Por Juan Cervera Sanchís*
Este partir el pan de cada día,
este diario acercarse a la muerte
me recuerda un retrato de mi abuela
y aquellos sus dos ojos tan negrísimos
en donde se miraban las provincias
con pozos y geranios siglo XIX.
Este partir el pan de cada día
se me llena de llanto y de sol se me llena;
también de hermosas flores y muchachas.
Sé, y creo con mi abuela,
que nada de lo que aquí miramos y tocamos
nos pertenece, nada, y es por eso
que este partir el pan de cada día
y este diario acercarse a la muerte
me recuerda el retrato de mi abuela;
aquel que cuando niño solía contemplar
soñando su leyenda de amores traicionados.