La danza está de luto.
“Los mexicanos bailan y lo hacen con el alma”, escuchamos un día decir a Luis Rius en una charla en la UNAM. Es cierto la danza en nuestro pueblo es patrimonio cultural. Se danza para invocar a los dioses y ahuyentara los malos espíritus; como medicina ancestral o ardiente forma de despertar la belicosidad, como cortejo amoroso o sensualidad rítmica, como expresión corporal y oficio dancístico, como lenguaje que reúne en su espina dorsal a otras artes. El apunte certero del poeta explica por qué en el 2014 con el fallecimiento de Guillermo Arriaga Fernández-3/I/ 2014- la danza está de luto.
“Para construir la danza son necesarios tres factores que deben estar indisolublemente unidos: el ritmo, el espacio y la expresión.” Villada
La trayectoria artística del coreógrafo, bailarín, fundador de compañías dancísticas, escritor, compositor, que nació el cuatro de julio 1926, se nutrió con enseñanzas de A. Sokolow, Waldeen, José Limón, Doris Humphrey, Myra Linch, Seki Sano, Julio Prieto y las colaboraciones de Diego Rivera, Miguel Covarrubias entre otros connotados creadores . La interacción permitió que Arriaga diera vida a más de cuatrocientas coreografías, entre las que se cuenta desde luego su emblemática: “Zapata” música de José Pablo Moncayo; que es considerada una obra que distingue a la danza escénica nacional contemporánea.
El reciente deceso de Guillermina Bravo el pasado seis de noviembre del año pasado -1920- 2013- y la muerte de del creador de “Zapata” constituyen fehacientes muestras del final de una época en el arte dancístico mexicano que a pesar de su poca comprensión popular llena de gloria el arte mexicano. QEPD Guillermo Arriaga Fernández, un artista mexicano.