Por Juan Cervera Sanchis Jiménez
El poeta César Vallejo dijo:
“Yo nací un día en que Dios estaba enfermo”.
Bien, pues yo, por el contrario,
resulta que sospecho que nací
uno de esos raros días en que Dios
tenía unas ganas locas de loco cachondeo
absorto en sus relajos.
Y aquí me tienen, vedme,
jugando al ajedrez con el fantasma
del insigne cubano Capablanca
y asumiendo uno y otro jaque mate
con la risa en los labios,
y escribiendo versos en el aire,
con mi siempre incansable dedo índice,
a novias invisibles,
e inventado aventuras de amor
y soñando que existen hadas y querubines
y creyendo y creyendo que la vida,
mi vida, es una fiesta
a la que la Creación entera está invitada
y tú también, no te excluyas,
pues en mi corazón nunca jamás
ha habido ni habrá nadie de sobra.