Por Basilio A. Olivas S.*
Realidades de todos los tamaños,
de todas las épocas, cuenta el señor del 49
Les pone color, aroma, las ríe,
y hasta las vuelve a llorar,
como si sucedieran en ese instante.
No importa si fue amigo o enemigo,
lo que sobresalta es su forma de contar las vivencias,
los personajes, las situaciones, las penas,
las angustias y hasta la forma en que nació al amor.
El contador de anécdotas hipnotiza los tiempos,
los revuelca y encanta a su mente,
para envolver la añoranza en novedad,
que llega a los oídos que escuchan
la magia que surca sus labios.
Entre poetas, cantantes, actores,
bailarinas de cabaret, periodistas culturosos,
y vagos de todas las estirpes,
vacilan en la prosa y los cantares del anecdotista.
El amor, la amistad y sus pasiones,
donde quiera que tengan su origen,
alinean sus inquietos sentidos,
hasta transpirarlos en canciones, en poemas.
La religión sin un Dios de Mario,
son palabras con y sin sentido,
enlistadas en pilas de anécdotas,
que nunca terminan, en pasajes que una y otra vez,
cambian de tono y pintan la vida del amigo,
del poeta amigo.
*Periodista Bajacaliforniano