Una noche de tantas, entre sueños me encontré con Dios, para no dejar pasar tan extraordinaria ocasión le pregunté – ¿A sabiendas del daño que le han causado a la humanidad las religiones para qué las construyó?- Se puso serio y me dijo – Ese no es asunto divino – y luego agregó- A ustedes les corresponde solucionarlo allá abajo-
Me invadió el desencanto e inmediatamente recordé la tragedia de los últimos veinte siglos, se me erizó la piel por el porvenir. Afortunadamente me despertaron de aquella pesadilla los maullidos de unos gatos que peleaban en la azotea de mi casa y, de nuevo murmuré – Padre nuestro por qué estás en los cielos…
*Docente. Facultad de Medicina / UAS.