Nació en la ciudad de México en 1776. Los primeros años de vida los pasó en Tepozotlán, lugar donde su padre ejercía la medicina en el Seminario de los Jesuitas. Fue allí donde tuvo contacto con las primeras letras. Luego ingresó al Colegio de San Idelfonso, pero eran tan escasos los dineros que su padre no pudo costearle los estudios; más tarde estudió geología en la Real y Pontificia Universidad de México. A los 29 años se inclinó por el periodismo colaborando El Diario de México. Considerado pionero de la novela en América, José Joaquín Fernández Lizardi, fue hombre de ideas liberarles, simpatizante del movimiento enciclopedista, en el que destacaron Denis Diderot (1713-1784), Jean le D´ Alembert (1717-1783), el Barón de Montesquieu, Rousseau, por mencionar algunos. Con las limitantes que el régimen colonial imponía en el “Nuevo Mundo”, en cuanto a lecturas que divulgaban el conocimiento técnico, económico, político y social, Fernández de Lizardi, tuvo acceso a buenas lecturas que ya recorrían el “mundo civilizado” y coincidió en que el conocimiento no debía ser de unos cuantos iluminados, sino que era necesario ampliarlo y divulgarlo. Estas lecturas ensancharon su horizonte intelectual cambiando la percepción y simpatía que tenía por Fernando VII. Influido por esta corriente filosófica, a dos años de iniciada la guerra de independencia fundó el periódico llamado El Pensador Mexicano, nombre que a la vez utilizó como seudónimo. No obstante que en sus primeros escritos encontramos un himno dedicado al soberano español Fernando VII, 1 muy pronto sus ideas cambiaron radicalmente. Sus virulentos escritos contribuyeron a la divulgación de las ideas liberales de Hidalgo, que habían sido retomadas por don José María Morelos y Pavón. Debido a la contundencia de su pluma, este periódico fue suspendido por órdenes del propio monarca; Fernández de Lizardi sufrió persecución y cárcel cuando quedó clara su postura favor de la insurgencia, siendo Teniente de Justicia en el mineral de Taxco (hoy estado de Guerrero). Liberado que fue, dedicó su tiempo a escribir panfletos en defensa de la libertad de imprenta y contra el gobierno virreinal; estos documentos influyeron en el despertar la conciencia del pueblo mexicano. Fue preso de nuevo por sus críticas al virrey Francisco Xavier Venegas.2 Su obra literaria define su trayectoria crítica. El Periquillo Sarniento (1816), es una obra clásica; una novela moralizante de un pillo de buenos sentimientos, reeditada cientos de veces y que es una radiografía de los abusos y miserias en las que se desenvolvía la sociedad de la época. La Quijotita y su prima (1818), Don Catrín de la Fachenda (1822); son obras que han perdurado hasta nuestros día, con algunas adaptaciones. Fernández de Lizardi, incursionó también en la poesía y el teatro en obras tales como El negro sensible, Auto Mariano y otras. Su obra es vasta. Las primeras manifestaciones del romanticismo en México, quedan de manifiesto en su autobiografía titulada Misnoches tristes y días alegres (1818). José Joaquín Fernández de Lizardi, sin duda es considerado uno de los hombres de letras más reconocidos en el primer tercio del siglo XIX. Nuestro personaje se adhirió al Plan de Iguala, siendo el responsable de la imprenta del Ejército Trigarante. Tras consumarse la independencia de México, retomó su vida literaria; sus trabajos buscaban arraigar el sentido nacionalista así como interesar al pueblo en los problemas políticos de la nueva nación. Recién formado el imperio de Agustín de Iturbide, creyó en él, sin embargo, poco más tarde se dio cuenta de las injusticias y arbitrariedades cometidas por el nuevo monarca, por lo que se unió a las logias masónicas del rito yorquino desde donde combatió al nuevo imperio. Joaquín Fernández de Lizardi, falleció en 1827, en el contexto de una guerra interminable.
*La Promesa, Eldorado, Sinaloa, 2013.
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