Nacional

EL ESPACIO PUBLICO (O LA CIUDAD QUE ABANDONAMOS)

Por domingo 11 de agosto de 2013 Sin Comentarios

Por Miguel Ángel Avilés*

Recuerdo aquella vez, cuando en una tienda de la localidad que vende todo tipo de uniformes, los amantes de lo ajeno se robaron algunos cambios o mudas de los que usan los policías municipales.

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Al darse la noticia por la radio, una señora habló para decir, muy preocupada, que con ese hurto corríamos mucho riesgo pues, al transitar por el centro de la ciudad, sobre todo en la noche, no se sabría distinguir entre un policía verdadero y un policía pirata, y, de esta manera, seriamos presa de estos delincuentes (se refería a los policías piratas, claro).

Ante tal preocupación, enseguida la conductora recibió una llamada de parte de un mando superior o de comunicación social de la policía municipal quien, queriendo tranquilizar las aguas y limpiar la imagen de la corporación, pidió a la ciudadanía que no nos preocupáramos, que esto no daría pie a la confusión pues, dijo, eran muy fácil descubrir a esos falsos policías, ya que después de las ocho, no hay ningún policía (de los originales) en ese sector. No sé si la doñita escucharía esto, pero yo sí y me quedé helado del susto.

El agente, al tratar de calmar a los radioescuchas, lo único que hizo fue confesar que el corazón de esta capital carecía de vigilancia y que esa zona estaba a expensas que cualquier atraco, fuese de un policía pirata, de un policía real o de cualquier delincuente uniformado o no.

Eso fue hace algunos años, pero lejos de haber recuperado ese espacio, cada vez se abandona más. En los alrededores del Jardín Juárez y esas partes sólo vera circular una, dos, tres, algunas patrullas cuyos agentes a bordo no velan por la tranquilidad, sino que rondan intimidatoriamente para extorsionar al que se pueda o al que se deje.. Me consta.

El bienintencionado hombre que llamó para hacer la aclaración tenía razón en aquel entonces y si ahora lo volviera a decir tuviera más. Y es que nadie parece importarle que el primer cuadro de la ciudad, el espacio público por antonomasia esté abandonado a su suerte y no se haga nada por recuperarlo.

Si no me cree, adéntrese por esas calles al caer la noche y a los pocos minutos tendrá que apresurar el paso porque sentirá que está usted solo contra el mundo.

El-Espacio-Publico2Acaso se encontrará por ahí a dos o tres empleados que, sin más opción, esperan, inútilmente, que pase el último camión. Se encontrará también, a lo mucho, a un par de perros que olfatean las bolsas de basura y a unas banquetas por donde no transita casi nadie. Casi. Porque por ahí vagabundean la calma chicha y un airecito fantasmal que entra y sale por esas puertas entre abiertas de las pocas casas partículas de los alrededores.

Sucede que el espacio público lo hemos dejado en manos de no sé quien pero no de nosotros, no de la gente que habitamos esta ciudad como seres libres e iguales.

Todo esto impacta en el comercio, en el turismo, en la seguridad pública, en tantas cosas. A ninguna autoridad, sin embargo, parece importarle esto.

En una ocasión se lo expusimos personalmente al hoy pre-pre-pre candidato a la gubernatura, y entonces Presidente Municipal Javier Gándara. Hizo como que se interesaba pero no pasó de ahí. Así mismo le hicimos llegar unas notas al respecto a la ex regidora Lourdes Soria y dijo, con aparente euforia, que se reportaría “el lunes”. Ha pasado un año, cinco meses y ese “lunes” es hora que aún no llega.

Del Boulevard Encinas hasta la No Reelección, si se atraviesa por la calle Garmendia, o la calle Guerrero, o Matamoros o las demás, es una total oscuridad. Quien venga de fuera pensará que diariamente hay toque de queda o que han llegado al centro de una ciudad abandonada.

Esto no se siente tanto mientras no hay un referente para la comparación. Pero si salimos de aquí y visitamos otras ciudades, por ejemplo, del sur, ah caray, nos damos cuenta lo pobre que estamos en estas calles de Hermosillo en cuanto a vida nocturna se refiere. Los comercios están cerrados, los vendedores ambulantes, los pocos, ya no se ven por ninguna parte y el transporte urbano a muy temprana hora ha dejado de circular.

En lo cultural, ni se diga: ninguna actividad semanal, a no ser en las fiestas del Pitic o algún día considerado como especial. Al respecto, el presidente municipal en turno, cualquiera que sea, no ofrece ningún compromiso serio, menos un verdadero interés que no vaya más allá del cuidado de su imagen.

En efecto, en este rubro, ya se había dado algunos pasos. El corredor cultural de los sábados había germinado, la gente sabía que habría algo; desde la calle Obregón, frente a Radio Sonora, el centro de la ciudad se estaba iluminando: había luz, en muchas de sus acepciones.

No sé qué pasaría que no se le dio continuidad y, al menos en esa parte, dimos un paso atrás. Ahora ahí, desde tempranos observa un buen número de indigentes que merecían más que nada un tratamiento institucional sobre sus problemas de alcoholismo no el “dejar hacer, dejar pasar” de las dependencias competentes. Eso lo observamos a diario, no estamos inventando nada, al menos que sean visiones nuestras o estemos confundidos y sólo sea la continua puesta en escena de un performance.

Si la idea es afrontar el problema, creo que se pueden hacer algunas cosas que, de alguna manera permitirían recuperar la ciudad y, desde luego, la convivencia ciudadana.

Reconozcamos que el primer cuadro de la ciudad, se ha dejado a la buena de dios y hoy es una territorio en tinieblas y agreste. Eso es caldo de cultivo para los delincuentes: los delincuentes comunes y los delincuentes de cuello azul, o sea los policías. (Los reales y con uniforme original, no pirata)

El-Espacio-Publico3¿Cómo iluminar la ciudad? ¿Cómo darle vida a la llamada capital del noroeste? ¿Cómo no tener miedo a realizar lo que hace muchos años realiza otras ciudades del país? Les adelanto que esto se logrará solo si se suman esfuerzos y se tiene voluntad por parte de todos los involucrados.

En primer lugar, los comerciantes establecidos tienen que arriesgar (no es común en los empresarios locales) y aumenten su honorario de atención al público, es decir, si cierran a las 8, bien pudieran cerrar a las 10 o más. En la medida que esto se publicite y se sepa, llegarán las ventas.En segundo lugar , que el municipio flexibilice la aplicación de un reglamento de comercio que hoy en día es obsoleto y es inconstitucional y se permita a los vendedores ambulantes, ofrecer ordenadamente sus productos en ese primer cuadro y desde luego también en ese horario que le digo.Que las autoridades de cultura retomen lo que se hacía en el corredor de calle obregón y Garmendia, pero además lo extiendan a otras calles del centro el mayor número de días posible, no sólo los sábados, con la cual se ofrece, por una parte, un ambiente cultural a la ciudad, y, por otra, se le da oportunidad de participar a todos los cultureros con que cuenta Hermosillo y, pese a tanto talento, muchas de las veces no se aprovechan lo suficiente.

Que se garantice a los posibles asistentes, un horario de camiones al menos hasta las 11:00, como ocurre en ciudades modernas, incluso como ya ocurre en Ciudad Obregón.

Bien dicen los urbanistas Jordi Borja y Zaida Mux: “El espacio público es el de la representación, en el que la sociedad se hace visible”.

Todo esto entonces es de enorme importancia para identificarnos como ciudadanos.

Hay que darnos la oportunidad de recuperar ciudadanía y de tener una ciudad encendida y heterogénea. Hagamos del centro, un espacio con capacidad de construir diferencias, de organizar encuentros, de provocar la convivencia y la armonía entre culturas, entre sectores sociales, entre individuos que, juntos y diversos, quieren rescatar para sí, lo que, penosamente, está en el abandono.

*Lic. en Derecho, escritor y Premio del Libro Sonorense.

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