Por Sofía Mireles Gavito*
Los días del 29 de octubre al 1 de noviembre del 2013 se realizo en Cuernavaca, Morelos el Primer Congreso Internacional sobre Patrimonio Cultural, Códices y Manuscritos prehispánicos y novohispanos. Varios compañeros cronistas de Chiapas asistimos para participar con el tema: Matrícula de tributos, y analizar las láminas 1, 2, 3, 4, 25 y 31 del mismo. Salimos de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez el lunes 28 de octubre a las 6 de la mañana y llegamos a nuestro destino a las 8 de la noche.
El día 29 de octubre se dio la inauguración de este Congreso a las 9 de la mañana. Luego se dio una conferencia magistral sobre: “El tiempo y el espacio en los códices” impartido por Marc Thouvenot. El Congreso se realizó en el Jardín Borda, antigua casa que construyó el acaudalado minero don José de la Borda durante el virreinato, y que sirvió de residencia veraniega a los emperadores Maximiliano y Carlota.
A los cronistas chiapanecos nos tocó participar el jueves 31 de octubre en la tarde, desde las 4:30 a las 8 de la noche. El coordinador de nuestros trabajos fue el Dr. Fernán Pavía Farrera, autor del libro: Chiapas y Guatemala en documento indígena prehispánico. Matrícula de Tributos. Alternativa para su conocimiento, publicado en el 2006. Basándose en esta obra se analizaron las láminas antes mencionadas y se afirmó lo siguiente: que las láminas 1,2 y 3 no son de tributos; que la lámina 3 ya no se encuentra en la Biblioteca del INAH de la ciudad de México; y que basándose en las láminas 2, 25 y 31 se demuestra que hubieron dos migraciones mexicas en Chiapas y Guatemala, en tiempos de Ahuizótl ( la primera en 1498), y la segunda en tiempos de Moctezuma Xocoyotlzin en julio de 1510.
Igualmente, la provincia de Soconusco fue tributaria de los aztecas a partir de la 2ª migración. En la lámina 25 se mencionan 8 pueblos tributarios: Mapastepec, Soconusco, Acapetahua, Huixtla, Huehuetán, Mazatán, Cahuacan y Ayutla; de ellos, los 7 primeros pertenecen actualmente a la costa del Estado de Chiapas y el último: Ayutla (actual Tecun Uman), pertenece a la República de Guatemala, después de los tratados de límites entre México y Guatemala en 1882. Los tributos se entregaban dos veces al año: en el segundo mes tlacaxipeualiztli (22 de febrero a 13 de marzo) y el 11º mes ochpaniztli (21 de agosto al 9 de septiembre); y consistían en dos grupos de: una ensarta o collar de 7 piedras finas verdes esféricas y cilíndricas, 400 atados de plumas verdes, 400 atados de plumas rojas, 400 atados de plumas amarillas, 400 atados de plumas largas amarillas, una pieza de color amarillo en forma de T; 80 pieles de pájaros muertos, disecados, un tecomatl de cuello alto con pasta de cacao, 20 pieles de ocelotl, 100 fardos de cacao, una olla de barro para hervir agua.
Hubo otras conferencias magistrales como la del Doctor en Etnohistoria por el ENAH Jesús Bonilla Palmeros, quién comentó “El Uso de pictografías en el proceso de evangelización en el siglo XVI; y otra sobre los documentos geográficos que tiene la Universidad de Austin, Texas sobre México que tenía Joaquín García Izcalbaceta, y que su hijo los vendió a esa Universidad. También hubo ponencias sobre temas tan interesantes como los pigmentos vegetales y animales que utilizaban los indígenas para pintar los códices, los textiles y vestimentas. Así se hablo de la cochinilla, que da el color carmín, el caracol, del que se obtiene el color púrpura; del añil que da el color azul; la semilla del achiote que da el naranja y el vegetal xacatlaxcalli que da el color amarillo.
Se explicó de los soportes usados para pintar y que eran: el amate, la fibra del maguey y la piel de venado. Y en tiempos de la colonia, se usó el papel de algodón, el papel de lino y el papel pergamino.
La palabra códice viene del latín: codex, que significa libro manuscrito; y son los documentos pictóricos o de imágenes realizados como productos culturales de las grandes civilizaciones maya, azteca, mixteca, zapoteca, otomí, purépecha, etc., que surgieron y se desarrollaron en Mesoamérica.
Los códices eran hechos por los tlacuilos, palabra que procede del náhuatl tlacuiloa que significa escribir pintando. Según Sahagún para ser tlacuilo se necesitaba tener ciertas cualidades como: saber usar los colores, debe señalar las imágenes con carbón, hacer buena mezcla de colores y saberlas moler y mezclar. Los códices se resguardaban en un edificio llamado Amoxcalli, “casa de los libros”, custodiado por la nobleza y los sacerdotes.
Los códices se clasifican según su origen en: mayas, mixteca, azteca, etc. Según su época, tomando en cuenta la conquista, son prehispánicos o coloniales, y se menciona el siglo en que se produjeron. En cuanto al contenido temático se han agrupado según el asunto más importante de cada manuscrito, dado que casi siempre poseen varios, en: 1) calendáricos- rituales, almanaques; 2) históricos; 3) genealógicos; 4) cartográficos, lienzos, mapas y planos; 5) económicos, catastros, censos, planos de propiedades, tributos; 6) etnográficos; 7) misceláneos; 8) catecismos indígenas; y 9) Techialoyan.
De los códices prehispánicos, muy pocos se conservan, porque desde la conquista fueron destruidos en forma generalizada; primero en la toma de los amoxcalli y después en “autos de fe” que organizaban los frailes para aniquilar lo que ellos consideraban “obra del demonio”. Actualmente, se conservan quince códices prehispánicos.
Un códice colonial es un documento que contiene textos en caracteres latinos, ya sea en lengua indígena, española o latina, junto con glifos de tradición indígena. Oficialmente hay cerca de 500 códices catalogados, los cuales se considera que fueron hechos en los siglos XVI y XVII.
HEMEROGRAFIA:
Galarza, Joaquín. “Los códices mexicanos” en Arqueología Mexicana. Núm. 23 (Enero-Febrero de 1997) pp: 6-13.
Valle, Perla. “Memorias en Imágenes de los pueblos indios” en Arqueología Mexicana. Núm. 38. (Julio-Agosto de 1999) pp: 6-13.
*Cronista de Tonalá, Chiapas.