Por Carlos F. Lavín Figueroa*
Conocí a don Manuel Suarez y Suarez, en el lobby de su Hotel Casino de la Selva, era un hombre muy serio pero excelente conversador, a veces acompañado del maestro Jorge Cazares- era amigo y compadre de varios presidentes, antes, había yo llevado amistad con su hijo Fernando, fallecido trágicamente en un accidente en la carretera de Toluca, lo que pesó mucho a su padre.
En ese tiempo conocí también a David Constantino, nieto de Siqueiros que, según recuerdo, fue quien tomó las dos más famosas fotos del pintor; una, con los brazos extendidos y las manos juntas y abiertas, y la otra con el brazo derecho extendido, mismas que sirvieron de modelo para pinturas y murales de su famoso abuelo.
De los años ‘30 a los ‘50 el Casino había sido el lugar de reunión de la elite nacional, en los ‘60 y ‘70 la catedral del entretenimiento en Cuernavaca, era el balneario de Morelos, sede de los eventos políticos, culturales y sociales; bailes, graduaciones, quince años, competencias, ahí estaba el centro nocturno “La Cueva de Amparo Montes” donde era la estrella, estaba el Jano, donde hizo una temporada nuestro amigo Fito Girón y también el fastuoso show del Cabaret Tropicana de La Habana Cuba que yo traje a Cuernavaca en gira nacional, todo era en torno al Casino.
Por esos años conocí al Marcos Manuel otro de los 12 hijos de don Manuel y doña Raquel -Marcos ya había sido diputado local y líder del Congreso de la Unión- entonces era presidente del PRI aquí en Morelos y el Delegado era Fernando Ortiz Arana -yo fui Oficial Mayor en ese tiempo- Fernando es aquel distinguido notario del bajío queretano que no quiso ser candidato a la presidencia cuando mataron a Colosio, declino y fue Zedillo el presidente de México.
Marcos y Fernando tenían diferencias, y yo los juntaba a dialogar. A más de tres décadas nos seguimos reuniendo por el puro gusto, comidas a las que se ha sumado Marcos su hijo, Valentín López entre otros, cuando se cumplen 103 años de la llegada de don Manuel a México.
Don Manuel arribó a México muy joven, llegó para “hacer las américas” -así se decía de quienes venían en busca de fortuna-, en España no había oportunidades; o se alistaban en la milicia o en la iglesia o se dedicaban al campo.
Se involucró en la Revolución Mexicana cuando fue presentado a Francisco Villa por Roque González Garza quien sería presidente provisional de México y que entonces ocultaba su identidad con el nombre de Ramón Bermúdez a quien el joven Manuel había conocido en la Ciudad de México, habían vivido en la misma hostería en Jesús María 31 casi esquina con Corregidora.
Ostentó el grado de teniente coronel, participo en la segunda batalla de Celaya, fue apresado, lo iban a fusilar pero escapó de los federales. Tuvo la audacia de imprimir sus propios billetes respaldados por él mismo, de Un Peso Oro y Diez Pesos Oro, impresos en Torreón. Con el tiempo fue dueño de las dos fábricas de asbesto, Eureka y Asbestos Monterrey, de la que su hijo Marcos Manuel sería gerente.
En 1929 Eureka había sido contratada para construir el Hotel y Casino de la Selva y se abre en 1931, a los pocos años es cerrado por la prohibición del juego decretada por el presidente Cárdenas, pero continuó como hotel.
Debido a los impuestos que el hotel debía al gobierno del estado, en 1934 se publicó en el Periódico Oficial el edicto de su remate y don Manuel presento la mejor oferta, además la compañía dueña del hotel nunca saldó su cuenta con Eureka, y el hotel se reinaugura en 1936, con Manuel Suárez y Suárez ya dueño.
Propietario también del Hotel Mocambo de Veracruz, fue el iniciador de Las Brisas en Acapulco que después vendió a su socio Juan March quien era presidente del Bank of America y este vende a Carlos Truyet; del Hotel de México hoy World Trade Center, de haciendas azucareras en Sinaloa, Sonora, Oaxaca y Nayarit algunas tenían su propia vía y ferrocarril; se asoció con José Inés Loredo y montaron el Restaurante Tampico Club donde se hizo famosa la Carne a la Tampiqueña.