“Hazlo por mi Corazón” De: Carlos Sánchez Premio Libro Sonorense 2012, Género: Cuento
Por Miguel Ángel Avilés*
Dicen por ahí que si algo toca la literatura es el discurso, yo digo que, además de eso, en la literatura debe prevalecer la buena historia. La mentira vuelta verosímil y bien contada.
Hay quienes dicen, también, que en la vida ya todo está dicho, sólo falta empezar a contarla.
El artista, dice Camus, “se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo a los demás; equidistantes entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar”
En el libro “Hazlo por mi Corazón” de Carlos Sánchez se aprecia, afortunadamente, ese logro. En los catorce cuentos que lo componen esta el eco de una voz que no es la suya, y él levanta la mano para tomar la palabra y convertirse en el amanuense de estos personajes.
“Hazlo por mi Corazón”, como si con esta condolencia se lo hubieran suplicado, el autor escribe el diario de los que ya están muertos o de los que ni tan siquiera tienen registro oficial en este mundo.
Compila léxicos que brotan de la periferia social y extrae eso que para la literatura no es bueno ni es malo, sino que es condición humana. El mundillo en que nos movemos también tiene una cara sucia y por igual hay que mostrarla.
Que fuera de Carlos si no tuviera la palabra. Que fuera de Rafael, el Víctor el recepcionista, el July,el Panuco, el tío José, o aquel mecánico: el Nacho, el Resorte, el Toñete, o Marla o el Peque sin el Carlos.
Esto, sin embargo, no sería bastante si el autor no arriesgara, si esto que está narrando no fuera búsqueda de un estilo expresivo donde los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creando así una objetividad y unidad propia.
El escritor de este libro entiende que no es ventrílocuo ni proyección personal, ni mucho menos defensor de alguna causa. Si esto subyace que bien, pero los muñecos de Carlos Sánchez, es decir, sus personajes han cobrado vida propia y, realidad o leyenda, imaginación o testimonio, estos llegaron para quedarse en este habitat de lectores, sus lectores, y de esta pasarela literaria.
No es el recolector de la basura, tampoco una cámara oculta. No es espía ni delator de intimidades. Es, el libro de Carlos Sánchez, un retrato hablado de lo otro y de los otros: lo que afea, lo que se maldice, lo que alguien enclaustra y esconde: el loquito del pueblo que se soltó de pronto y se puso a contar verdades.
El lector, su cómplice, no será el que lo corretee para encerrarlo. El escribano de estos cuentos andará callejones y caminos largos, oscuridades, cuartos sin luz, cuerpos sin rostros, cabezas humanas que se patean como una pelota.
Son 96 páginas sin límite de tiempo. Puede que ustedes cuando lo lean si salgan bien librados. Puede.
Me apropio nuevamente de lo dicho por Camus para decir que si los escritores han de tomar un partido en este mundo, este sólo puede ser el de una sociedad en la que según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador.
Se dice que las ideas de Camus no han perdido un ápice de vigencia con los años.
Porque sobre todo fue creador antes que juzgar. Porque prevaleció la buena historia. Porque quiso contar, contó y punto.
Hacia ese rumbo va Carlos Sánchez con este libro. Hacia allá deseo yo como lector que vaya.
En la vida ya todo está dicho, solo falta empezar a contarla.
A los escritores les pido por mi Corazón que así lo hagan. Carlos Sánchez, por su parte, ya lo está haciendo.
*Lic. en Derecho, escritor y Premio del Libro Sonorense.