Por Juan Carlos González Gastélum*
Como en muchos lugares se estila, las personas se unen con diversos motivos. En la cabecera municipal de Mocorito, surgió por los años noventas del siglo que acaba de pasar un club de mujeres que a lo único que se dedicaban era a tener un momento de diversión, unión y relax.
Así pues, en esta entrega quiero hablar del Club del Rosal, un grupo muy bien integrado, que comenzó a tomar forma a partir de un cumpleaños de mi hermana Victoria el cual resultó muy divertido y al que acudieron muchas mujeres; a partir de ahí y por varios años tuvo vigencia.
Haciendo memoria, recuerdo que a este club pertenecieron las mujeres de mi casa, encabezadas por mi amá, Mélida, mis hermanas Victoria, Rosa, Mara y Fabiola. Además, Tere Encines, Michelle Pierre, Arcida de Camacho, Berthila Noriz y sus dos hijas; Chila Gómez, la maestra Terer Gil, Alba Alicia Encines, María Elena de Parra, doña Concha de Higuera, Panchita de Velázquez, Paz Rojo, Flora Uriarte.
Estas mujeres se reunían con motivo del cumpleaños de alguna de ellas, por cierto, el nombre de club del Rosal, vino en virtud de que era una tradición que a cada cumpleañera le hacían llegar un hermosos ramo de flores que incluía rosas frescas y aromáticas.
Así les llegaron también con su ramo a Celia Medina, doña Chila de Camacho, Lolita y Nidia Parra, María Luisa y Muñeca Sánchez, Aricela Rojo, Martha Sánchez, Lilia Ahumada, Chelita Araujo, Chana de Chavira, Clara Navarrete, Rosy Valenzuela, Mirtha de Gámez, una señora de nombre Mely que atendía una joyería, además de Carmen Chavira.
Previo al festejo, contrataban un sonido para poner la música que ambientara la fiesta casi obligadamente con cumbias, mambos y de banda, pero las cumbias eran el eje central de la diversión, pues provocaba los más grandes momentos en cada fiesta. Son muy memorables los bailes, mejores que las rumberas del cine de oro mexicano que protagonizaban también Carmela Ibarra, China Arce de Jiménez, Rosy López Aguilar, Pita de Uriarte, Marisa de Lío, Luz Parra o doña Mely de Valenzuela.
Otra característica de este grupo era que se contrataba a Pepe Barraza para que se encargara de las fotos y el video y era casi exclusivo su servicio en dichas fiestas en las que la tónica era llegar, fotografía (posando y todo) y video de la entrega del arreglo de flores, además del abrazo en fila de cada integrante e invitadas, se empezaba la bailadera, las dinámicas de juegos diversos que arrancaban las carcajadas de las asistentes; la primera pieza que sonaba era como una especie de vals en la que todas bailaban con la cumpleañera; después se servía la cena, al respecto también había algo especial.
La festejada decidía qué se daría de cena, pero había una comisión de ayuda que acudían temprano a picar la carne y las verduras, menear los frijoles o hacer la sopa fría, para que «no se cansara tanto». Ya en la fiesta y después del abrazo y la entrega del arreglo, era cuestión de que una se levantara a bailar, para que se armara un buen ambiente en el que no faltaban las bullas y los aplausos a los mejores pasos.
No había tanta formalidad, pues la idea era estrechar lazos de amistad, divertirse y bailar como contratadas, hasta casi no poder caminar o perder las tapitas, o los zapatos, pues en ocasiones era tan larga la bailada que había que bailar descalzas, hasta que se llegara la hora de terminar la fiesta, es más, algunas regresaban a sus casas con las chanclas en la mano, la despedida era un momento que también se grababa en video.
Otra característica de estas fiestas era que se organizaba de acuerdo al gusto de la cumpleañera, pues si ésta decidía que fuera de disfraces, como hawaianas o damas antiguas, así se hacía; en una ocasión la fiesta fue un símil a unos de quince años con todo y corte, me acuerdo muy bien que como mi Mamá festejaba su cumpleaños el 14 de septiembre, pues decidió que deberían de ir vestidas a la usanza mexicana, la fiesta no terminó en la casa, sino que todas salieron y fueron a parar a la plazuela, donde se llevaban a cabo los festejos patrios, lo que causó admiración entre quienes estaban en el baile.
Como en todos los grupos, surgen ideas de realizar actividades que trasciendan, este nutrido grupo de mujeres participaba en las actividades de la Cruz Roja, del DIF o en el carnaval, en el que anotaban su comparsas y disfraces; con la efervescencia que da el compartir alegrías, las damas impulsaron a Daniela Uriarte Ibarra para que participara como reina del Carnaval. Estaba tan bien este grupo, que se organizaron para donar bancas en la iglesia con reclinatorios acolchonados que todavía perduran.
No se el por qué de la desaparición de este club que por varios años trajo alegría a muchas mujeres, pero si me han informado que se tiene la firme intención de reunir de nuevo a quienes lo integraban y en diciembre hacer sonar la música y bailar las cumbias como lo hicieron en muchas casas de mi querido Mocorito.
*Docente UAS-Mocoritense.