Por Carlos Varela Nájera*
Con este título abordo diferentes temáticas de relevancia en nuestra contemporaneidad, además abro una serie de artículos sobre los debates culturales, a partir de la exigencia de no dejar de pensar, debiendo ser un ejercicio de rigor frente a la avanzada de ciertos discursos oscurantistas que aun en el nombre de la ciencia se quieren hacer presentes, para algunos se agota el debate cuando se afirma, es biológico o genético, ahí acaba la discusión, pienso que el sujeto es más complejo que sus agoreros deterministas. Por lo tanto, que sea el pensamiento, el debate de ideas cuya fertilidad no se diseque en el nombre de prejuicios cientificistas, deterministas, reduccionistas y fundamentalistas, que el flujo de ideas no se corte, que sea la argumentación fuera de dogmas el vehículo conductor de los debates culturales. En Estos debates culturales comenzaremos a reflexionar acerca del matrimonio gay, para que cada quien desde sus lecturas reflexione sobre este tema.
[…] Seamos claros. En un asunto como el matrimonio gay, el pueblo francés, representado por el parlamento, es efectivamente Dios el padre. Por una simple razón: Es el parlamento el que debe decidir en última instancia, con el respeto de la constitución y de los Derechos del Hombre. Jacques-Alain Miller.
El matrimonio homosexual no es algo dado de manera natural de lo contrario no se debatiría, el psicoanálisis piensa sobre el matrimonio homosexual que este no debe ser demonizado, como lo hace la religión, pensamos que se tiene que llevar a cabo pero aún hace falta conocer el desencadenamiento psíquico de hijos de padres homosexuales. Quien promueve el matrimonio homosexual da por sentado su instrumentación, el psicoanalista apoyaría el matrimonio homosexual teniendo ciertas reservas sobre lo que se desencadene en la subjetividad de ese infante adoptado. Si bien es cierto para Lacan todos hemos sido adoptados por el Nombre del Padre, este tiene una función esencial ya que instala la castración y la operatividad de la función simbólica, pero también el deseo de la madre lleva una impronta constitutiva, habría que ver si uno de ellos asume la función materna a pie juntillas, porque la madre culturalmente es aquella que reprime sus deseos para cumplir su función cabalmente, y la práctica homosexual instala su práctica no reprimible, maximiza la búsqueda del placer sin caer neuróticamente en la represión en la prohibición, sino en el uso exclusivamente de los placeres.
Culturalmente la madre era aquella que se quedaba en casa privándose del uso de los placeres, mientras que el hombre, además de trabajar buscaba un plus de goce que no compartía con la hembra, al menos con su mujer, tal vez con otras sí. Quien juegue la función materna la hace desde su deseo es probable que de ahí surja una familia disfuncional como somos todos los demás, pero sin caer en el discurso que enarbolan los gay, que frente a la caída de la familia vendrán los gay a restituir esa función, lo veo muy difícil. Ahora bien, dentro del movimiento gay, hay quienes no aprueban el matrimonio, porque con toda la responsabilidad que implica vendría a neurotizar los lazos con su pareja, como lo hace la familia “tradicional”, aun más ellos saben que su cuerpo fue hecho para el placer y no para la maternidad ya que el ano es la tumba de espermatozoide porque este no puede ser fértil, de ahí que pongan en escena el máximo placer del cuerpo sin la represión de lo maternal en sus entrañas.
Sabemos que Foucault era homosexual y murió de sida, le apostaba más al uso de los placeres que a la domesticación de estos placeres, por ello planteaba una teoría gay radical sobre la satisfacción del órgano, por sobre el sostenimiento espiritual del matrimonio, porque sabía que este era una construcción religiosa, una forma de control y la manera superlativa de administrar el poder entre los sujetos. Por lo expuesto anteriormente el psicoanálisis plantea uniones del mismo sexo, frente a esas disyuntiva pensar un tipo de nuevo padre, porque el matrimonio no se debe parar por causa del hijo, en todo caso veamos el nuevo semblante de padre que tendremos que desplegar teorizar y psicoanalizar.
Los dos grandes problemas a seguir trabajando, una vez aceptada el matrimonio homosexual son: como inscribir la diferencia sexual necesaria para el proceso de sexuación en los niños, y como pensar la paternidad cuando el padre, en una era post-lacan, ya no podría ser definido, para el caso de una pareja homosexual que adopta un hijo, como aquel que hace de una mujer la causa de su deseo, sea la madre del niño o no. Es una definición que repetimos todo el tiempo y que nos veríamos obligados a cuestionar si nos tomamos en serio el problema. Es un desafío del psicoanálisis. Mónica Torres (2010). Uniones del mismo sexo.
*Licenciado en Psicología por la UAS Psicoanalista, Doctor en Educación, Profesor e Investigador..