Algunos me han preguntado cual origen tiene el verso,
y si tienen esta duda, mejor les narro yo esto:
Por Carlos Lavín Figueroa*
carlos_lavin_mx@yahoo.com.mx
”¡Upa y apa!
Dicen los de Cuernavaca:
¡El animal que es del agua,
nomás la pechuga saca!”
Con esa tonadilla inicia y termina el corrido revolucionario zapatista “El albur de la muerte” de autor anónimo.
¡Upa y apa!, es todavía en algunos pueblos de Morelos un grito popular que se hizo copla en ese corrido y desde tiempos de la Revolución se hizo arenga. “El animal que es del agua”, hace referencia al “pato”, dicho de persona presumida que anda con el pecho erguido.
Al término de la lucha armada, esa copla siguió siendo la expresión del orgullo cuernavacense, reto y arenga de los oriundos; fue común, cotidiana y contundentemente usada hasta principios de los años sesenta. Hasta esa época esta arenga se usó tanto de manera festiva como combativa, esto último como cuando era lanzada a los visitantes capitalinos fin semaneros, y que venían a la ciudad los fines de semana a “tomar la plaza”, asediando a nuestras mujeres –dicho se entienda de manera genérica-. Y ellos no callaban retorcían esos versos con un ¡Yupi yepa y yapa! chinguen a su madre los de Cuernavaca. Y se armaba la trifulca, pus nomas faltaba, “a mano limpia”… y algún capitalino se acercaba a la Fuente del León a lavarse las manos; tú con ese, a ti te toca este, tú agárrate aquel, a mi déjenme ese, algunas fueron históricas batallas campales, y cuando había que entrarle pues a entrarle, uno que otro hocico roto y algunos descalabrados pero no más, fueron pasados lances de adolescentes, pero en lo personal me gustan más los trancazos intelectuales en buena lid. Estas rencillas eran comunes en fiestas particulares, no había antros como hoy, pero eran más frecuentes los domingos en el Jardín de los Héroes, hoy Plaza de Armas, durante “La Vuelta al Jardín” cuando el sol ya pardeaba, costumbre provinciana que también sucumbía en esa década y que venía desde la época porfiriana, los hombres daban la vuelta para un lado y las mujeres para el otro, encontrándose cada vuelta, era la forma de “amarrar” novia, pero de pronto irrumpían los capitalinos en bola, y a darle que es mole de olla.
Que este recuerdo no de pie para revivir viejas rencillas entre jóvenes oriundos y capitalinos, eso quedó tiempo atrás, ya no se da. Pero al presente, los de aquí, estamos perdidos en un mundo de defeños llegados a radicar, son bienvenidos, siempre lo han sido, pero quizá no saben que ya son cuernavacenses por adopción y gracias a ellos nacen nuevas generaciones de cuernavacenses de origen, de esta manera, los nativos retomamos la ciudad, lo que es buen presagio.
Desde siempre Cuernavaca ha sido atractiva para todos, mexicanos y extranjeros, desde la época prehispánica, pasando por la época colonial cuando fue sede del Marquesado del Valle el único señorío nobiliario de América Continental, luego en el segundo Imperio con Maximiliano de Habsburgo y Carlota, lugar preferido por presidentes para descanso, ha sido sitio de inspiración de pensadores como Ivan Ilich, intelectuales como Gregorio Lemercier, artistas destacados de Hollywood y México, pintores como Siqueiros, Rivera y Frida, Tamayo, hoy está el maestro paisajista Jorge Cazares sus obras han ido de Cuernavaca al mundo, el escultor Víctor Contreras sus monumentales esculturas en bronce y plata, todas inspiradas y hechas en Cuernavaca, como “La Inmolación de Quetzalcóatl” de Guadalajara, otras están en sitios emblemáticos de todo Estados Unidos como en Nueva York, además de Europa como Bruselas y Paris, y aquí en Acapulco y Cuernavaca, que es la ciudad de todos, que sigue siendo lugar de nivel mundial, su clima, su historia, su vida provinciana, todavía, son un gran atractivo.
En la Reforma fue capital de la nación y otra vez en la Revolución cuando se traslada a Cuernavaca la Soberana Convención Revolucionaria, que es cuando se escribe el corrido de nuestro tema, “El albur de la muerte” que relata un hecho vivido por los Generales zapatistas Felipe Neri y Amador Salazar, ambos nacidos en Cuernavaca, aquí el original, que para sentirlo hay que leerlo cantado o por lo menos declamado pero de manera vigorosa y pausada:
Voy a cantar un corrido
que vale un filón de plata;
por lo que hicieron tranquilos
dos guerreros de Zapata.
Por eso al cantar me afilo:
y empiezo con un: ¡Upa y apa !
–¡Upa y apa ! …–
Dicen los de Cuernavaca:
¡El animal que es del agua,
nomás la pechuga saca !…
Huyó una orquesta de pájaros.
Se oyó música marcial.
Juvencio Robles: El Diablo,
quemaba mucho jacal.
Cada cacique era endriago
o Cancerbero infernal.
Felipe Neri, calmado,
dijo a Amador Salazar:
–Para descansar un rato,
jugaremos un conquián…–
Y pesos fueron jugando,
siempre de menos a más.
Luego le dijo Neri:– ¡Vamos
hora un albur a jugar !
Pero el juego lleva un trato
por nuestra causa social:
al traidor de Román Castro,
el que pierda, ha de matar.
–¡Juega el naipe y va jugando!–
Dijo en el juego el rival.
Puso en la mesa un caballo
y Neri, una sota en par.
Y pues llegó el as de bastos;
siete de espadas en paz;
cuatro de copas al tacto,…
y sota de oros;… ¡ Nomás !…
–¡Yo perdí el albur, muchachos!
Dijo el agrarista audaz.
En mi retinto cuatralbo
este albur voy a pagar…
Yautepec era un relajo:
había enemigos demás;
y entre todos, Román Castro,
el jefe municipal;
que con Zapata había andado;
pero hoy, era federal.
Estaba medio borracho
y echándoselas pa’trás.
Hizo la boca de lado
y comenzó a perjurar:
— ¡Yo el agrarista más cauto:
a Zapata, he de colgar!…
— ¡Cierra la trompa, marrano!–
gritó Amador Salazar…
Los hachones se apagaron
y vino la oscuridad;
y en la lluvia de balazos,
la muerte encontró a Román.
Salió con pistola en mano,
por si lo querían cazar,
y arriba de su cuatralbo
gritó: — ¡Yo soy Salazar !–
Y le llovieron las balas
sin encontrarlo jamás …
Díganme si este corrido,
¿ no vale la pura plata?
Aquí un jefe decidido
pagó albur…, y honró a Zapata.
Y aquí finiquito, amigos,
con el grito de: ¡ Upa y apa !
–¡ Upa y apa !
Dicen los de Cuernavaca:
¡ que el animal que es del agua,
nomás la pechuga saca !
*Cronista de Cuernavaca.