Por Jaime Irizar Lopez*
Si de repente te miro, en la plaza, la iglesia o el café que solíamos visitar, aparecerán en mi alma de nuevo las fuerzas de vida y en mi cuerpo la ansias de amar.
Mi espíritu olvidado regresará al mundo de los sentimientos y mi cuerpo volverá a dar cuerda al reloj de sus deseos.
Por el sólo hecho de verte, en mi mente habrá desfile de lugares, acciones y sueños compartidos. Tu sola presencia, despertará mis ardores dormidos y la nostalgia de mi eterno amor por ti, construirá con suspiros mi serenata mejor.
Si de repente te miro, olvidare mis pesares, los grises de mis días se irán, mi caminar se hará mas ligero y mis sueños regresarán. Al volver a verte, creeré de nuevo en la vida, diré adiós a mis pasados tristes, veré con ligereza la más triste de mis realidades, mi visión de las cosas se refrescará y mi mente acartonada por el tiempo volverá a someterse al mandato fresco de mi corazón.
Si de repente te miro, borraré de mi mente cualquier pasado triste, olvidaré de inmediato tu civil atadura, dejaré lejos de nuestro alcance toda idea o prejuicio que intente limitar nuestra felicidad.
Tu serás como antes, mi única religión y mi principio rector, la disciplina de tus besos y las normas de tus caricias serán mi marco conductual.
Te invitaré gentilmente a recorrer nuestros lugares secretos, y en ellos, desnudos, de espaldas al mundo, te diré de nuevo con palabras, besos y caricias lo mucho que te extrañé.
La euforia que resulte del verte de nuevo dará fuerzas y ánimos a mi corazón triste para que reinicie su andar; el pobre, mil muertes ha tenido, porque te dejó de mirar.
Si de repente te miro, seré tan sólo por eso, el hombre que siempre he querido ser.
Si de repente te miro, empezaré a reescribir mi historia, como siempre la quise contar.
*Doctor y escritor.