Por Leonidas Alfaro Bedolla*
Soylo Bueno DeVerdad, maestro rural; está solo en su aula, se le mira aletargado; pero de pronto, da un manotazo al escritorio y decide. Por enésima vez manda llamar a los padres de uno de sus alumnos, el motivo era el mismo de siempre: el bajo rendimiento escolar por causa de la manifiesta pobreza, y el casi nulo interés de los familiares del alumnado, principalmente del padre, varón; que se identifica por su irresponsabilidad a causa del alcoholismo que provoca la ignorancia. Aquello le molesta, y en su impotencia hila ideas, ideas que le acompañaban hasta el cansancio…
El rumor fue creciendo, y a medida que pasaban los días, la gente iba sintiendo que aquello, que se había generado como una inefable causa; estaba a punto de convertirse en una auténtica realidad. En muchos de los aproximadamente novecientos mil habitantes del municipio, se había incrustado el ansia de aquello que los atormentaba: cientos de cantinas y expendios de cerveza que había en las colonias populares y pueblos rurales, cerca de doscientos de estos, ya los habían convertido en bibliotecas.
¡Reprobamos esta artera agresión! ¡Que abran las cantinas! ¡Declaremos al libro: no grato! ¡Mueran Platón y Octavio Paz! ¡Vivan Chalino y Los Tucanes! Fueron algunas, de las muchas enardecidas frases que empezaron a escucharse por doquier. Ante tan inusitado escándalo, el primer edil, como promotor principal de aquella acción, lejos de amilanarse, reforzó su espíritu de lucha; solicitó el apoyo de las Instituciones educativas para reafirmar aquella decisión: convertir en bibliotecas al mayor número de cantinas y antros del municipio. La idea fue aceptada por el gremio magisterial.
Cientos de maestros y funcionarios, exponiéndose a ser golpeados, o quizás hasta linchados, por las hordas de enajenados que rechazaban a las bibliotecas y su huésped: el libro; debieron soportar, estoicos, los riesgos; éstos manifestaban tener la fuerza del soldado que sólo obedece las órdenes de un gobernante decidido; se había propuesto a dar cumplimiento a aquella hazaña: lograr que la ciudad fuera un pueblo de lectores, y de paso, minimizar el consumo de alcohol, atenuar la ola de violencia y asaltos, que en últimas fechas se habían convertido en odiosas rémoras; motivos ideales, que sus enemigos políticos usaban para atacarlo.
Al cumplirse los dos meses de aquel avatar, se festejó, abriendo las puertas de la biblioteca número 237; a los antros y expendios que aún quedaban, se les impuso un horario reducido, de las 19 a las 23:00 horas; en cambio, las bibliotecas funcionaban desde las 8 hasta las 22:00 horas; en instalaciones con aire acondicionado y servicio gratuito de café y refrescos. Además, un grupo especializado de maestros en letras y lingüistas, desarrollaban programas de lectura de comprensión, de rapidez, análisis literario y talleres para el aprendizaje de lectura y escritura. Concursos diversos para los creadores con premios de libros, viajes de placer y estudio. Todo auspiciado con recursos del municipio.
El gobernante municipal, animado por el entusiasmo de los miles de ciudadanos que apoyaban sus ideas, les tenía reservada una más ambiciosa; para exponerla, convocó a los representantes de los tres niveles de gobierno, de sectores gremiales, líderes agrícolas, del comercio la industria y el turismo; desde luego, a voceros del Gobierno Estatal, Federal y medios de difusión. Sin mayores preámbulos, expuso su proyecto, fue claro en costos y objetivos; al final coronó su discurso con una cursi pero significativa frase: “Un pueblo lector, se entiende y vive mejor”.
Entusiasta siguió para afirmar: “Nuestro municipio que ahora es uno de los más importantes del país, con la apertura de este proyecto: “La feria Internacional del libro de Culiacán”, se colocará como uno de los principales destinos culturales de América. El proyecto se desarrollará durante una semana; la correspondiente a la última de julio, -y con una sonrisa enfatizó-, es tiempo de las vacaciones de verano, por consecuencia un motivo que abona al proyecto.
Mis asesores, -con sincero orgullo, señaló a los tres que atentos escuchaban-, ya están diseñando un intenso programa que han de coordinar con las Instituciones educativas, culturales, y empresas, en especial las turísticas, para incluir en ese magno evento: exposiciones de nuestro folclor e historia, teatro, cine, música, danza, pintura, escultura, talleres de literatura y un largo etcétera. Serán convocadas las principales empresas editoriales del país, y todas las del mundo hispano.
Nuestra Feria del libro, cobrará relevancia con la presencia de los más importantes escritores Mexicanos, de Latinoamérica y España. –Con rostro alucinado, anunció como si aquello fuera ya una realidad-. Cómo embajadora de la feria tendremos, nada menos que, a doña Helena Poniatowska, y cómo invitado especial, al más grande, al premio Nobel: Don Mario Vargas Llosa. Sin duda, estos dos exponentes de la literatura universal, nos darán muestras de su grandeza abundando con interesantes temas, pero sobre todo, confirmaran que los pueblos pueden lograr ser verdaderamente libres con el saber, saber para dialogar, saber para ser tolerantes, saber para ser más justos”.
El vehemente final del Ciudadano Presidente Municipal, se manifestó en el ánimo de todos los presentes. Todos se arrebataban la palabra; querían expresar su apoyo en aquel apoteósico proyecto… El timbrazo del reloj despertador del maestro Soylo Bueno DeVerdad, como todas las mañanas, lo hizo saltar de su cama; abrió los ojos, miró el humilde estante de sus libros, amodorrado, entre dientes aceptó: -Sí… fue un sueño… y los sueños… sueños son.
*Novelista sinaloense.