Por Andrés Garrido del Toral*
“Pereció el hombre más esclarecido, más valeroso y más querido de México”; así escribió en enero de 1924 el Senador norteamericano por Alaska, Ernesth Gruening al referir en su artículo periodístico la muerte de Felipe Carrillo Puerto, a manos de la oligarquía yucateca patrocinada por los grandes oligopolios yanquis.
Es muy difícil escribir sobre Carrillo Puerto y dar un juicio serio cuando no se ha profundizado en el material que sobre su obra se ha impreso. Es el personaje yucateco sobre el cual se han hecho más apologías, llegando al extremo casi de santificarlo. El escritor Pedro Echeverría en su obra “La Política en Yucatán en el siglo xx”, cuestiona si ¿hubiera actuado igual Carrillo Puerto en una época que no fuera precisamente la más alta de la Revolución Mexicana? ¿Hubiera sido un gobernador que se reeligiera indefinidamente y ejercido un maximato en Yucatán hasta salir desprestigiado?. Lo único que podemos contestarnos es que hasta donde sabemos del prócer yucateco, su vida fue congruente con su pensamiento y que además pudo alcanzar la categoría de mártir al morir en el mejor momento y en manos de la reacción.
Felipe Carrillo Puerto nació en la ciudad de Motul, hoy de Carrillo Puerto, el 8 de noviembre de 1874, sus padres fueron Justiniano Carrillo, honrado y estimado comerciante, y Adela Puerto, noble dama de esa bella región yucateca situada a muy pocos kilómetros del mar. Además de Felipe, el matrimonio Carrillo Puerto tuvo los siguientes hijos: Edesio, Wilfrido, Benjamín, Gualberto, Aurelio, Eraclio, Audomaro, Enriqueta, Hermida, Anselma y Elvia.
Esta familia pertenecía a la clase media baja, pues no era como se cree, una familia de carreteros, sino que tenían carretas para la distribución de sus mercancías. Por las escasas oportunidades que en materia de instrucción había, sólo pudo cursar Felipe la educación primaria, en la escuela del profesor Bernardino Enríquez. Al darse cuenta de que sus compañeros de estudios eran más pobres que él, hurtaba de la tienda de su padre lápices y cuadernos para regalárselos.
Concluidos sus estudios básicos se dedicó a viajar de Mérida a Motul llevando mercancías para después emplearse en los Ferrocarriles Unidos de Yucatán. En uno de estos viajes, en plena adolescencia, fue encarcelado por hacendados henequeneros al arengar una rebelión de campesinos que protestaban derechos de paso en un latifundio. En 1909 se puso en comunicación con algunas personas que deseaban afiliarse al movimiento de don Francisco I. Madero. Celebraron juntas secretas para organizar el movimiento revolucionario en la Península yucateca, pero fueron encarcelados y sujetos a torturas, incomunicaciones y trabajos forzados. Pero, a pesar de las medidas extremas que se tomaron contra Felipe, él, con suma habilidad, desde su prisión siguió desarrollando actividades en favor de la causa maderista. Después de algunos meses de prisión huyó hacia los E.U.A., en busca de trabajo y tuvo la oportunidad de relacionarse con Samuel Gompers, quien sería más tarde presidente de la American Federation of Labor y uno de los ideólogos más grandes del movimiento laboral mundial. Sin embargo, a pesar de estar fuera del territorio nacional Carrillo Puerto no perdió contacto con el Sr. Madero y al iniciarse la lucha armada el 20 de noviembre de 1910 ingresó a las filas de Emiliano Zapata con quien se identificaba en relación al problema agrario, el cual lo nombró coronel de caballería.
Al ser asesinado Madero, Carrillo Puerto se alzó en contra de Victoriano Huerta, y más tarde, fundó el Partido Socialista del Sureste compuesto por los Estados de Yucatán, Campeche y Tabasco, constituyéndose en su líder nato. Ya desde 1911 se había convertido en líder de opinión regional al hacer circular el “Heraldo de Motul” y la revista “Mérida”.
En el año de 1918 es diputado local y a finales del mismo es designado gobernador interino del Estado de Yucatán. Más tarde fue electo diputado federal y finalmente gobernador de Yucatán por el período comprendido del 5 de febrero de 1922 al 4 de febrero de 1926. Las elecciones para Gobernador donde triunfó Carrillo Puerto han sido calificadas por observadores extranjeros y nacionales como “las más puras y legítimas que jamás se han visto en México”.
Al llegar Felipe Carrillo Puerto a la gubernatura, Yucatán presentaba el mayor cuadro de pobreza y atraso en comparación con otros estados de la República donde la Revolución había empezado a derramar frutos.
La superficie del Estado de Yucatán es casi en su totalidad de roca sólida, tan dura que es imposible plantar un árbol. En 1922 habitaban esa superficie 600 mil mayas bastante empobrecidos. Lo único que podían medio cultivar era el henequén, además de que el subsuelo yucateco no tiene nada que ofrecer a la explotación. El 60% de la población era descendiente de los mayas, el resto era una mezcla de españoles con maya, libanés, cubano y chino. En 1847 todo Yucatán había sido sacudido por una terrible guerra de castas, en la que los indios rebeldes llegaron a dominar casi el 90% de la península. La casta divina-yucateca recibió ayuda del Gobierno Mexicano y de la Habana consistente en tropas y armamentos, arrasando y quemando pueblos enteros con todo e indios. A resultas de esta guerra, el gobierno tuvo pretexto para convertir nuevamente en esclavos a los mayas que no habían sido asesinados, además de que la burguesía cubana necesitaba mano de obra barata y solicitó envíos de indígenas hacia la Isla de Cuba; con la venta de esclavos, se hizo más rica la casta divina yucateca. Cabe mencionar que esta situación prevaleció aún después del porfiriato.
El gobierno de Carrillo Puerto se significó por el mejoramiento constante en favor de las masas obreras y campesinas, así como de las mujeres y niños, contando con el respaldo de la intelectualidad mexicana e internacional, las cuales concurrieron a su toma de posesión. Hizo el gobernador Carrillo dotaciones de tierra y de instrumentos de labranza, llevando ingenieros agrónomos que enseñaron al pueblo la nueva técnica para el cultivo de la tierra.
Fundó agrupaciones de mujeres cuyo principal objetivo era la emancipación del sexo femenino hacia una situación de igualdad con el hombre. También, se concedió el voto activo y pasivo a la mujer, es decir, podían votar y ser votadas, por lo que no fue extraño que en el corto período de su mandato (2 años casi) hubieron regidoras en los principales ayuntamientos y tres diputadas locales. También emprendió una guerra sin cuartel contra el alcoholismo, elevando los impuestos sobre el ramo y no concediendo una licencia más, al contrario, canceló las existentes, lo que desató la ira de los caciques y hacendados, cuya principal fuente de riqueza era el envilecer a los mayas y miembros de las castas.
Se fundaron innumerables escuelas nocturnas para trabajadores, y lo que es más notorio, a 20 días de tomar posesión del gobierno, se estableció la Universidad Nacional del Sureste, hoy Universidad de Yucatán, y las escuelas de Música y de Bellas Artes. Facilitó la introducción de la educación experimental y la impartición de clases en español y en maya.
Movilizó a los obreros y campesinos a través de sindicatos y ligas de resistencia donde se les brindaba educación para que conocieran sus derechos y obligaciones. Cuando Carrillo recibió el gobierno yucateco, la economía estaba en bancarrota porque los trasnacionales neoyorkinos señalaban el precio del henequén, el cual no era el que debía ser; en pocos meses, se fijaron condiciones más justas y con el excedente, se construyeron escuelas hasta en las rancherías más alejadas de la capital. Las cosas cambiaron tanto que en el campo se producía maíz en demasía, a tal grado que le criticaban a Carrillo Puerto el envío de toneladas de este producto para ayudar al gobierno de Lenin en la URSS.
A la reforma agraria siguió la reforma urbana, al decretar la congelación de rentas para empleados y trabajadores.
Comprendiendo que para darle vida a las poblaciones del interior del estado se necesitaban caminos modernos, abrió carreteras en todas las regiones, pero la principal fue la carretera Dzitás-Chichén-Itzá, gracias a la cual las zonas arqueológicas pudieron ser restauradas y admiradas por todo el mundo. También creó el primer museo arqueológico e histórico, además de celebrar torneos pedagógicos, editar obras de autores yucatecos y establecer bibliotecas por todos lados. Reformó los sistemas penitenciarios al crear un reglamento de cárceles que obligaba a dar a los presos un trato más humano, prohibiendo el uso de apandos y bartolinas; permitió que los reclusos salieran a tomar aire y sol; estableció para ellos conferencias culturales los domingos y escuelas nocturnas además de talleres artísticos y de oficios; también inventa el que los presos pasen un día con sus familias y la instauración de la visita conyugal.
Durante la administración de Carrillo Puerto se dictó la primera ley sobre contaminación ambiental y la Ley de Relaciones Familiares para proteger a los hijos nacidos fuera de matrimonio, eliminando los vocablos de “hijos ilegítimos o bastardos”. También dio un fuerte impulso al deporte introduciendo la práctica del beisbol en las zonas rurales de todo el Estado. Así como había traducido la Constitución de 1857 al maya para que los indígenas conocieran sus derechos, también lo hizo con la de 1917.
Quisiéramos puntualizar que sería injusto el atribuir estos logros solamente a Carrillo Puerto, porque si revisamos cuidadosamente los meses y los años más radicales del obregonismo, fácilmente podríamos encontrar que el ultrarradicalismo de Adalberto Tejeda en Veracruz, el de Garrido Canabal en Tabasco, el de Guadalupe Zuno en Jalisco, el de Francisco J. Mújica en Michoacán y el de Carrillo en Yucatán, son un reflejo del gobierno de Alvaro Obregón que pretendía cumplir, al fin, con los objetivos de la revolución que Carranza había aplazado.
Es en el año de 1923 en que Felipe Carrillo Puerto conoce a la periodista Alma Reed, corresponsal del rotativo TIMES DE NUEVA YORK, de donde la habían comisionado para estudiar las ruinas arqueológicas mayas recién descubiertas. Alma Reed ya era para entonces una heroína en México al haber logrado el indulto de un joven mexicano llamado Simón Ruiz condenado a la horca en San Francisco. El Presidente Obregón la invitó a visitar el país donde fue recibida cordialmente y condecorada por el Gobierno Mexicano.
Cuando Alma conoció a Carrillo éste tenía 49 años y ella entre 25 o 30 años; él la cortejó con entusiasmo y le dio el nombre de Pixan-Halal que equivale en maya el nombre de Alma Reed. Se cuenta que una noche de baile, al ir en un coche Carrillo, Alma y el poeta Luis Rosado Vega, éste recibió del gobernador el encargo de hacer unos versos para Alma, inspirado en el perfume embriagador que despedían esa noche las flores después de la lluvia. El compositor más notable de Yucatán, don Ricardo Palmerín Pavia, pondría la música y así surgió la hermosa canción “PEREGRINA”, cautivadora composición que después del “CIELITO LINDO” y “ESTRELLITA” es la canción mexicana más conocida en todo el mundo y ha sido traducida a todos los idiomas, porque aparte de la belleza de su letra y música está ligada a la romántica tragedia que vivieron Alma Reed y Carrillo Puerto.
En el otoño de 1923, después de varias semanas de intenso noviazgo, La Peregrina regresó a San Francisco al lado de su madre, Carrillo debía reunírsele poco después para casarse con ella en esa ciudad. Todavía la clase conservadora de Yucatán, y especialmente la de Mérida, no le perdona a Felipe Carrillo Puerto este amorío que consideraban adúltero, porque el gobernador estaba casado con doña Isabel Palma Puerto desde el 18 de febrero de 1908, de cuya unión nacieron seis vástagos. Pero lo que no dicen sus detractores es que Carrillo Puerto ya era divorciado de su esposa Isabel en ese entonces.
Sin embargo, la muerte de Carrillo Puerto se cruzó antes de consumar el matrimonio. Algunos autores mencionan que su muerte se debió simplemente a la ambición de oro de los militares de la guarnición de Yucatán que secundaron la rebelión de Adolfo de la Huerta a finales de 1923. Nosotros todavía creemos en que su programa de gobierno fue tan radical y afectó demasiados intereses como para no pensar que fueron sus adversarios políticos, oligopolios norteamericanos y henequeneros yucatecos los autores intelectuales de ese crimen. No hay que olvidar que después de la Primera Guerra Mundial los Estados Unidos necesitaban de la fibra del henequén a buen precio y en grandes cantidades.
En diciembre de 1923, cuando Felipe Carrillo Puerto y sus más cercanos colaboradores querían huir hacia Cuba fueron hechos prisioneros y juzgados de manera sumaria por un tribunal militar, lo que es una aberración jurídica porque tanto el gobernador como sus acompañantes no tenían grado militar y por tanto no podían ser juzgados por una corte marcial. Aún así y a pesar de que el propio Adolfo de la Huerta gestionó el indulto para los sentenciados, la resolución fue de imponer la pena capital a Felipe, Edesio, Wilfrido y Benjamín Carrillo Puerto, así como al Presidente Municipal de Mérida, Lic. Manuel Berzunza, y a ocho personas más de sus allegados. La sentencia fue cumplida a las 4:45 de la mañana del día 3 de enero de 1924 en el Cementerio General de Mérida. Los autores materiales de su muerte fueron Hermenegildo Rodríguez y el general Ricárdez Broca, quienes comandaban el 18 batallón con sede en Mérida y, que tomaron como pretexto el levantamiento de Adolfo de la Huerta en contra de la postulación de Plutarco Elías Calles a la presidencia de la República, para tomar el poder en Yucatán y derrocar a Carrillo por sugerencia de la casta divina yucateca. Todavía en el año de 1935 el mundo entero culpaba a Adolfo de la Huerta del magnicidio y éste se disculpaba diciendo que él mandó a Yucatán al Lic. Gustavo Arce con un salvoconducto para liberar a los prisioneros pero que tal enviado llegó tarde, don Adolfo creía en la inocencia de Ricárdez Broca y culpaba directamente a Hermenegildo Rodríguez, éste último Jefe de la Guarnición en Mérida. Ricárdez Broca, era el Comandante en todo el Estado y, al que dicen, mataron en El Salvador partidarios de Carrillo Puerto sedientos de venganza.
En el lugar del sacrificio se levantó la Rotonda de los Socialistas Yucatecos y la prensa nacional e internacional condenó el crimen. El Congreso de la Unión lo declaró Mártir del Proletariado Nacional y puso su nombre con letras doradas en su recinto de sesiones, además de declarar luto nacional. En Buenos Aires una avenida lleva su nombre, lo mismo que en México, D.F., en Mérida y en las principales ciudades del país.
Por lo que toca a Alma Reed, nunca más se separó de México, “Santuario de sus Recuerdos”, y le fue fiel a Carrillo hasta su muerte ocurrida en octubre de 1967 en Mérida, Yucatán. Al morir su gran amor, Alma se dedicó a viajar por todo el mundo en misiones de exploración, recibiendo reconocimientos en todo el mundo por sus aportaciones a la cultura universal. A ella se le debe el surgimiento a la fama del pintor mexicano José Clemente Orozco a quien ayudó económicamente en las primeras incursiones artísticas de éste. En todos los lugares a los que concurría era reconocida inmediatamente y los organilleros, mariachis o cancioneros empezaban a tocar la melancólica pieza “Peregrina”. Todavía el Presidente Adolfo López Mateos la pudo distinguir con “El Aguila Azteca”, la más elevada condecoración que entrega nuestro país a un civil extranjero.
Víctima del cáncer murió casi pobre al haber gastado su fortuna en el patrocinio de artistas mexicanos, pero nunca lo lamentó, ella sentía que con esas obras altruistas le rendía tributo a su admirado Carrillo Puerto.
El día de su sepelio en el Cementerio General de Mérida, frente a la tumba de Carrillo, el expresidente de México, Emilio Portes Gil, pronunció el panegírico, elogiando el amor de Alma hacia el pueblo de México, mientras una bandita y un trío entonaban “cuando dejes mis palmares y mi tierra, peregrina del semblante encantador, no te olvides, no te olvides de mi tierra, no te olvides, no te olvides de mi amor”, cosa que la peregrina cumplió al no olvidarse ni de México ni del hombre al que ató su destino aún después de muerto aquél.
*Cronista del Estado de Querétaro