Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
Alguna vez llegó a imaginar su muerte de esa manera… Pero aún cuando la vivió una y mil veces en la ensoñación, no podía evitar un temor pudoroso al terminar de esa forma… Había sentido llegar el infarto a la mitad de la canción… Él público se dio cuenta que algo sucedía… Sería un escándalo… Siempre fue contrario al manejo del escándalo como parte de la publicidad… Más aún, no creía en la publicidad… La creatividad, la mayor parte de las veces, estaba reñida con la publicidad. La marquesina estorba para la labor del creativo que intenta llegar algún día al momento del arte…
Por eso, ahora que se enfrentaba al final del camino, se conjugaban una infinita sed por crear y el fastidio de saberse motivo de las luces… Le había comenzado la molestia en el camerino, pero pensó que sería gastritis y que con una cucharada de pepto pasaría… Así salió al escenario… Finalmente, como tantas veces había pensado y dicho, somos Garric… Y así había que asumirse… Las palabras de asombro, de sorpresa, de compasión se fundían con los intentos de ayuda que en esos momentos todos quieren brindar…
Pero lo único que deseaba era estar solo… Solo para poder crear… La soledad es condición sine qua non para que la obra surja… Y ¿qué era lo que quería crear? Dentro de aquel patético espectáculo que su posible agonía motivaba, pensaba en lo que le hubiera gustado producir como obra final… Le envolvían muchas ideas alrededor de ello… Una de ellas, era el poder decidir si la obra final sería dentro de la música, la plástica o la literatura… En ese momento se transportaba a Modigliani… Al leer su biografía le había impactado la intensidad con que había vivido la llegada de su muerte…
—¿Te gusta…?
—Me gusta mucho, sí… Es bellísima… Pero…
—Pero…
—¿Por Qué no pintaste mis ojos…?
—Jeanne… Pintaré tus ojos cuando haya podido capturar la esencia de tu alma…
Modigliani tal vez vivió pensando que cada obra suya era la última… De ahí probablemente su intensidad en el trazo… Rebelde por naturaleza y por formación, no permitió jamás que lo establecido socialmente le manipulara… Hijo de una familia judía proletaria, vivió muy cerca de la ideología socialista. Su hermano militó en el partido socialista muchos años aunque Amadeo más bien se manifestaba anarquista…
Y su vida así lo avala, no sólo desde el punto de vista filosófico sino cotidiano. La intensidad con que el pintor italiano creaba cada obra suya, según algunos biógrafos, era debida a que desde muy pequeño se enfrentó a la muerte… Una pleuritis sumamente grave, le atacó en la infancia y le dejaría secuelas que le conducirían al momento de su muerte por tuberculosis.
Amadeo, vivió muriendo cada día, cada instante… Y cuando pinta su último cuadro, ese donde captura los ojos azules de Jeanne Hébuterne, su amada con quien procrearía una hija, fue justo el día de su muerte después de haber resultado ganador del concurso donde participara Picasso, Rivera, Utrillo y otros grandes pintores de la época…
¿Habrá sabido Modigliani que esa era justamente su última obra…? ¿Se habrá planteado la posibilidad de planearlo, realizarla e inmediatamente después… Morir? No lo podemos saber… Pero resulta mágico pensarlo… Inmediatamente después de su muerte, su amada Jeanne, esa modelo a quien se rehusó siempre a pintar desnuda porque su desnudez era solamente suya, se suicidó llevando en sus entrañas un nuevo vástago… Así, la muerte de los tres, se convirtió en espectáculo…
Sabía que estaba muriendo… Lo sabía porque en otras ocasiones se había enfrentado a la muerte… No le asustaba, la muerte en sí no le causaba ningún temor… Pero sí temía la posibilidad de morir sin haber creado esa última obra… Esa con la que sueñan todos aquellos artistas que se entregan al arte por el arte… Esa obra final… Tantas veces lo había pensado, tantas veces en la ensoñación pintaba o escribía justo antes de morir o en el momento mismo de la muerte… Pero ahora parecía que la muerte le sorprendía (siempre sorprende, siempre…) en el escenario… La muerte…
En el momento en que a través del canto vivía con tanta intensidad y hacía sentir vivos a la mayor parte de quienes le escuchaban… Era como Lorca… Era como saber que lo iban a matar y lo que buscaba era escribir un último poema a la Luna… Definitivamente es difícil concebir la poesía de Lorca sin la Luna. Es quizá el símbolo infaltable en su verso… La Luna de Lorca es la representación de muchas cosas: La muerte y el erotismo, la fecundidad y la esterilidad…
Y por supuesto, la belleza misma… Se dice, en algunas de sus biografías, que en el momento de su muerte, a las 4:45 de la madrugada del 18 de agosto de 1936, buscaba angustiado la Luna en el cielo, tal vez con la intención de escribir su último poema justo en el momento de su muerte… Por eso recordaba a Lorca, y desesperado e inmerso en este espectáculo patético estelarizado por su propio final, intentaba pensar, escribir, trazar en su mente lo que sería su última obra… No podía concebir un final, una despedida de la existencia sin realizarla… ¡Si tan sólo tuviera el tiempo necesario para un trazo… Para un verso…
Para un cuento corto como los de Monterroso! Pero si algo sabía es que a la muerte no se le puede regatear… Sabía que estaba muriendo… O tal vez ya estaba muerto y la gente que se arremolinaba sobre su cadáver ni siquiera intentaba resucitarlo sino solamente acudir al último espectáculo… El espectáculo de la obra póstuma… En el que la obra quedaría pendiente y no, porque la obra misma tal vez fuera ese momento… Siempre trató de imaginarlo, pero la muerte siempre sorprende… a menos que fuera planeada… Como Alfonsina Storni…
Ella, la enorme poeta Argentina nacida en Suiza, planeó tan detalladamente su muerte que escogió el sitio donde entrar al mar en busca de las caracolas marinas que la ayudaran en el viaje mientras había escrito cartas de despedida y, con la instrucción de que se publicara, su último poema titulado Voy a Dormir. Después de ello, se dirigió a la Playa de La Perla para entregarse al mar…
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
Qué dicha había tenido Alfonsina de realizar su último poema de esa manera, sabiendo que era el último, la despedida… La muerte de Storni, motivó que Ariel Ramírez y Félix Luna, escribieran la canción Alfonsina y El Mar…
La inolvidable y admirada amiga Mercedes Sosa, la convirtió en un éxito radial y de ventas… Así, la muerte de Alfonsina, y su obra póstuma, se convirtieron en espectáculo… Y ahora él estaba viviendo su propio espectáculo final…
Sólo que la muerte estaba arribando sin darle oportunidad de crear esa creación última, póstuma o no, no lo sabía, pero sí la última, la que le permitiera despedirse satisfecho…
—¿Qué te gustaría pintar justo antes de morirte…?
—No lo sé… Tal vez no sólo pintaría… Tal vez escribiría algo también…
—¿Música…?
—No, literatura… Poesía… O prosa, no estoy seguro… Aunque no descarto una canción también… Pero tal vez no… La canción de despedida ya la escribí…
Alguna vez había platicado acerca de ello… Nunca pudo responderle exactamente lo que le hubiese gustado pintar… O escribir… Pero definitivamente sí era menester hacerlo… No podía irse sin dejar su última obra… Sabía que el morir sería parte del espectáculo, sí… Pero no podía concebirlo, o no quería, sin haber realizado esa última…
Tal vez si les pedía que le llevaran a su estudio… Pero quizá no había ya tiempo o aunque lo hubiera no tendría fuerza o conciencia para tomar la espátula y trazar… Tal vez si les pedía que le acercaran un cuaderno y un lápiz y así dibujar o escribir lo que brotara de la emoción…
Pero ¿de qué podría escribir sino de la muerte…? Pollock, creó y creó hasta el cansancio… Y aún cuando haya sido su partida dentro de la depresión que el sentimiento de frustración le produjo siempre, pudo darse por satisfecho porque logró crear su última pintura y después decidir morir levantando los brazos al cielo y dejando ir su auto al precipicio…
Eso era algo que le había faltado hacer también, pensaba… No pudo volver a observar de cerca una obra de Pollock… La gente no se apartaba… Él se sentía desesperado por decirles que necesitaba escribir o trazar…
El infarto estaba convirtiendo su muerte en un espectáculo igual que pasó con Nicolás Urcelay… No podía moverse… La voz no salía, era solamente un grito contenido intentando pedir, suplicar un cuaderno para su última obra… Por fin, el grito: ¡AHHHHHHHHHHH…! Y despertó bañado en sudor… ¿Y el escenario…? Pensó… No había tal…
Había sido un sueño ¡tan real! Un sueño en el que el intento de realizar su última obra se había convertido en espectáculo…
*Cantante, compositor, escritor y pedagogo.