Nacional

Palabras sin obscuridad

Por domingo 29 de septiembre de 2013 Sin Comentarios

Por Víctor Roura*

Palabras-Sin-ObscuridadEn 1995 el libro A la salud de los enfermos, de Juan Domingo Argüelles (Chetumal, Quintana Roo, 1958), obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (y el volumen salió editado ese mismo año en Joaquín Mortiz), pero no consagró a su autor, que esas cosas lo tienen sin cuidado, porque con galardones o sin ellos el poeta no dejará nunca de escribir poesía. Y tal como es, crítico pertinente, y pertinaz, Domingo Argüelles, con una cauda de libros a cuestas, apunta en sus versos todo lo que mira, y siente:

Limpia frescura la del agua,
y no apaga esta sed
ni borra de la boca
esta sustancia amarga,
este fuego que crece,
te hace ceniza el cuerpo,
te da certeza humilde
de ínfimo ser del todo vulnerable.

Su definición poética en seis cuartetas octosilábicas:

No trates de obscurecer
lo que las palabras dicen;
nada dirán para ti
si nada quieres que digan.

Es certeza singular
del lector y sus oficios
descifrar con la razón
y entender con los sentidos.

Y en ello habrá que insistir
hasta que la piedra aprenda:
cada mañana despierta
la luz en su transparencia.

Por ello, decir no basta
si lo que dices no dice
y sólo nombras palabras
que al corazón contradicen.

Escribirlo una vez más
tal vez logre el objetivo
de irritarte una vez más,
y una vez más te lo digo:

no trates de obscurecer
lo que las palabras dicen;
nada dirán para ti
si nada quieres que digan.

Pero no odas (Aforismos, epigramas, sátiras, elegías) lo publicó en 2011, volumen que abre la colección poética “La Furia del Pez” (Ediciones del Ermitaño / Fundación Anjor), es el título donde Juan Domingo Argüelles hace coincidir los engranajes del crítico con su trabajo de poeta:

Durante mucho tiempo me pareció que el aprendizaje tenía lógica y congruencia…
hasta que conocí de cerca de mis maestros.

Y la perfidia de los vivos en un poema satírico (quizás a la manera de mejor Salvador Novo, el encauzador de las jiribillas y la mordacidad en los versos, siempre dirigidos contra los que no simpatizaba, a diferencia de Domingo Argüelles, que recurre a este sistema para criticar, no para denostar):

Benítez, te fuites y los dejates.
Pero ya no te lloran tus penates.

Pronto se olvida lo que les dites,
no debiste olvidarlo, tú, Benítez.

Hicieron lo que quisieron tus tanates.
Hoy dicen que decías disparates.

¡Ay, Benítez, Benítez, ay, Benítez!
¡Si oyeras lo que dijeron cuando te fuites!

Alguna vez, el poeta escribió que sus notas (ya nostálgicas, ya alegres) le sabían “a fruta fresca y a calor”.

Y si eso no es poesía, me rindo.

*Periodista y editor cultural.

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