Por Jaime Irizar Lopéz*
Hace tiempo leí, no recuerdo bien en donde, motivo por lo cual no cito la fuente, que ser ateo es un privilegio que sólo se pueden dar aquellos que tienen la capacidad de llenar ese vacío espiritual con mucho trabajo, sexo, amor, y una inclinación al desarrollo de su intelecto, mediante el obsesivo interés por la lectura, el arte y la cultura.
Quiero de entrada aclarar que yo no lleno dicho perfil, y que por ende soy católico de mucha fe aunque, a decir verdad soy un mal profesante, pero me precio de tener en mi inventario de amigos a dos que tres de esos “ateos genuinos,” que salvo lo referente al factor sexo frecuente, en lo demás si me consta que se apegan fielmente a dicha descripción. Tienen en mi modesta opinión categoría de “genuinos” porque es muy fácil observar y corroborar que ese status lo han conseguido a través del estudio y los razonamientos filosóficos pertinentes, no solo por querer distinguirse de los demás con posturas “intelectualoides” o modas esnobistas.
Son aves raras en las que la firme convicción de su creencia es tal, que les alcanza para entender que las religiones de todos los pueblos, aun con sus opiáceas conductas y dogmas, cumplen con un papel que hace posible que este mundo sea menos caótico o criminal que lo que en realidad es, pues su influencia moralista hace más potable y menos salvaje la convivencia de la humanidad.
Esta clase de ateos, tienen una gran tolerancia hacia todos los credos y no quieren ni tratan de convencer con “mala leche” a los que no comparten su verdad. Esa sola razón es suficiente para decir que son mis amigos, pues estrechamos lazos de afectos por nuestras muchas coincidencias y por el respeto a nuestras diferencias de opinión sobre los diversos tópicos que con frecuencia tratamos. En esta entrega a La Voz del Norte, quiero expresar unas palabras que intenten definir la personalidad de uno de ellos y que sirvan las mismas para externar respeto y afecto que le profeso por ser de los hombres que en cada charla o encuentro personal que me regala, me deja una enseñanza de mucha valía.
Mario Arturo Ramos, es el poeta que hoy me ocupa, de origen queretano y quien en su discurso sencillo y autocritico, siempre reitera sobre ese tema en tono de broma, que dicho pueblo no tiene la culpa de tan particular accidente: su nacimiento. Es hombre delgado, de ojos claros que inspira confianza y simpatía desde el primer encuentro, frisa ya más de sesenta años bien vividos y paseados, es de caminar pausado, que en mucho me recuerda en lo físico y algunas de sus acciones e ideas, a una figura francamente quijotesca que ve en la ignorancia y la barbarie, los gigantescos molinos de viento que todos tenemos que combatir.
De vestir sencillo, y me da la impresión de que pretende ocultar (con una gorra deportiva que habitualmente usa) al mundo su rostro surcado por las arrugas que le ocasionaron los extremosos fríos de Rusia Alemania y Francia y los criminales calores de Mexicali, Hermosillo y Culiacán, tan solo por mencionar unas pocas de sus estadías culturales, becarias, laborales que ha tenido en dichos países y ciudades. Algunos amigos cercanos a él, señalan medio en serio y medio en broma, que su particular forma de vestir, a todas luces de muy bajo perfil, obedece a las reminiscencias de su formación ideológica de izquierda y a que posiblemente quiera mandar un mensaje subliminal a todos aquellos correligionarios de antaño, quienes a la primera oportunidad de probar las mieles del poder y el dinero, sucumbieron con facilidad a la frágil naturaleza humana y, dejaron ver tristemente su corazón de “rabanitos”.
De vez en siempre sigue defendiendo las teorías que lo forjaron ideológicamente y señala enfáticamente en su defensa que siguen siendo correctas y que pese a algunos errores en su implementación, siguen siendo una buena opción, solo que en México y otros países, los fracasos registrados de estos sistemas políticos, fueron debido a que los hombres que los encabezaron, no entendieron nunca su oportunidad histórica e hicieron del ejercicio de la política, exclusivamente lo que les dictaba la búsqueda fácil de su área de confort personal.
Algo que llama mucho la atención de su atuendo, es el hecho de traer siempre terciado entre pecho y espalda un maletín negro donde guarda y saca, como el mejor de los magos, un sinnúmero de artículos editoriales ya listos para enviarlos a los periódicos donde colabora, además borradores de poemas y canciones, recortes de periódicos que versan sobre escritores y escritoras famosos, sin olvidar que casi siempre carga también en su peculiar mochila, ejemplares de libros selectos, de ediciones económicas que regala cual Santa Claus de la cultura, a jóvenes y no tan jóvenes como yo, en quienes quiere inculcar el hábito de la lectura para después exhortarlos a que se atrevan a escribir. Por si esto fuera poco, también saca de su mágico maletín, pan riquísimo de Querétaro, bolsas con café de Chiapas, Oaxaca o Veracruz y una que otra artesanía mexicana que adquiere para obsequiar a quienes lo distingue con su afecto y amistad.
Con respeto les digo que ese maletín me recuerda con mucho al “bulto” que describen los textos de siquiatría, mismo que acompaña y distingue a los esquizofrénicos y ,sirve su presencia como uno de los signos auxiliares para diagnosticar dicha enfermedad mental; solo que los “bultos” de estos enfermos, guardan casi siempre papeles inservibles o escritos sobre ovnis o temas poco comunes, o tal vez para hacerlo entendible habrá que decir “a veces solo se conforman de hojas de papel llenadas con textos ilegibles y en ocasiones solo escritas con puras consonantes”.
He conocido en Culiacán varios casos de ellos, de los cuales en otra ocasión hablaré. A decir verdad, dicen los especialistas que es muy tenue la línea que separa a los intelectuales de los “locos”, y creo que escritores y poetas, tienen según mi entender, que tener por fuerza algo de ambos, sino como nos explicaríamos que en un poema hecho canción exitosa alguien pudiera decir: “hasta que vuelvas detengo el tiempo que nadie pise tu recuerdo…..” o hacer que los personajes imaginarios de las novelas o de la poesía se atrevan a decir las ideas, pensamientos y los sentimientos que se requieren para construir un mundo más humano, justo y noble, como el que todos en un momento hemos deseado.
Esto solo es posible desdoblando nuestras personalidades; tener una mentalidad para proponer un mundo mejor y la otra para vivir la realidad que a veces nos duele mucho. Extraña amalgama de poeta, escritor, filósofo, idealista y pragmático a veces; viajero hasta el cansancio, juglar de los continentes que bien pudiera por esa sola razón ser merecedor también del título de “ciudadano del mundo.” Ha tenido oportunidades de incursionar en puestos de buen nivel en la esfera pública, mismos que ha rechazado por considerar que la cultura no es un saco que hay que confeccionar a la medida de los políticos. Y que si bien ha tenido innumerables jefes, ninguno de ellos le ha comprado su conciencia, su criterio o su voluntad, lo que en todo momento se los ha agradecido profundamente.
En mi particular punto de vista tener un encuentro con él, es como tener la oportunidad de platicar con un libro. Su charla fluida y amena lleva a recorrer países, a construir nuevos juicios y tener encuentros mentales con escritores que admiras, mismos que en su eterno peregrinar le tocó en suerte conocer. Causa gracia escuchar como defiende las virtudes que tiene el ingerir café (su gasolina para el intelecto) y cómo amparado por los estudios de la OMS, justifica plenamente sus catorce tazas diarias de expreso que toma.
Es respetuoso de las áreas de no fumar y de las personas que les molesta el humo del tabaco, pero en cuanto tiene oportunidad casi corre a quemar un cigarrillo cual si fuera incienso ritual que le ayuda a espantar malas vibras, demonios y fantasmas personales, aunque sé muy bien que no cree tampoco en ellos.
Me emociona oírlo hablar de su familia a quien considera no sólo lo importante, sino la prioridad de su vida.
Habla de su esposa con sobrada admiración pues aparte de compartir su tiempo y comprender sus ausencias producto de sus interminables giras por la cultura, es también una apasionada y excelente bailarina profesional que se inclina con pasión por todo tipo de expresión cultural y artística.
Dicen que la felicidad es más fácil encontrarla entre iguales. Los dos hijos del encargado del semanario, para ser congruente con su espíritu literario, están registrados con nombres de escritores clásicos o de personajes legendarios- Dante, Paris. En fin quiero decirles que no hay tema que escape en su conversación, ni opinión acertada que no pueda dar en cualesquier tópico.
Para finalizar les digo que admiro sobre todas sus cosas, costumbres, hábitos, virtudes e ideas, su tenacidad y empeño para promover la cultura en todos los rincones del país, y que si bien dicen que “un libro es el mejor amigo”, yo tengo en Mario Arturo Ramos un libro con el que puedo platicar con facilidad y de quien siempre sigo aprendiendo cosas. Honestamente se los digo y lo sostengo:
Se pueden comprar las cosas, pero no los amigos verdaderos.
*Doctor y autor.