Por Alberto Ángel “El Cuervo”*
Basel… Basilea… Bâle… Dependiendo del idioma en que se esté hablando, cambia el nombre de esta maravillosa ciudad Suiza… Basel si se está en Suiza o Alemania… Bâle si se dice en francés y Basilea en los países de habla hispana… Cambia también el paisaje de manera diametral dependiendo de las estaciones. El invierno pasado llegamos a tener temperaturas de hasta 14 bajo cero y aquí estoy, ahora en este verano caminando de Erasmus Platz hacia Clara Platz… Ahí tomaremos el tram 6 que nos llevará a Rhien, un pequeño pueblo que finalmente forma parte del cantón de la ciudad de Basel… Ahí se encuentra el extraordinario museo de la Fundación Beyeler además de otros museos como el Museo del Juguete y la viticultura… Muy interesante. Tal vez Basel es una de las ciudades con mayor número de museos tomando en cuenta su tamaño. Según el censo, son un total de 163,500 habitantes, imagínese usted… Si no me falla la memoria, solamente la Colonia Roma en el Distrito Federal, tiene más habitantes que esa ciudad Suiza y no obstante eso, encontramos museos casi en cada esquina. Pero la Fundación Beyeler es uno de los más importantes museos de las artes plásticas en esta ciudad que es importantísima en ese rubro. No debemos olvidar que aquí se realiza precisamente Art Basel, la feria de arte más importante del mundo hoy en día… El calor es muy fuerte, sobre todo para la idea que normalmente tenemos de Suiza… 32 grados centígrados hacen que se sienta uno sofocado por momentos… Es época de realización de uno de los más tradicionales festivales de la ciudad: Tatoo Fest… En esta época se construye un verdadero estadio desmontable en el espacio del parque que está en la parada de Kaserne. En ese estadio se presentan durante una semana un sin número de bandas tipo militar que brindan espectáculos musicales por la tarde noche… Debo señalar que el verano en Basel, brinda la posibilidad de caminar con plena luz de sol hasta las nueve de la noche incluso… Pasamos por Kaserne caminando… Las calles, repletas por efecto del festival, hacen que nuestro camino sea más lento… La música de las bandas y los aplausos atronadores nos llegan hasta donde estamos… Finalmente llegamos a Claraplatz justo cuando está a punto de arribar el tram… la pequeña marquesina luminosa, anuncia que llegará en un minuto y exactamente al minuto llega… La puntualidad suiza no es solamente fama… El trayecto hasta Rhien es de aproximadamente 15 minutos… Nos bajamos justo frente a la entrada de la fundación donde puede verse el cartel que anuncia la exposición temporal de Max Ernst… Para este cartel se utiliza la pintura titulada Ocell de Foc. Desde luego, además de esa exposición, siempre hay oportunidad de visitar las permanentes donde se puede admirar a Picasso, a Giacometti, a Monet y otros artistas excelsos. Pero entrar a la exposición de Ernst es sumergirse en los más profundos abismos de la impactante emoción plasmada por el pintor en todas sus obras… Es adentrarse en una técnica impresionante y amplísima por la que Max Ernst transita a lo largo de su vida… Su padre, Phillip Ernst, daba clase a sordomudos y pintaba por afición, por gusto… Podemos imaginar fácilmente a Max inmerso en ese mundo de extraño que puede resultar la enseñanza a los sordomudos. Por alguna razón, hablaba en muchas ocasiones acerca de ese período de su infancia… Hipersensible como siempre mostró ser, absorbía su entorno con toda la intensidad de que fuera capaz para después proyectarlo en toda su obra y sus actividades en general… De esta manera, Max Ernst buscó revelarse los enigmas de la existencia por medio de una preparación al estilo renacentista. Así, estudia en la Universidad de Bonn: Filosofía, Historia del Arte, Literatura y Psiquiatría. Todo ello muestra su infatigable afán de investigar en nuevas técnicas y consecuentemente nuevas emociones por medio del arte. Es en su época de estudiante universitario cuando realiza sus primeras obras plásticas cayendo, pudiera decirse, en una tendencia expresionista dada su amistad con August Macke, miembro relevante del grupo El Jinete Azul, quienes fueran los impulsores del expresionismo alemán por antonomasia. Pero cuando Ernst acude a la famosa exposición del Sonderbund, misma que cambiaría definitivamente el concepto de arte dado su rompimiento con el academicismo, queda definitivamente atrapado bajo la influencia de artistas como Cézanne, Gauguin, Van Gogh, Munch, Shiele, Mondrian y Picasso… Esa exposición, marcaría el camino de Max Ernst y alimentaría esa sed de innovación que siempre mostró en el arte. Nacido en Brühl, Alemania, Ernst se alista en el ejército al surgir la primera guerra mundial, otro episodio de su vida que marcaría con gran fuerza su obra plástica. Al salir del ejército, se encuentra con que había surgido en Suiza otro movimiento de vanguardia dentro del arte. Se trataba del llamado movimiento Dadá o Dadaismo. El postulado principal de esta corriente, era burlarse del artista burgués que se mantenía de alguna manera atado a convencionalismos racionales. En su encuentro con esta corriente, Ernst se instala en la ciudad de Colonia y comienza a trabajar el collage. Un par de años más tarde, emigra a Paris donde se desarrolla en el surrealismo que logra motivar intensamente su creatividad y se convierte en una herramienta ideal para dar rienda suelta a sus emociones. El surrealismo brinda a Max Ernst la posibilidad de plasmar con un sentido verdaderamente poético sus pensares y sentires por medio de la plástica. Pero no contento con experimentar todas las técnicas de vanguardia posibles, en el año de 1925, inventa una técnica conocida como el frottage (frotamiento). Se trata la técnica mencionada, de transferir a un papel o a un lienzo la superficie de un objeto cualquiera por medio de la realización de un sombreado a lápiz… No sé si usted, lector lectora, haya alguna vez experimentado esta técnica… Seguramente sí al igual que hice junto con mis compañeros de infancia cuando poníamos una hoja delgada de papel sobre una moneda y al tallar el lápiz aparecía de forma casi mágica la figura de la moneda… Claro, ni mis compañeros ni yo, sabíamos que estábamos utilizando la técnica del frottage inventada por Ernst. Posteriormente, trabaja una nueva técnica denominada grattage en la que se raspan pigmentos ya secos que estén sobre un lienzo, madera o similar. Vendrían días muy difíciles junto con la Segunda Guerra Mundial y Max Ernst es encarcelado por sus propios paisanos del ejército alemán durante la invasión de Francia por parte de las tropas nazis. Incansable creativo, Ernst comienza a trabajar en la prisión misma, una nueva técnica que si bien no fue inventada por él, sí logra darle una utilización muy personal al fusionarla con todas las otras técnicas que manejaba. Se trata de la llamada Decalcomanía. Esta técnica consiste en pasar una figura o más de una superficie a otra mientras está fresca. De ahí vendría la industrialización de las famosas calcomanías que tanto hemos utilizado en trabajos escolares. Muchos grandes artistas surrealistas han utilizado la decalcomanía. Entre ellos está la gran surrealista hispanomexicana Remedios Varo a quien no menciono solamente de manera fortuita sino porque de alguna manera está ligada a Ernst dado que fue gran amiga durante muchos años de la no menos célebre pintora Leonora Carrington. A su vez, Leonora fue pareja de Max Ernst después de haber sido su alumna. Poco a poco, Max se va convirtiendo en un verdadero icono del arte moderno y cuando emigra a los Estados Unidos gracias al apoyo de la mecenas de la época por antonomasia, Peggy Guggenheim, su influencia sobre los jóvenes artistas norteamericanos se deja sentir de manera definitiva. Así, por ejemplo, lleva a estos artistas la llamada técnica del chorreo, que le diera fama a la obra de Jackson Pollock posteriormente. Poco tiempo después de llegado a USA, Ernst contrae nupcias con la Guggenheim y años más tarde se separa de ella regresando a Francia donde ya su nombre era verdaderamente gigantesco. La inquietud de Ernst fue tal que le llevó a actuar en una película del polémico y talentoso cineasta Luis Buñuel. En tanto que parte de esa generación de artistas diversos del surrealismo, Buñuel aportaba al cine su concepción personal del esta escuela y hace que Max Ernst debute como actor en su segunda película surrealista, La Edad De Oro. Max interpretaría el papel de jefe de una pandilla de bandidos. La película fue prohibida en Francia durante 50 años por considerarla ofensiva e inmoral. Eso no perturbaría a Ernst en lo más mínimo, al contrario, continuaría actuando en otras películas del mismo género surrealista… Muchas obras de Ernst impactaron en mí durante la visita a la Fundación Beyeler… Pero tal vez la serie posterior a la guerra cuando pinta la naturaleza con una concepción muy particular, sea la que más me impactó… Concretamente, dos obras mueven mi emoción profundamente: La grand malade que se puede traducir como la terrible doliente… Y Cage, Forestal y Sol Negro. En muchas de sus obras puede uno percibir la influencia que tuvo sobre Leonora Carrington la afamada pintora Inglesa de nacimiento y mexicana de corazón… Y ahí en la exposición, otra Leonora, Leonora del Carmen, mi nietecita me acompaña en la visita a Max Ernst poniendo una atención tal que pareciera comprender todo lo que le decía… “¿Te gusta la pintura de Ernst, mi vida…?” y por respuesta, toma al abuelo de las patillas y las orejas y lo jala hasta pegarlo a su carita risueña emitiendo un grito de emoción que hace que la gente en la sala del Beyeler vuelva la vista para saber qué sucede… Al contemplarla emocionada, sonríen complacientes… Una señora con facha de intelectual, se me acerca y en francés me dice: “parece que Ernst sigue impactando en las nuevas generaciones ¿verdad?” Salimos de la exposición con la emoción a flor de piel y la necesidad de contar acerca de la presencia de Max Ernst en Basel… Basilea… Bâle… Depende en qué idioma quiera usted nombrar a esta bella ciudad suiza…
Totalmente impactado por la obra de Ernst y apenas conteniendo el deseo de llegar a pintar en mi atelier de Erasmus Platz.
*Cantante, compositor y escritor.