Nacional

El piano, la música y Alejandro Corona

Por domingo 27 de abril de 2014 Sin Comentarios

“La música no es una idea/  es movimiento/ sonidos/ caminado sobre el silencio.”
Octavio Paz

Por Mario Arturo Ramos*

El ejecutante del piano, compositor, educador, concertista, productor discográfico, Alejandro Corona nació en lo que fue “la región más trasparente del aire” en 1954; desde pequeño impulsado por su padre Reynaldo Corona – llamado el pianista de las estrellas – encontró en la música y el piano el  instrumento y el arte para expresarse.      El año de 1978 se graduó como concertista en el Conservatorio Nacional, recibiendo los más altos honores al concluir sus estudios y examen profesional. De 1979 a 1981 realizó estudios de posgrado en la Mushikhochschule de Friburgo en Alemania;  su presencia en el viejo continente lo llevó a presentaciones con éxito en escenarios de Polonia, Alemania, Suiza, EE.UU  y la República Mexicana.

En su labor pedagógica de 1982 a 2012, fungió como maestro en la Universidad Veracruzana – Jalapa- en las cátedras de Piano y Taller de Jazz, combinando su activad docente de 2007 a 2011 en el Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz  y desde mediados del 2010 en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Ha grabado discos, es triunfador en certámenes nacionales e internacionales donde ha conquistado a públicos exigentes con su maestría en la composición y en la ejecución del instrumento de sus amores: El piano.

Con motivo de las los días de asueto de la Semana Mayor tuve la oportunidad de charlar con el talentoso músico  bajo el aroma de un café negro, dos viejos amigos  se reencontraron.

M.A.- Te conozco desde los 70s, ejecutando en el piano música de Lennon y McCartney y tuya, por lo tanto puedo decir que al paso del tiempo: Alejandro y el piano, la música y Corona; entonces mi pregunta es lógica ¿cómo vives la música y el piano?

A C.- El piano es el centro en el cual gira mi vida por siempre. Es martirio y obsesión multidimensional, encuentro con el todo; disciplina, esclavitud placentera a la cual voy encadenado por amor y compromiso.

M A.- En la ejecución del piano existen diferentes escuelas reconocidas, entre las más destacadas: la alemana, la polaca, etc., ¿entonces en este universo de virtuosos se podría decir que existe una escuela pianística mexicana?

A C.- ¡Desde luego! Y se distingue porque está llena de colorido sonoro contrastante, tiene un tono especial, una forma de sentir y expresar única que se manifiesta entre otros: en Gustavo C. Campa, Manuel M. Ponce, Néstor Castañeda,  Salvador Ordoñez que son algunos nombres entre la pléyade que conforman los pilares.

M. A.- Tu labor como docente durante treinta años en la Universidad Veracruzana en las cátedras de piano y Taller de Jazz ¿cómo la definirías?

A C.- Una de las satisfacciones imborrables de mi oficio de músico es cumplir mi responsabilidad estética y social compartiendo conocimientos, experiencias, disciplina con los alumnos que aman y se dedican la música. Siempre señalo que componer, ejecutar, enseñar son tareas ineludibles.

M.A.- ¿En tu camino por escenarios, salas de concierto, estudios de grabación, salones de clase… cuéntanos tres momentos inolvidables?

A C.- La ovación que me tributaron los asistentes al Musik Hall de Hamburgo, Alemania después de un concierto donde intérprete música de F .Chopin; el abrazo afectuoso de Mario Ruiz Armengol al terminar el recital que ofrecí en el Museo Nacional de Arte (MUNAL) con obras de la autoría del genial veracruzano; el 17 de octubre de 2013, en el acto por la celebración en la Sala Dagoberto Guillamin  por mis treinta años de maestro en la Universidad Veracruzana.  Concierto inolvidable por ser un programa exclusivamente con obras mías, para orquesta, música de cámara, piano solo y la cereza en el pastel fue  que participé como pianista en casi todo el programa…

M A.-   Durante mucho tiempo el piano en la clase media y acomodada, era el centro de las tertulias sociales o familiares, servía de escenario,  de instrumento común, ante él se rendían profesionales y aficionados que daban rienda suelta a su espíritu artístico bajo la magia del teclado, ¿se ha perdido o son menos notorios los pianistas en estas reuniones?

A. C.- Hay cada vez más ejecutantes del piano, pero es cierto se ha perdido la costumbre de la reunión familiar o social en torno al instrumento. Hoy el ejecutante compite para ganarse un lugar en los conciertos, para cobrar plata y esta actitud permitió que se perdiera el sentido bohemio de la reunión.

M A.-  Alejandro de despedida le quieres contar a los lectores de La Voz del Norte, ¿qué esperas como tarea del mañana?

A C.- Difundir música, seguir interpretando las obras de mis dioses en conciertos, estudiar, estudiar, acariciar y disfrutar el piano que como señalé es el centro de mi vida.

La tarde cosmopolita contemplaba las primeras gotas de lluvia de un aguacero primaveral, Alejandro Corona se despedía con esa sonrisa autosuficiente que desde joven lo identifica. Tomado de la mano de su nuevo amor se perdió en el gris del atardecer, movía las  manos como si un piano de viento acompañara en su adiós, al despedirlo recordé a Octavio Paz: “Entre el silencio y la música/ el arte y la vida/ la nieve y el sol/ hay un hombre…”

*Autor e investigador

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