Por Carlos Lavín F.*
Entre las familias oriundas de Cuernavaca este tema ha sido tradición oral por siglos, unos dicen que es mito, otros afirman nomás “porque sí” que eran canales subterráneos, pero ¿realmente eran para escape, ataque y defensa? Al respecto, recién he profundizado la investigación, lo que sigue es sólo una síntesis:
Desde la época prehispánica existen en Cuernavaca largas cuevas artificiales o túneles subterráneos cavados en el duro tepetate de tres a cinco metros de profundidad justamente para paso de una persona a la vez. Cuando la escuela Colón estaba en calle Salazar, los alumnos entrabamos a un túnel que iba en línea recta hacia el Palacio de Cortés, y en esa misma línea cien metros pero al poniente donde estuvo el Registro Civil está otro acceso a sólo unos metros del puente de Amanalco y otro en la hoy casa de cultura infantil La Vecindad conocida antes como la Vecindad de la Cueva. Otra entrada está bajo la catedral y va en dirección del Palacio de Cortés, otra más está donde inicialmente fue el Tecpan donde vivían los señores tlahuicas, después fue iglesia de San Pedro que ya no existe, después fue Teatro Ruiz de Alarcón y va en dirección a la catedral y de ese mismo punto otro más parte hacia el centro de la ciudad y llegaría también hasta la barranca de Amanalco, estos dos túneles están a medio tiro de lo que fue un disimulado pozo de agua en el patio central de esa propiedad, y menciono que era un pozo disimulado ya que en ese lugar no hay agua a esa escasa profundidad entre otras razones por estar en una loma alta de tepetate, mi amigo Paco Guerrero Garro, sobrino de Elena Garro entró en ellos cuándo rentaba esa propiedad y menciona que estos túneles no eran para agua ya que tenían subidas y bajadas. Paco junto con otros cuernavacenses como Francisco Trujillo, incursionó en otro túnel que está en el llamado Jardín Borda antigua casa que construyó durante el virreinato el acaudalado minero don José de la Borda y que a medio siglo XVIII sirvió de residencia veraniega a los emperadores Maximiliano y Carlota.
Gutierre Tibón menciona los túneles de Cuernavaca en su libro “Aventuras en México”.
En los “Códices de Cuernavaca y unos títulos de sus pueblos”, escritos de 1552 en náhuatl y traducidos al castellano, que se encuentran en Paris, publicados por J. Dubernard en 1991 y auspiciados por el Gobierno de don Antonio Riva Palacio, en su página 111 algunos caciques durante los inicios de la época colonial describen los linderos de sus terrenos, ahí, varios de ellos citan “cuevas” que verdaderamente eran esos largos túneles, dice uno de ellos “…de ahí a las casas donde está un platanar de del tránsito (probablemente se refiera al altar del tránsito de catedral. Nota de J. Dubernard), [Transetto se refiere al crucero y centro de la catedral. Nota de C. Lavín] y continua al puente grande para seguir a la cueva que parte a Xalaltlauhco y termina en el puente, (el de Amanalco era llamado puente grande, punto donde atacaron los conquistadores a Cuauhnáhuac, que después llamarían Cuernavaca) y sube a una laguna, para acabar en la cueva donde empiezan las tierras de Tecpan” (frente a catedral).
Las llamadas cuevas en ese códice o código que muchos habrán leído pero no analizado, lo afirmado por los caciques indica que iban de un lugar a otro a distancias considerables, dando alrededor de dos kilómetros desde la barranca de Amanalco pasando por el Palacio de Cortés hasta la Catedral y de ahí al Tecpan llamado de san Pedro llamado así por haberse construido ahí una iglesia que ya no existe, y se menciona que los túneles tenían subidas.
Entre otras páginas, en la 80 menciona otro cacique; que “…allí está una cueva aonde se empezó la iglesia (catedral), y a dos lomas esta una canoa (canal) por donde pasa el agua”, lo que indica que la cueva ya estaba ahí antes de construir la hoy catedral y que el agua pasaba a dos lomas en un canal y no en la “cueva”. Otro, don Melchor de la Cueva menciona; “…vivía yo en la loma donde llaman Cuauhlotitlan donde acaba la cueva, que allí estaba un temascal llamado Tepetlacalco, subiendo por la mitad de la loma “a caer a la barranca” esta una cueva donde está un temascal de onde sale el sol” (Amanalco), ninguno menciona que corría agua en ellas. Recordemos que algunos apellidos surgen por el lugar donde vivía o tenia propiedades la persona como es el caso de don Melchor de la Cueva.
El tepetate donde fueron cavados no se presta de ninguna manera para cuevas naturales, otras muy distintas son minas de arena y piedra que formaron cavernas también bajo el Centro Histórico de Cuernavaca.
Su trayectoria coincide con lo dicho por oriundos como Octavio Sedano, Mario Salazar Parra, el abogado Pedro A. Jiménez Alegre y los arquitectos Jorge Salazar Díaz y Francisco Antonio Flores Castro entre otros, ellos con otros más entraron en varios tramos, todos resumen que eran rectos y largos toneles y que no eran para agua ya que tenían subidas y bajadas.
¿Cuevas o túneles? También es cuestión de semántica. Según la Real Academia de la Lengua, cueva, viene del latín cova, el latín es la lengua madre del castellano, y la define como “cavidad subterránea más o menos extensa, ya natural, ya construida artificialmente”. Y, túnel, viene del inglés tunnel, que es un “paso subterráneo abierto artificialmente para establecer una comunicación”. Partiendo de esta base, los señores indígenas y antes Bernal Díaz que hablaban en ese tiempo el castellano más puro usaron la palabra cueva la que también es una construcción artificial en lugar de túnel que es una palabra de origen inglés y que en ese tiempo no se usaba en aquella lengua elemental, palabra que se incorporaría muy posteriormente al idioma ya español. En las comunidades indígenas se sigue usando la palabra cueva en lugar de túnel.Cuevas naturales con esas características no existen en bajo la Cuernavaca prehispánica ni colonial. En ese códice claramente se diferencian esos túneles de los cauces de agua que corrían sobre la superficie; les llaman caños a los cauces naturales de ojos (nacimientos) de agua, y canoas a los canales artificiales que pudieran ser en tramos hechos de madera, y en la descripción de los canales de sistemas de riego tampoco se aluden subterráneos para conducir agua.
Francisco Leyva primer gobernador de Morelos menciona en su libro “La Municipalidad de Cuernavaca” de 1873, “canales de agua potable y común a nivel de calle”, nunca dice de la existencia de canales subterráneos para agua potable ni para aguas turbias ni drenaje de aguas negras que en definitiva no existían ni en la época prehispánica ni en la colonial, tampoco había aguas contaminadas por alguna industria como para bajarlas a tal profundidad y de ser así podían tener salida natural por los desniveles en que se encuentra la Cuernavaca antigua. Los drenajes de aguas negras se construyeron hasta finales del siglo XIX y principios XX y van en medio de las calles sin llegar a ser túneles ni a tales honduras.
Esos largos y estrechos túneles que algunos oriundos conocemos en unos tramos, se construirían en la época prehispánica dándole usos como el de ataque, defensa y escape como lo describe Bernal Díaz en la conquista de Cuernavaca: “…y estaban muy fuertes (los tlahuicas) por unas cavas y (además) riachuelos que están en las barrancas…y es fortaleza para ellos, y de esta manera estaban tan fuertes que no les podíamos entrar…”, esta batalla se dio en el entonces puente de madera de Amanalco, mismo que “alzaron” los tlahuicas para tratar de impedir el acceso a Cuauhnáhuac, estos túneles serían después aprovechados por los conquistadores de igual manera, son comunes en el medioevo, y en todos los continentes, en todas las épocas y culturas y no son los únicos en México. Cuando se fueron construyendo casas, estos pasadizos se fueron tapiando, ya por los cimientos, ya para impedir el acceso por debajo de una propiedad a otra, sólo algunos propietarios conocen su existencia.
El túnel que sale del molino que estaba en la casi esquina de las ahora calles de Abasolo y Netzahualcóyotl, hoy estacionamiento, es de la época ya colonial, también ya fue recorrido por éste autor, y este, si sería para dar salida al agua que activaba su rueda que estaba a nivel de piso pero no por ello se puede generalizar ni había molinos por toda la Cuernavaca colonial. En casas como la del Jardín Borda había pequeñas cámaras subterráneas usadas por su baja temperatura para conservar alimentos y vinos, eran de características distintas a los largos túneles.
Fuente, FUNDACION, inédito, mismo autor, 1001pp. D.R. ©
*Cronista de Cuernavaca.