Por Verónica Hernández Jacobo*
Violeta Núñez plantea que los adultos deben responder al hecho de la infancia con un deseo particular, el deseo del educador, definido como la voluntad de ocuparse, no de los niños como tal, sino de que los niños aprendan. La educación tal como se presenta sería una irrupción de goce que el niño tiene que simbolizar, para que este niño responda a su real, para que esto sea posible es necesario que el padre se sostenga desde su responsabilidad subjetiva y que a su vez produzca esta responsabilidad subjetiva en el infante a partir de lo que el padre vehiculizo como instancia reguladora de prohibiciones.
Sabemos que los pequeños se ven amenazados por su cuerpo que va creciendo, esto genera un monto de angustia que se incorpora a su aparato psíquico vivenciando situaciones de conflicto en ámbitos escolares, desconocer esto genera incertidumbre y sobrediagnósticos de corte biológico en relación a la infancia. Estos niños se mueven en los límites que el padre debe marcar, la responsabilidad subjetiva implica haber aceptado la castración y el hecho simple de que no todo está permitido, si se quiere algo hay que luchar por conseguirlo, eso sería la responsabilidad subjetiva que no se puede permutar por nada del mundo.
Frente a esa angustia que le amenaza desde el cuerpo y desde la propia ley hace que el niño necesite un soporte de parte del otro familiar donde el deseo materno y paterno lo sostengan, de lo contrario este infante se puede desbarrancar, en este sentido niño y niña tiene que ser protegidos de la contingencias de la vida como los accidentes o bien la salud física, decimos en psicoanálisis: salvar al niño de lo real como eso que amenaza desde las sombras de cada inconsciente.
Salvarlo del dolor, del temor, o bien de que sea violentado por el otro, preservar su seguridad, el derecho del niño tiene que ser preservado de las amenazas del real y de sus goces aunque esto sea muchas veces imposible, sacar al niño de la alienación de la evaluación sería otro esfuerzo más para preservar su singularidad. Jacques Alain Miller plantea que todos somos de cierta manera irresponsables porque no podemos escapar ni del goce ni de lo real, no podemos responsabilizarnos de tanto real, no nos compete, no está en nuestras manos, sin embragó el psicoanálisis plantea que el sujeto siempre es responsable de su posición de poder responder, bajo esta óptica existe poca libertad, aunque el ser individual se lleve gritando libertad, esta está regulado por el otro.
La responsabilidad subjetiva se alcanza vía el nombre del padre, pero a partir de que el padre introduce la ley, este se asume a partir de la sanción, no del castigo, no es lo mismo castigar que sancionar, el castigo implica una dimensión descarnada violenta, la sanción debe ir acompañada por la palabra civilizadora para que la sanción se instrumente y no busque la venganza como salida, de hecho Lacan postula que el castigo constituye una de las características esenciales de la idea del hombre ya que esta dispone de un marco jurídico donde la ley se hace presente en el derecho.
Uno de los problemas que vive el infante hoy en día es que el derecho se instrumente en su contra desde la evaluación para judicializar hasta los procesos de aprendizaje, esta evaluación a ultranza mata la subjetividad enfermando sintomáticamente al infante agudizándose los problemas escolares de ahí que el cuidado de sí desde la responsabilidad subjetiva es la salvación de lo infantil frente a las amenazas de la evaluación.
*Psicologa, investigadora,maestra.