Por Juan Cervera Sanchis*
Los segundos se devoraban entre sí y los minutos…
Las horas sobrevolaban sobre el cadáver del tiempo
y, el espacio, indiferente, permanecía impávido y por
completo ajeno al devenir de los segundos, los minutos,
las horas y los siglos.
La instantaneidad de los instantes inventaba la memoria
del olvido y, la desmemoria, ebria de sí misma, vagaba por
el desierto de los recuerdos sin nombre.
El niño loco, y a la vez hiperlúcido, daba lecciones de
olvido y de memoria, a los cándidos e inocentes ancianos
de la aldea del Hoy Sin Ayer y Nunca Mañana sobre los
secretos de la Extra-Vida y la Extra-Muerte, donde todo es
posible. Yo, sumergido en mi yo, simplemente pelaba una
naranja y me la comía gajo a gajo ajeno a todas las realidades,
y flotando en la irrealiadad de tus labios, donde la Creación,
con Dios al fondo, era un largo y jugoso beso de vida eterna.
Del libro inédito:
“APUNTES DE LA LIBRETA DEL LOCO QUE SE SUICIDO CON LA VIEJA PLUMA ESTRILOGRÁFICA DE SU RAZONABLE ABUELO”.
PLANETA ÍNDIGO 33 DEL 94 DEL AÑO-SIGLO Y MILENIO
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*Poeta y periodista andaluz.