Por Carlos Varela Nájera*
El amor es una expresión cultural que la ciencia poco puede explicar, queda más a los poetas, el erotismo por otro lado, sería una de tantas expresiones de la sexualidad, hundiendo sus raíces para su estudio en el psicoanálisis, aunque no es el único saber expuesto, tiene la profundidad para abordar lo que hay de significante en sus expresiones, donde la variante de los sexos no se agota con conceptos ni recetas. Se observa cuando los sujetos tienen una relación intima, lo primero que preguntan es ¿te gustó? Implica que no se sabe el resultado de ese acto, porque más que nada es un performativo que en cada sujeto se repite de manera distinta y ahí la ciencia poco puede decir, esta asexualizada. La pregunta tras el acto es para tener la certeza, pero como eso es muy subjetivo, la pareja le tendrá que decir que fue un superman para que algo del narcisismo se mantenga potente, ya que flaqueamos de otra cosa, cosita.
Sin embargo la sexualidad ha quedado atrapada en el discurso cientificista y eso no está mal, sólo que la ciencia a la sexualidad le sale debiendo, sobre todo cuando sabemos que la sexualidad esta comandada por la pulsión, algo que la ciencia nunca va a aceptar. Algunas veces la pulsión se representa como pulsión respiratoria, en el jadeo, aire que va y viene. La pulsión no se satisface y siempre busca lo nuevo, de tal suerte que ésta desgasta las relaciones que los sexólogos quieren arreglar, dios los une y la pulsión lo destruye. Sin embargo, se hace de algo tan particular y tan privado, un mercadeo, negocios y ganancias, porque es el talón de Aquiles de todo sujeto, pero ahora apropiándose de la práctica de lo singular el discurso del positivismo que aspira a lo universal.
Conocer los padecimientos de los órganos que los urólogos cuidan con sus estudios clínicos es una disciplina importante, salvan muchas vidas y eso no se discute, el problema es que cuando todo lo de la sexualidad se quiere cientifizar, es tratar de imponer una camisa de fuerza a lo pulsional, éste tiene un nombre, es el reduccionismo de querer pasar la pasión por las evaluaciones, instalando lo que Jean Allouch llama el sexo del amo. Pero instalar una camisa de fuerza a algo tan complicado estalla en síntomas, hablando desde lo pulsional, la sexualidad se manifiesta no por ganas, bueno eso siempre el sujeto lo tiene, aunque no todo el tiempo funcione, eso, como uno espera, aun con las pastillitas, la sexualidad esta comandada por deseos que no pueden ser atrapados ni por recetas, ni con masajes, tiene que entrar el deseo para que algo de la libido se despierte, no es cuando el yo quiere, es cuando la pulsión requiere y aun en el fracaso la pulsión se satisface para sí misma. Dice la sabiduría popular ¡te quejas te quejas pero bien que te dejas! De algo tenemos que vivir, unos metiendo a los sujetos en camisa de fuerza llamada normopatía, meter, eso sí se puede, a todos los sujetos en la misma bolsa, y unos cuantos psicoanalistas sacándolos de la bolsa para lanzarlos a la escucha de ese bricolagge pulsional, donde siempre será la insatisfacción la única moneda de cambio que se sostiene… hagan sus apuestas… Feliz año.
*Licenciado en Psicología por la UAS, Psicoanalista,
Doctor en Educación, Profesor e Investigador.