Por Faustino López Osuna*
Este asunto ya lo había abordado de otra manera. Ahora lo inicio a partir de 2011, cuando acudía al estudio de grabación del músico amigo Juan Francisco Leyva Trillo, a grabar mis canciones, en Mazatlán. Eran los días de la cuenta regresiva de los tres meses de la convocatoria para participar en la composición del Himno a Sinaloa (agosto, septiembre y octubre). Entre grabar pistas o poner la voz, a veces el auxiliar y suplente del ingeniero de grabación, Francisco Reynaga, me pedía que le platicara sobre mis vivencias cuando estudié en Bulgaria (1967-1969).
Así recordé que los domingos, en Sofía, acostumbraba asistir a un local de la Federación de Estudiantes Latino Americanos en Bulgaria (FELAB) de la que yo era secretario de prensa, a escuchar discos de música folclórica de nuestros países. Un día, compañeros venezolanos me mostraron la grabación de valses de Venezuela hecha por Marco Antonio Muñiz, con la filarmónica de Caracas, para la RCA de allá. Bellísimas canciones de las que me aprendí “Soy de los Andes”, entre otras. Al escuchar ese título, Francisco, con pleno dominio del Internet, me dijo: “Aquí está. El disco se llama Serenata en Venezuela. Lo voy a bajar y le daré una copia”. Y, dicho y hecho, copió instantáneamente el programa utilizando las maravillas de la cibernética moderna.
Después de transcurrir 43 años y sin venderse en las tiendas de México, nunca creí volver a escuchar aquel disco, entonces LP y hoy CD. Me fui del puerto a Aguacaliente de Gárate deleitándome con la espléndida grabación, con la voz entera de Muñiz: “Soy de los Andes, soy puro corazón,/ soy como el ruiseñor que canta y es feliz./ Yo no me voy de aquí, la montaña es mi flor/ y flores como estas grandes sólo hay aquí”. Pasaron varios temas, evocativos de mi juventud en los Balcanes. De pronto vino el vals “Rosario”. Al oírlo volvió a mi mente que, precisamente, un incidente con dicha canción hizo que yo decidiera componerle un vals a El Rosario, Sinaloa. Todo porque habían hecho creer a nuestra inmortal Lola Beltrán, engañándola, que se lo habían compuesto a su tierra natal y así lo dijo ella en el programa que tenía en Televisa en 1969, en el que lo “estrenó” con su voz.
Ahora con el CD en las manos, en cuya carátula original se leía: “RCA Venezolana. Para su venta exclusiva en Venezuela”, puedo transcribir la dichosa letra de “Rosario”: “¡Ay, siendo tanto mi amor/ y tú lo quieres matar!/ Sin ti mueren mis esperanzas,/ sin ti no puedo yo vivir.// Qué bellas son las flores/ vestidas por la brisa,/ mujer encantadora/ más bella es
tu sonrisa.// (Bis) Rosario, toda la luz del mundo/ parece que se fijara en ti./ Te vi pasar como un rumor viajero/ y quise hablar para decir te quiero.// Rosario, eres ramo de luna/ que pasa queriendo florecer;/ Rosario, provoca,/ mi vida, besar tu boca”.
Pese a la obviedad de ser una bella canción de amor, no encuentro por dónde pudieron hacer creer a nuestra extraordinaria paisana que se la habían compuesto al terruño propio. Da qué pensar de cuántos abusivos aprovechados tuvo que padecer la gran rosarense a lo largo de su brillante trayectoria en el canto. Claro que en ninguno de los valses venezolanos aquí citados, ni en el campirano “Soy de los Andes”, se menciona el Orinoco, por ejemplo, pero tampoco en “Rosario” se cita el Baluarte, lo que sí hago yo en el mío para que lo dijera Lola: “Sé que fuiste tú/ nido de luz/ para mi voz,/ tu Baluarte fue/ donde abrevé/ mi inspiración”. Pero esa es la otra parte del asunto que espero volver a tratar a la luz de las circunstancias actuales.
Tuve la fortuna de que un año antes de su irreparable partida, en un acto multitudinario de homenaje a Lola en el Club de Leones de El Rosario, organizado por el Ayuntamiento en su cumpleaños, a insistencia de los compositores Jorge Macías (Tropecé de nuevo con la misma piedra) y Martín Urieta (Mujeres divinas) de la Sociedad de Autores y Compositores de México, presentes, le dije a la homenajeada los versos del vals “Lindo Rosario querido”, parte de los cuales cito en el anterior párrafo. Al día siguiente, invitado por el presidente municipal, estuve a despedirla en el Aeropuerto Rafael Buelna, de Mazatlán. Fue la última vez que la saludé en vida. Lamentablemente, al siguiente año murió.
En el presente mes de marzo, mes en que nace la primavera, que se festeja el natalicio de don Benito Pablo Juárez García y el día internacional de la mujer, se conmemora la expropiación petrolera, cumple años José Ángel Pescador Osuna y venturosamente llega a su segundo aniversario La Voz del Norte, también era el mes en que cumplía años la inolvidable Lola Beltrán. Descanse en paz en la tierra donde nació y a la que regresó consagrada.
*Economista y compositor.