Decíase que fue nieto de un prominente general de la revolución mexicana.
El tener un pariente así representa casi siempre una patente de corso, vivir en la impunidad o en el cinismo absoluto. El nieto del general hacía valer muy bien o muy mal ésta canojía, nunca careció de lo estricto y muchas veces consideré tenía más de lo necesario. Esto lo hacía asumirse como “Junior”.
Los cachorros de la revolución generalmente son prepotentes, sobrados, arrogantes, ostentosos, estrambóticos e irresponsables. Portan vehículos lujosos, visten a la moda, tienen repletas sus carteras y viven para divertirse a costa de todo y de todos.
Nunca necesitó trabajar y creo que tampoco lo apetecía. Por lo anterior fue labrando a pulso su fama.
Cuando adolescente, el no trabajar adornornaba su persona, situación que lo distinguía de los hijos de obreros y de colonos, mientras estos últimos ayudaban a labores del campo a sus padres, los hijos de obreros se colocaban de eventuales en el Ingenio Rosales. ¡Él nada!
Su vida transcurría en la loca, entre montas de motocicleta, jugando foot-ball, básquet-ball y por lo tanto, se le miraba en el estadio “Alejandro Torres” botando el balón en las canchas o pateando la de gajos con los integrantes del equipo de la Sección 106.
Además, en sus tiempos libres dejaba correr la pluma y hacía poesía.
He aquí una perla:
“Elefantito, elefantito, que vuelas de flor en flor te voy a comprar unos lentes para que no andes descalzo”
Y por si fuera poco:
“Me fui a cazar, con una escopeta cargada de chicharrones para matar muchos patos; corazón, ¿por qué estás triste?”
Noten la profundidad de pensamiento en este:
“En la punta de aquél cerro, hay dos toros peleando, uno es pinto barroso y el otro no lo alcancé a distinguir bien, se fue en chinga”
¿A poco no tenemos un bardo en Costa Rica? Para confirmarlo pasemos al siguiente:
“Al pasar por tu casa me tiraron con un limón voy a seguir pasando para hacer una limonada”
Otro más o menos por el mismo rumbo:
“Al pasar por tu casa, me tiraron con un ladrillo voy a seguir pasando para parar la barda de mi casa”.
El siguiente me parece más elaborado:
-Por esta calle derecha hay un farol encendido ¡a mí no me chingan, ahí venden menudo!
Hacía de todo menos trabajar, bueno creo que no lo necesitaba, tampoco se le miraba ánimo, por lo anterior se fue haciendo punto de referencia obligada. Esta distinción consistía en condicionar el cumplimiento de ciertas obligaciones hasta que el nieto del general trabajara y así surgió lo siguiente:
-Te pago hasta que trabaje el Gilberto…
O esta otra:
– En cuanto trabaje el Gilberto te regreso tal o cual cosa
– Uff, uff.
Contestaba el otro.
Creo que nunca se cubrieron deudas no se regresaron prendas, ni se cumplió promesa alguna empeñada para cuando laborara el Gilberto.
¡El hombre nunca les dio el gusto!
Mucha gente del pueblo tiene la duda sobre qué dirá en el epitafio de su tumba, los más opinan que será lo siguiente: – “Aquí sigue descansando el Gilberto Uribe, amén”.
*Docente. Facultad de Medicina / UAS.