Por Sofia Mireles Gavito*
La evangelización de la población indígena en la zona del Soconusco y Tonalá fue escasa y tardía por los problemas del clima caluroso y la insalubridad que hacía que muchas personas se enfermarán fácilmente.
El primer contacto de la Iglesia con los indígenas de Chiapas fue por medio de Juan Varillas, religioso mercedario que vino con el conquistador Luis Marín en 1524. Luego, en 1528, con Diego de Mazariegos, conquistador y fundador de Villa Real (San Cristóbal), vinieron dos sacerdotes seculares: Pedro González y Pedro Castellanos, de los cuáles, a Pedro González le tocó ser el primer párroco de Ciudad Real.
Cuando Pedro de Alvarado paso por el Soconusco en 1524, llevaba dos clérigos con él: Fray Bartolomé Ochaita, más conocido como Fray Bartolomé de Olmedo (ca.1481-1524), fraile mercedario, y su ayudante Garay. Por el año de 1529 paso por estas tierras del Soconusco rumbo a Guatemala, el domínico Domingo de Betanzos, donde fundó la Provincia de San Vicente Guatemala de la Orden de los Predicadores; luego sale rumbo a Roma en 1530.
Después de haber estado en España por 1527, Pedro de Alvarado regresa a la Nueva España en compañía de su primera esposa Doña Francisca de la Cueva y Villacreces, su cuñado Francisco de la Cueva y el fraile Lic. Francisco Marroquín; llegan al Puerto de Veracruz en octubre de 1528, donde muere Doña Francisca. Al llegar a la ciudad de México, es detenido por el delito de fraude y, es liberado ya entrado el año de 1530, llegando a Guatemala hasta el 11 de abril de ese año. Alvarado nombra al fraile Francisco Marroquín como párroco de Guatemala el 3 de junio de 1530. El 18 de diciembre de 1534 asciende a Obispo, siendo el primer Obispo de Guatemala, dependiente del Obispado de la ciudad de México. A su regreso de México, después de haber sido consagrado Obispo, pasa por Ciudad Real en 1537, dejando dos frailes mercedarios: Fray Pedro Barrientos y Fray Pedro Benítez de Lugo para fundar el primer conventoen esta ciudad. Y es hasta el 19 de marzo de 1538 que se crea el Obispado de Chiapas.
El primer Obispo de Chiapas fue Juan de Ortega, religioso de la Orden de San Jerónimo, quién es nombrado en 1539 obispo electo de Ciudad Real, pero renuncia antes de ser consagrado. Luego es promovido en 1540 como Obispo el religioso de la orden de Santiago, Juan de Arteaga, pero muere el 8 de septiembre de 1541 en la ciudad de México, antes de poder llegar a Chiapas.
Después es designado Obispo, el religioso dominico, originario de Sevilla, Bartolomé de las Casas el 19 de diciembre de 1543. Es el tercer obispo de Chiapas, más el primero en tomar posesión efectiva de la diócesis. Sale de Salamanca, España el 12 de Enero de 1544, junto con 45 frailes dominicos con destino a la provincia de Chiapas. De los 45 frailes, 4 se quedaron en la Isla La Española, 2 se quedaron en Borinquen, Puerto Rico. Llegando a tierras mexicanas, 9 frailes mueren ahogados en la Laguna de Términos el día 20 de enero de 1545. Y después de muchas vicisitudes, 22 frailes arriban a Ciudad Real el día 12 de marzo de 1545. Así, el viaje de Salamanca a Ciudad Real duró 1 año y 2 meses. Fray Bartolomé no estuvo ni medio año en su diócesis, y de este tiempo, ni tres meses en su sede episcopal.
De esos frailes, fueron enviados al Soconusco en ese año de 1545 los siguientes: Fray Francisco Piña, Juan Cabrera, Juan Guerrero, Luis de Cuenca, Tomás de San Juan y el lego Juan Díaz. Estando en esta tierra inhóspita por el calor y los mosquitos, todos los frailes enferman seriamente; el fraile Luis de Cuenca fallece, por lo que los restantes se pasaron a vivir a Quetzaltenango, a excepción del fraile Juan Cabrera que sale para Tehuantepec, luego se va a Oaxaca y de ahí, se traslada a la mixteca y queda de vicario en Teposcolula desde 1547. (Ximénez, 1997:357).
Después de los dominicos, llegan a los Chiapa, los franciscanos en el año de 1577; los jesuitas llegan en 1675 a Ciudad Real, y son expulsados de la provincia de Chiapas en el año de 1770. Los dominicos salen hasta el año de 1815.
El Soconusco fue una zona escasamente evangelizada; siendo monopolio de los sacerdotes seculares, quienes recibieron esta zona en la década de 1570; excepción hecha del año de 1545 en que llegan los dominicos por poco tiempo, además de ocasionales entradas de mercedarios. Por el año de 1580 sólo habían 4 doctrinas (pueblos indios con un sacerdote residente) y eran: Huehuetán, Soconusco, Mapastepec y Ayutla. Cuando pasa por el Soconusco el franciscano Fray Alonso Ponce en abril de 1586 rumbo a Guatemala, comenta que sólo residían 7 clérigos en esta región, que administraban los Santos Sacramentos y enseñaban la doctrina cristiana. Posteriormente, es hasta la mitad del siglo XVII que las doctrinas se convirtieron en curatos o parroquias. Para fines del siglo XVIII y al menos hasta la Independencia, en esta zona hubo escasez de curas. Los curas establecieron una red de ayudantes que incluía fiscales (catequistas), maestros de coro, sacristanes, mayordomos y músicos para descargar parte de sus obligaciones como: enseñar la doctrina a los pobladores, mantener actualizados los libros parroquiales y rezar el rosario.
La región noroeste del Soconusco estuvo administrada en lo religioso por el curato de Mapastepeque, que comprendía los pueblos de Tonalá, Pijijiapan y Mapastepec. Todavía a principios del siglo XVIII, Tonalá era una Hacienda, y es hasta mediados del siglo XVIII que Tonalá llega a ser pueblo, teniendo tres ermitas: la de San Sebastián, la del Señor de las Lluvias y la del Señor de Esquipulas, además de la Iglesia de San Francisco de Asís. Y es, alrededor de 1772, que la sede del curato de Mapastepec se traslada al pueblo de Tonalá.
El sacerdote Vicente de Anchieta, del curato de Mapastepeque en el año de 1748 afirmaba que: “los indios del pueblo de San Francisco Tonalá tienen como idioma el español, por lo que son altivos para con los españoles y para con el cura, pues cuando se da el toque de doctrina cristiana, no acuden al cumplimiento de su obligación”. Igualmente, comentaba: “que el gremio de indios y el gremio de mulatos son aplicados al culto divino”. (AHD. Boletín 6, 1989: 43-44).
En el año de 1797, el comerciante de añil, Manuel Fernández cuenta que por el año de 1747, el pueblo de Tonalá tenía su iglesia de San Francisco techada con teja, pero que se arruinó por motivos que la madera que sostenía el techo se pudrió, además del comején que acabó con todo. Así que la ermita de San Sebastián hizo las veces de la iglesia, y aunque a veces se quemaba, la volvían a cubrir. Es hasta el año de 1780 que la Junta de Vecinos del pueblo de Tonalá integrada por: 12 españoles, y los gremios (mancomún) de indios y de mulatos, deciden reconstruir la Iglesia.
En el año de 1794, del 18 de octubre al 17 de noviembre, se dio un tremendo incendio en el pueblo de Tonalá, causado por los fuertes vientos; quemándose 55 casas el día 18 de octubre y al día siguiente, se quemaron otras seis, entre las que se encontraba la ermita de San Sebastián, que hacia la función de parroquia. Así, que se dispuso que dentro del cajón que se estaba edificando de la Iglesia Grande, se construyese provisionalmente una galera de morillos y paja para que por lo menos hubiere un altar y se pudiera dar misa.
La construcción tardo mucho tiempo, y todavía por el año de 1797 siguen sin terminarla, principalmente por falta de dinero, a pesar del apoyo de las limosnas de los españoles y algunos mulatos ricos que compraban el material, y el trabajo físico lo hacían los indios y demás mulatos.( AGE. Boletín No.11, 1983: 60) El arqueólogo Sidney David Markman afirma que en 1807 todavía no estaba terminada la Iglesia. No se sabe exactamente cuando se concluyó la obra.
En el mes de febrero de 1797 el curato de Tonalá, que era administrado por un cura, se separa administrativamente en dos, es decir, un sacerdote en Tonalá y otro sacerdote en Pijijiapan, para administrar este pueblo y el de Mapastepec. El motivo fundamental de esta decisión era que un solo sacerdote no podía dar misa y atención a toda su feligresía, por ser un curato tan extenso. Así, que estos dos pueblos se comprometieron a sufragar de buena voluntad los gastos del cura asignado: Josef de Aguilar a través de las dotaciones de misas, capellanías, administración de 6 haciendas, fiestas patronales, etc. (BAHD No.1, 1981: 28- 32)
*Cronista de Tonalá, Chiapas.
BIBLIOGRAFIA.
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