Por Juan Carlos González*
Como moradores de un pueblo, asentamiento, ciudad o metrópoli, mínimamente se debe conocer algo de su historia, pues es en los orígenes donde se encuentra una riqueza enorme, que en ocasiones se somete a discusión, pero para muchos pasa desapercibida. Para esta entrega, haremos un recuento de nuestra historia desde un punto de vista personal, pero consultando fuentes diversas y recogiendo trozos de la tradición oral.
Nuestro origen, desafortunado y pujante.
Los pueblos, en su mayoría se forman a las orillas de un cuerpo de agua, en virtud de la obvia necesidad de este elemento. Mocorito no es la excepción, los primeros pobladores se asentaron a las orillas de un río, antaño abundante, claro y fresco. Una abundante vegetación es adorno en las riberas de su prolongado y paisaje, fértil y fecundo.
Con relación a nuestro pasado, Víctor A. Miguel , menciona a esta tierra como ejemplo de ser una de las más antiguas, tanto así que no existe una fecha precisa de su fundación, que no el arribo de extranjeros, y por ende de los primeros pobladores, la datación corre a más de 5,000 años. Habrá quienes se remontan a la llegada de los primeros españoles como los orígenes de Mocorito, pero es una imprecisión oscura y a veces sesgada en favor de los españoles.
Con la llegada de los bardados hombres blancos, muchos, quizá la totalidad de los pobladores originales desaparecierción ante la imposición y el abuso.
Vestigios de la antigüedad de este pueblo lo podemos encontrar en las pinturas rupestres que se han descubierto desde hace un buen tiempo en las inmediaciones de la comunidad de La Cofradía y La Noria, en ambos casos a orillas de cuerpos de agua.
Pero regresemos a la vida de los antiguos habitantes de nuestro Mocorito. Eran personas que debieron llevar la vida cazando, recolectando y jugando. Sí, jugando al ulama, práctica ancestral, que mucho tiempo después sería casi desaparecida por los conquistadores al declarar que era un juego pagano en virtud de que representaba una muestra de religiosidad autóctona y así como cambiaron ídolos, trataron de desaparecer este juego, pero aún se llevan a cabo encuentros.
Para abundar con respecto al juego del ulama, es necesario decir que no era una distracción, sino un ritual con un gran número de reglas; como lo mencionaba antes, fue prohibido por los conquistadores por su gran connotación religiosa, puesto que era considerado por los indios como el enfrentamiento de dos fuerzas opuestas de la que una de ellas tendría que emerger triunfante, la agotante lucha entre la vida y la muerte, el valor y la cobardía o la constante y seductora rivalidad entre la noche y el día serian sólo algunos ejemplos de esta pelea continua.
Los primeros españoles llegan a Mocorito
Quiero imaginar a esos primeros hombres montando a caballo, de barba abundante, con vestimentas raras para los originales, causando terror, convirtiendo a los libres en esclavos, contagiándolos de enfermedades y provocando la muerte de los nativos.
Entre aquellos primeros españoles llagados a Mocorito se encuentran, de acuerdo a las crónicas asentadas, Pedro Almíndez Chirinos, explorador de las tierras que se extendían al norte de Culiacán, Lázaro Cebreros y Diego Alcaraz, ilusos buscadores de las ciudades llamadas Cíbola y Quivira esplendorosos lugares en los que se suponía se encontraban riquezas en oro y piedras preciosas, al fin la codicia de los recién llegados se extendió casi hasta la Patagonia con la búsqueda del dorado.
Pero también llegó con la cruz como escudo, cambiando las costumbres, removiendo la fe a sangre y miedo, pero a nombre de los reyes, patrocinadores del más brutal cambio de conciencias en pueblos tan alejados como desconocidos; me refiero a cruel Francisco Vázquez de Coronado, en quien quizá descansa este nombre que nos ha marcado y que nos une: Mocorito.
Los jesuitas, fundadores de una misión.
Ya estamos en 1594, el padre Gonzalo de Tapia, Sebastián de Évora, Hernando de Santarén, Martín Pérez y Juan Bautista de Velazco son los jesuitas fundadores de la misión de Mocorito, la cual por cierto se conoce de diversas maneras, como la de “conservación de San Pablo de Mocorito” aunque persiste la de misión de San Miguel Arcángel de Mocorito. Su llegada no es tan traumática pues los pobladores no son bélicos, sino más bien pacíficos.
Dicen las crónicas que se dedicaron, en primer término a convertir a los moradores a una nueva religión incluida moral y normas.
Además se dedicaban a erigir construcciones similares a las que ellos estaban acostumbrados. De ahí se desprende la construcción de uno de los símbolos arquitectónicos, no sólo de Mocorito, sino de la región; me refiero a la iglesia de La Purísima Concepción.
Respecto de esta, es poca la información que existe. Encontré un folleto del ingeniero Fausto Velázquez que hace referencia a las etapas de su construcción, que inicia en el ocaso del 1500 en una primera etapa, en el 1600, la segunda etapa, la tercera en 1750 y una última etapa a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.
La división geográfica de Mocorito muestra seis sindicaturas. Iniciaré con la sindicatura de Rosa Morada, tierra del grupo norteño más notable en el mundo entero: Los Tigres del Norte. Según los datos encontrados, su fundación data del año de 1860, pero es casi seguro que es más añeja, así lo pueden constatar las urnas funerarias encontradas y que el INAH las data como del 200 al 1200 d. D.C.
Pericos es la sindicatura más pujante de Mocorito, con más de 220 años de fundación, es tierra de aromas y sabores, de pujanza y labor constante. Antaño una importantísima hacienda henequenera.
Por lo que toca a la sindicatura de El Valle de Leyva Solano, ubicada al norte del municipio, es la tierra dulce y dorada. Dulce por la caña y sus derivados que se producen en varias moliendas. Lo dorado le viene de sus ricas minas del Magistral y El Gallo. De esa sindicatura son también los artesanos del barro y la madera.
Una región que se destaca por la producción agrícola, principalmente de cacahuate, es la sindicatura de Cerro Agudo. Una vasta cantidad de tierras de cultivo ocupan a sus moradores en la labor más noble, la de producir alimentos. Otra sindicatura que se encuentra también enclavada en el sur del municipio es la de Melchor Ocampo, en los linderos con Navolato y Culiacán.
Fascinante es revisar la historia de la sindicatura de San Benito, su conformación como tal se tiene aproximadamente entre 1728 y 1729, aunque para 1699 ya se encuentra una referencia, pero como tenientazgo.
Por lo que hace al origen del nombre de Mocorito, que tan musical resulta en su pronunciación, es otro elemento en el que los historiadores no se ponen de acuerdo es precisamente en el significado del nombre o bien la toponimia de Mocorito, Héctor R. Olea, indica que la palabra Mocorito significa «lugar de gentes que hablan un dialecto de lengua cahíta, o donde habitan los indios mayos o mocoritence». Pablo Lizárraga adquiere otra connotación “en el corral o cerco del tecolote”, proveniente del tahue; El mocoritense, don Eustaquio Buelna, define el término como “lugar de muertos”.
Educación y cultura Mocoritense
Cercanos los 420 años de fundación de la Misión de Mocorito, el plano educativo se ve muy fortalecido. Por muchos años la única oferta en ese rubro fue la instrucción primaria. Hoy en Mocorito se cuenta con oferta educativa desde jardines de niños, primarias, secundarias y preparatorias erigidas por la ambición de varios personajes se la vida social, como Don Porfirio López, Ezequiel Medina, Dr. Peña Gutiérrez, entre otros. También existen opciones para estudiar alguna licenciatura o técnicos superior, aquí participaron el Lic. Fernando Arce, el Dr. Juan Avilés y este que escribe.
En cuanto a la cultura, hay mucho que escribir, pero de ello seguiremos abordando, si en La Voz del Norte lo permiten, en otras colaboraciones futuras.
*Maestro del área de comunicación y literatura.