Nacional

La Canción en la Revolución Mexicana

Por domingo 17 de noviembre de 2013 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel “El Cuervo”*

La-Cancion-En-La-Revolucion-MexicanaValentina, Valentinaaaaa… Yo te quisiera deciiiir… Que una pasión me dominaaaaa… Y es la que me ha hecho veniiiiiir…
—¿Qué es eso, Abuelo…?
—La canción de La Valentina… A poco no la conoces…
—No, nunca la había oído en toda mi vida…
—¡Jajajaja! ¿en toda tu vida de cinco años…?
—Sí, en toooda mi vida… Nunca la había oído… Y ¿Por qué se llama La Canción de La Valentina?
—La Valentina… Solamente se llama La Valentina… Y se llama así porque fue dedicada a una mujer que llevaba ese nombre y anduvo en la revolución…

Y a partir de es momento, un aroma a pólvora comenzaba a escurrirse entre las palabras del abuelo… Narraba mil historias como si él mismo hubiera estado en batalla… Lo cierto es que, según mi abuela, cuando el abuelo era jovencillo se lo llevaron en la leva como casi a todos los jóvenes… Pero la abuela decía que no habían sido revolucionarios sino nada más robavacas… Eso decía… “Tu abuelo nunca hizo ni un tiro siquiera, nomás anduvo ahí con todos los demás robando las vacas de todos los ranchos dizque para darle de comer a los alzados… Pero nada más… Puro robavacas… Nada más…” El abuelo se indignaba cuando Mamachela decía eso… El rostro se le transformaba de inmediato… “¡Célita, deja de andar diciendo eso que no es cierto…! Qué vas a saber tú de lo que vivimos en la revolución… Nos pasábamos la noche en vela vigilando y cuando llegaban los “pelones” se armaba la balacera… “ “Mentira… Puras mentiras… Se pasaban la noche echando trago y cantando… Y sepa Dios qué tantas tarugadas más mientras se comían el ganado que robaban…” “Sí, cantábamos para darnos ánimo… Cantábamos La Valentina, La Cucaracha, La Adelita y canciones así de la revolución… “ y mi abuela nomás movía la cabeza y se alejaba riendo mientras el abuelo se quedaba rojo del coraje porque lo desacreditaba delante de sus nietos…

No sé… Nunca supe si el abuelo en verdad entró en batalla alguna vez o si tenía razón la abuela al decir que nada más anduvo de robavacas… Lo que sí sé y recuerdo con mucho cariño y gran intensidad, es que gracias a esas historias que el abuelo contaba de la revolución, de su revolución, me enteré de muchas de esas canciones que formaron parte de la historia del levantamiento popular de 1910… La canción, al igual que el teatro, casi siempre ha tenido un contenido subversivo… Y durante la revolución, mucho más jugando un papel importantísimo. Una canción puede ser el detonante preciso para un movimiento social, puede ser la motivación exacta y adecuada para sacar fuerzas de la muerte misma y realizar hazañas inimaginables… Una canción, puede cambiar el mundo si es preciso… Y las canciones de la revolución mexicana, fueron d tonantes, motivantes, denuncia y conseja popular e incluso hasta mensajes ocultos durante los movimientos que cambiaron a nuestro país a principios del siglo XX… “En lo alto de una abrupta serraníaaaaaa… Acampado se encontraba un regimientooooo… Y una moza que valiente lo seguíaaaa… Locamente enamorada del sargentoooo… “ Y yo escuchaba la canción y la Adelita se paraba frente a mí con sus cananas cruzadas al pecho… Y la quería escuchar una y otra vez… Pero entonces no había youtube, ni ipads, ni nada por el estilo… Así que a mi mamá le tocaba la jodienda pidiéndole que me cantara la Adelita hasta que me la aprendí… Otras veces, me aprendía esas canciones de la revolución cuando en la escuela se montaban obras musicales para festejar el aniversario de dicho evento el día 20 de noviembre… ¡Ah cómo recuerdo esos bailables al amparo de la música jocosa y divertida de canciones de la revolución! “Estaban las tres pelonas… Sentadas en una silla… Y una a otra se decían: ¡Que viva Francisco Villa…! Y estaban las tres pelonas… Sentadas en la ventana… Esperando a Pancho Villa… Pa’ que les diera una hermana…” y nosotros bailando y conservando toda la facies del personaje revolucionario… Las patillas pintadas con corcho quemado al igual que los bigotes arriscados… Tal vez de ahí me quedó el gusto por ello hasta la fecha… Y es que en verdad era hermoso todo lo que se llevaba a cabo en las escuelas para conmemorar nuestra revolución… Niños y jóvenes orgullosos de nuestro origen, de nuestra historia, de nuestra tradición y cultura porque en los adultos existía esa preocupación, esa labor de conservación de los valores nacionalistas mismos que se reflejaban en las escuelas en cada uno de sus festejos… “Y si Adelita quisiera ser mi novia… Y si Adelita fuera mi mujeeeeeer… Le compraría un vestido de sedaaaaa… Para llevarla a bailar al cuarteeeeeel…” Y yo soñaba con Adelita… La bella Adelita con su vestido amplio y sus trenzas sobre las cananas cruzadas al pecho y gritando ¡Viva la revolución…!

—Vamos a montar una obra acerca de la revolución… Necesitamos muchos personajes, necesitamos quien haga el papel de Pancho Villa, de Emiliano Zapata, de Álvaro Obregón…
—¡Yo, yo quiero hacer de Pancho Villa, Maestro, yo quiero…!
—Yo quiero el de Emiliano Zapata, Profesor…
—Tú no puedes hacer a Pancho villa, Alberto, porque a ti te vamos a poner de el revolucionario que cantaba en los campamentos…
—¡No es justo, solamente porque canto ya no voy a poder actuar… No es justo! ¿por qué no ponen a alguien más a cantar…?
—Sí vas a actuar, vas a actuar cantando y además vas a llevar unos parlamentos… Pero ni modo que te pongamos de Pancho Villa y a cantar… Él no cantaba…

Así, me quedé con enormes deseos de actuar el personaje de Pancho Villa… Y me tuve que “conformar” con cantar muchas de esas canciones que le había escuchado antes al abuelo… “Marietaaaa, no seas coquetaaaaa… Porque los hombres son muy maloooos… Prometeeeen, muchos regaloooos… Y lo que dan son puros palooooos… La Marieta fue a los toros, su mamá no lo sabía… Porque andaba de coqueta con los de caballería…” Eso sí, entraba muy en mi papel y verdaderamente me sentía un alzado que después de la refriega cantaba alrededor de la fogata para motivar a los demás en su afán revolucionario… Y volvía el olor a pólvora como cuando el abuelo me contaba sus historias de Villa y Zapata… Ficticias o no, eran historias bellas que me hacían volar hasta el campo de batalla mientras cantaba: “Voy a cantar un corrido, de un amigo de mi tierraaaaa… Llámabase Valentíiin y fue fusilado y colgado en la sierraaaaa… No me quisiera acordaaar, era una tarde de inviernooooo… Cuando por su mala suerte cayó Valentín en manos del gobiernoooooo” Esa canción me provocaba un nudo en la garganta… “Valentín como era hombre, de nada le dio razóoooooon… Yo soy de los meros hombres, de los que ha inventado la revoluciooooooon…” y me convertía en Valentín de la Sierra rumbo al paredón… Me convertía en Zapata y en Villa… O simplemente me convertía en testigo del valor de la Adelita y todas las soldaderas que entregaron la vida misma en aras de la revolución y que conquistaban el corazón de los aguerridos alzados y también de los militares, los pelones… “Yo soy rielera, tengo mi Juan… Él es mi encanto, yo soy su quereeer… cuando me dicen que ya se va el tren, adiós mi rielera que te vaya bien… Tengo mi par de pistolaaaas, con su parque muy cabal… Una para mi querida y otra para mi rivaaaaal… “ volaba en las canciones hasta esos campos, esas batallas y cabalgaba al lado de Villa y Zapata y por supuesto al lado de ese mi abuelo montando su alazán colorado… El alazán que nunca me dejó montar porque sólo a él respondía la rienda… y entre cantar y escuchar cosas como la Marcha Zacatecas, crecía mi emoción como polvareda que se levantara al cabalgar… La Marcha de Zacatecas, fue escrita por Genaro Codina, compositor de la época… ¿Cuántas veces habrán tocado esa marcha para animar a los revolucionarios a seguir la lucha…? Vaya usted a saber, pero se convirtió en un himno de la revolución que incluso fue utilizado para enzalzar el nacionalismo en noticiarios cinematográficos como aquel inolvidable “Cine Mundial” que veíamos en vez de los comerciales que ahora ponen antes de la película en las salas de cine… En ese noticiario, era infaltable la Marcha de Zacatecas que encendía el orgullo aún revolucionario nacionalista en los asistentes… Pero lo curioso, es que esa Marcha la escribió el Maestro Codina para un concurso y nunca se imaginó que iba a ser algo así como una bandera musical revolucionaria… Tan no lo imaginó, que fue precisamente Genaro Codina quien escribiera otra marcha pero no para la revolución, sino al contrario, esa marcha fue dedicada a quien la revolución combatía y fue titulada con el nombre del mismo: Porfirio Díaz… ¡Quien lo iba a decir… La música de Genaro Codina, fue parte de ambos lados de la revolución mexicana, del oprimido y del opresor…! Lo mismo hizo Miguel Lerdo de Tejada con otra marcha que tituló “El Gran Presidente”… Me pregunto, cómo le habrán hecho ambos autores para congratularse con el pueblo al triunfo de la revolución… En fin, me despido cantando “Y si acaso yo muero en campañaaa… Y mi cadáver lo llevan a enterraaaaaar… Adelita por Dios te lo ruegoooooo… Que hasta mi tumba me vayas a lloraaaaar…”

Entre el olor a pólvora que vuelve a motivarse recordando al abuelo y las canciones de la revolución.

*Cantante, compositor y escritor.

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