Por Enrique Arrieta Silva*
Invitado por Gilberto López Alanís, Director del Archivo Histórico del Estado de Sinaloa, el día 7 de marzo de este 2014, partí por la llamada supercarretera a la ciudad de Culiacán, para presentar a las 18:30 el libro ¡Patria Libre! que es edición facsimilar del periódico que publicaron en Durango las fuerzas revolucionarias de mi padre en los años de 1913-1914, en plena lucha en contra del chacal Victoriano Huerta. Las invitaciones al acto de presentación, fueron signadas además de por López Alanís, por Francisco Tavizón López Presidente de la Crónica de Sinaloa A.C. y Juan Salvador Avilés Ochoa Director del Instituto de Cultura del Ayuntamiento de Culiacán.
En el trayecto, vinieron a mi mente algunos de los vínculos que unen a Durango y Sinaloa, siendo los siguientes según mi leal saber y entender: Sinaloa, junto con Chihuahua y parte de Coahuila, pertenecía a la provincia de la Nueva Vizcaya, que tenía su capital en Durango. Heraclio Bernal, el bandido legendario que robaba a los ricos para favorecer a los pobres y que tenía una clara visión social y política, tan clara que fue antiporfirista, operó en las sierras de Durango y Sinaloa. Los arrieros de Durango como mi abuelo Teófilo, mi padre y sus hermanos, cruzaban la sierra hasta Culiacán, transportando mercancías y minerales. Con cuanta nostalgia me platicaba mi padre que para llegar a Culiacán había que cruzar tantos vados como días tiene el año. La música de banda, que tanto se oye en las poblaciones de Durango cercanas a Sinaloa, como Canelas y Tamazula.
La vida me ha dado la oportunidad de visitar Canelas, el paraíso recobrado, en algunas ferias del café y la guayaba y escuchar la música de banda que alegra los bailes populares en la plaza pública, música por cierto que rebota en los cerros que la rodean amplificando sus acordes de viento. Mi padre nacido en Canelas y creado en Vascogil, tenía como su música preferida, la de la Banda el Recodo, siendo sus canciones favoritas Mi gusto es, El sauce y la palma, China de los ojos negros, El quelite además de otras. Por aquel entonces, hablo de los años cincuenta y sesenta, el vocalista del Recodo era Eduardo del campo, después saldrían algunas grabaciones con Luis Pérez Meza.
La toma de Topia, en la que tomó parte importante el revolucionario sinaloense Ramón F. Iturbe, aguerrido, alegre y valiente, quien muy joven llegaría a lucir el águila en la frente, La toma de Culiacán, en la que participó de manera destacada mi tío Mariano al frente de la Tercera Brigada de la División Durango. La Adelita, canción que la banda de música que incursionó con las tropas del tío Mariano, en la toma de Culiacán, bajo la dirección del maestro Julián S. Reyes, se trajo de Culiacán al tocar en la Plaza Rosales después de la cruenta toma, proporcionada por un joven que según dijo le había compuesto a su novia.
Al regreso de las tropas a Durango, por instrucciones del tío Mariano, en acción de gracias por haber regresado con bien de la toma de Culiacán, la banda tocó el 12 de diciembre de 1913 en el atrio del Santuario de Guadalupe, estrenando La Adelita que tuvo un impacto inmediato y se convirtió en himno de batalla de las tropas arrietistas, mismas que por esa razón fueron conocidos como “Los Adelitos.” Es decir la canción de La Adelita tiene un origen musical que corresponde a Sinaloa, y un origen revolucionario que corresponde a Durango.
Los Carnavales que se iniciaron en Durango en el año de 1929 y se prolongaron hasta los primero años de la década de los cuarenta. En esos carnavales, a veces la reina del Carnaval de Mazatlán, venía a Durango a presidir las fiestas por un día, y la reina del Carnaval de Durango, viajaba a Mazatlán para hacer lo propio ese mismo día. Así por ejemplo, en 1942, la reina del Carnaval de Mazatlán Gloria Arregui, arribó a Durango por avión, el 16 de febrero a las 14:30, entre repiques de campanas, salvas, cohetes y música, acompañada de personalidades como el Presidente del Comité del Carnaval y el rector de la Universidad de Sinaloa, para presidir las fiestas del Carnaval de Durango.
A su vez la reina del Carnaval de Durango Gabriela I, por la misma vía aérea, salió a Mazatlán para presidir el carnaval del bello puerto. Por los años cuarenta, la juventud alegre y aventurera del Instituto Juárez, tenía la costumbre de viajar en vacaciones a Mazatlán a pie, haciendo la travesía a partir del Salto, Dgo., guiándose por los hilos telegráficos, costumbre ésta que terminó cuando un estudiante perdió la vida al disparársele accidentalmente su rifle calibre 22. No estaría de más, revivir esa sana costumbre con las debidas precauciones, por lo que deportivo tiene y el conocimiento de la naturaleza que proporciona. La carretera libre y la supercarretera, ambas prodigios de ingeniería y de paisajes espectaculares.
La migración de Durango a Sinaloa y de Sinaloa a Durango, que hace que se mantenga un aire de buena vecindad y familiaridad. El río Tamazula, cuyas aguas fecundadoras descienden de las altas montañas de la sierra de Durango para atravesar el mismísimo centro de la ciudad de Culiacán. En fin, en fin, no puedo menos que recordar, que mi padre, henchido de emoción, me decía que desde uno de los cerros de Canelas se divisaba el mar de Mazatlán, de ese Mazatlán alegre y bullanguero al que besa en continuas oleadas el mar del Pacífico. Volviendo al viaje a Culiacán para presentar ¡Patria Libre!, he de decir que la iniciativa de presentación fue de Ernesto Cebreros Murillo, mi estimadísimo amigo desde los tiempos del doctorado en derecho 1971-1973, a quien mucho estimo y debo. La presentación fue un éxito, gracias al empeño de los organizadores.
Un auditorio compuesto como de setenta investigadores, cronistas e intelectuales de primera línea, se mostró interesado y atento, haciéndome sentir como escritor importante, que solo lo soy en virtud de su hospitalidad y bonhomía, más que por méritos reales.
Agrego a mis recuerdos del bello y musical Sinaloa, éste nuevo, que me dio la oportunidad de convivir por dos días en desayunos, cenas y comidas, una de ellas con el estruendo armonioso de la Banda Ahome, con personas de la talla de Ernesto Cebreros Murillo y su grupo generacional, además de Teodosio Navidad Salazar, José Cárdenas, Miguel Chaidez Gamboa originario de Canelas, Dgo., Manuel Acosta Román, Jaime Félix Pico director de la Crónica Municipal y Adrian García Cortes, cronista de Culiacán.
Verdadero placer y emoción, sentí en desayunar con Ernesto en el restaurante típico “El Gallito” propiedad de Miguel Ángel Chaidez, y enseguida salir a caminar por la Plaza Rosales en donde nació nuestro canto guerrero de la Adelita. ¡Bien haya Sinaloa con su música de Banda y sus sirenas de mar y tierra!
*Académico, cronista duranguense