lo cual no le falta nada según su modo de perfección propia, nada de la actualidad que le es debida.
Esta afirmación, que a primera vista es una trivialidad, manifiesta un rasgo importantísimo de la realidad y de nuestra captación de ella. La perfección, es el punto que consideramos de insuperable mejora que vemos en algo.
En el mundo, hay cosas que parecen simplemente perfectas… La naturaleza, sus flores, los animales, el funcionamiento de los sistemas, entre otros.
Todos los aficionados a las ciencias naturales encuentran muy interesante y perfecto la serie de transformaciones que las mariposas experimentan, la oruga se convierte en ninfa o crisálida estado que conservará por algún tiempo y al salir de la envoltura de esa crisálida se ve una mariposa, que al principio sus alas son endebles y sus patas débiles y temblorosas, como si aquel pequeño ser estuviera desmayado.
Pero el aire caliente no tarda en fortalecerlo, y el lepidóptero se lanza al espacio, presentándose ante nuestros ojos como una de las más bellas criaturas de la naturaleza.
Así como nos es dado observar un ser que se convierte en mariposa, de esta manera también podemos ver que la voz mitológica que conoce el pasado y nuestra antigua historia y nos las conserva en los cuentos, a veces la soñamos como una hermosa voz incorpórea.
Como la doncella-hechicera, nos muestra lo que significa no estar marchita sino arrugada.
Los niños nacen instintivamente arrugados. Saben en lo más hondo de sus huesos lo que está bien y lo que hay que hacer al respecto. Se trata de algo innato. Si una mujer logra conservar el regalo de ser vieja cuando se es joven y de ser joven cuando se es vieja, siempre sabrá lo que tiene que esperar.
Cuando hablamos de los sueños y del cuento los colores que apreciamos son extremadamente valiosos por su energía vibratoria y cada uno de ellos posee su naturaleza mortal y su naturaleza vital.
El blanco es el color de lo nuevo, lo puro, lo prístino, se asocia a la luz, la bondad, la inocencia, la pureza y la virginidad.
Es el color del alimento esencial, la leche de la Madre. El blanco es la promesa de que habrá alimento suficiente para que las cosas empiecen de nuevo, de que el vacío se llenará. Se le considera el color de la perfección.
El negro es el color del barro, de lo fértil, de la sustancia esencial en la que se siembran las ideas. El negro representa el poder, la elegancia, la formalidad, la muerte y el misterio.
El rojo es el color del sacrificio, de la cólera, del ser atormentado. Pero también es el color de la vida vibrante, de la emoción dinámica. El rojo es la promesa de que está a punto de producirse un crecimiento o un nacimiento.
Tenemos así que cada cosa es perfecta cuando posee toda actualidad que le compete según su naturaleza; cuando despliega su actualidad según su plenitud de sus posibilidades y puede comunicar esa realidad y actualidad; cuando es completa en su ser, sin que quepa añadirle nada; cuando alcanza su fin.
Mi regalo imperfecto es el ayer, la experiencia de ayer. El regalo perfecto de para mí es el hoy, la realización de hoy.
«Yo soy la presencia llenando mi mundo, con la perfección de este día»
*Catedrática de la Universidad Autónoma de Sinaloa.