Por Juan Diego González*
El mes de noviembre se ha realizado el Festival Tetabiakte en su décima edición, con el objetivo de celebrar la fundación de Cajeme, pero también de llevar espacios culturales y artísticos a la sociedad obregonense. Incluso, personalmente fui invitado a participar como cuenta cuentos, pero ya luego hablaré de esa extraordinaria experiencia. Invitado por Juan Manz, asistí a la inauguración “De hilazas y pinceladas” de los artistas (hermanos) Alfonso Gerardo y Javier Moreno Siqueiros. La vida te regala tantas sorpresas y esa tarde del 21 fue una de ellas.
El lugar del evento fue “Libros y más”. Esta librería se caracteriza porque en el segundo piso alberga una cafetería con terraza. El listón se colocó en las escalinatas y antes del corte, el poeta Juan Manz mencionó algunas palabras acerca de los artistas y sus obras. Los invitados nos acomodamos entre los estantes de libros y el ambiente era realmente de júbilo. De hecho, los hermanos estuvieron con la sonrisa a flor de labios.
En el primer recodo de la escalinata nos recibió un cuadro por demás fabuloso. Digo cuadro por llamarlo de alguna manera. Era un réplica de la “Madona de Loreto “(1604), conocida como la Virgen de los peregrinos. De 1.50 mts x por 1 mt, la imagen obligaba al espectador a mirarla con detenimiento. Inesperadamente, los datos enviados por mis ojos al cerebro se volvieron confusos. Las fibras aferentes le devolvieron al cerebro la misma información. Me acerqué, lleno de dudas, al cuadro. Sí, la información visual era correcta. Estaba ante un tejido. Una réplica magnífica de Caravaggio… pero tejida.
Algunos invitados me tocaron el hombro y una señora definitivamente me soltó un “con permiso”. Concentrado en corroborar que aquel cuadro es, en efecto, un tejido, obstruía el paso hacia la parte superior. Mi sorpresa (y entusiasmo) siguió igual en ascenso. Réplicas, de una Virgen de Guadalupe y aquella famosa foto de la niña iraní con los ojos verdes, tomada por Steve McCurry para el National Geografhic en 1984 (portada en 1985), también eran parte de la exposición. De nuevo, mi cerebro se revelaba a aceptar que aquellas imágenes eran tejidas.
“Es punto de cruz” –escuché a mis espaldas- “Cada obra tiene miles de puntadas y escojo los hilos, dependiendo del color y tono adecuado para ser fiel al original”. Así explicaba el artista Alfonso G. Moreno, a uno de los asistentes. Me acerqué para felicitarlo y conversar con él acerca de esta técnica, me atrevo a decir original, en un siglo XXI donde las propuestas de artes plásticas parecieran detenidas.
“Antes de hacer esto, tejía siguiendo modelos de revistas, pero hace años tuve la oportunidad de viajar a Australia, a tomar un curso de Colorimetría. Esos conocimientos me animaron a intentar hacer algo más creativo y arriesgado con el tejido”.
El artista me explicó también que tiene estudios profesionales de química. De hecho ese fue su trabajo de toda la vida, hasta que incursionó en esta nueva técnica de replicar con tejido en punto de cruz diversas imágenes.
“Empecé el 2009, con retratos que me hacían a pedido. También la tecnología digital me ha ayudado. Las fotos me proporcionan los colores cuando las hago que se pixeleen y así entiendo los colores exactos que hay en el fondo. Luego escojo los hilos correctos. Por ejemplo, el rojo tiene más de 70 tonos y debo usar el preciso, según la obra que estoy reproduciendo”.
Durante la exposición, una computadora mostraba los diversos momentos de elaboración del tejido, desde el día uno hasta meses después, cuando queda terminado. Algunos de estos videos, son subidos a you toube y han empezado a generar propuestas para Alfonso G. Moreno.
Originario de Cajeme, pero radicado en Guadalajara, se siente orgullo de regresar a su tierra, junto con su hermano Javier, para exponer sus obras en el Festival Tetabiakte.
*Escritor, docente sonorense y Representante Legal de escritores de Cajeme A. C.