Nacional

El Alma Es Un Arco Iris

Por domingo 23 de junio de 2013 Sin Comentarios

Por Alberto Ángel “El Cuervo”*

El-Alma1El calor estaba verdaderamente insoportable… Después del partido Todos buscaban una sombra que aliviara la sensación de sopor y sofocamiento que el sol de mayo provoca en el sureste… En un principio, yo sucumbía ante el embate de los calores terribles… Pero al volver la vista para protegerme del sol cegador, vi un arco iris viajar a lo largo y ancho de aquella barda blanquísima… La magia, me capturó de inmediato… Olvidé el calor y solamente pensaba en encontrar la manera en que aquella barda había podido verdaderamente robarse el arco iris… buscaba en el cielo algún rastro de lluvia, pero el cielo despejado solamente dejaba caer una llovizna de rayos brillantísimos… Yo continuaba buscando el origen del arco iris y en esa investigación detectivesca en pos del principio de esos bellísimos colores sobre la barda blanca, me levanté para intentar tocarlo… Cuando llevé mi mano al lugar de la barda donde el arco iris se hacía presente, se movió bruscamente, tan brusco que me asustó y quité la mano de inmediato… Volvió a situarse frente a mí ese pequeño arco iris flotante… se movía ahora de arriba abajo y de un lado a otro de la barda… Me quedé quieto como si intentara darle confianza al arco iris haciéndole saber que no intentaría tocarlo si no le gustaba que lo hiciera… El arco iris pareció ahora moverse más y más lento hasta posarse en medio de la barda con un pequeño movimiento vibratorio… De nuevo fui acercándome muy lentamente… Con una lentitud y una paciencia extremas comencé a levantar el brazo para llevar la mano hasta donde estaba el pequeño arco iris tembloroso como si tuviera vida propia… Recordé aquella excursión con Marcel Levy, el Arquitecto jefe de Grupo de los boy scouts… Días antes, nos habíamos dado a la tarea de hacer una red para atrapar mariposas.

—Un alambre cualquiera, que sea fuerte pero que puedan doblar…

—¿En dónde lo compramos…?

—Pues si pueden, no lo compren, seguramente sus papás deben tener alambre en algún cuartito o alguna caja de herramientas…

—Mi papá tiene un rollo de alambre así, le puedo pedir y yo se los vendo…

—¡Regálanoslo, tacaño… Somos del mismo grupo, debes cooperar!

—¡Clarooo… Ahí vas inmediatamente a pensar en el dinero…!

Al final, consiguió alambre para todos y cada quién fue conformando el círculo que se continuaba con los extremos del alambre enrollados entre sí para que quedara haciendo las veces de un mango largo de donde sujetáramos la red… La tela con que cubriríamos el círculo, fue de diversos materiales dependiendo de la prenda en turno que nuestras mamás estuvieran realizando. La ideal fue la de Fonchín. Su mamá estaba haciendo una crinolina, de aquellas que almidonaban excesivamente para poner bajo las faldas y parecieran muñequitas de pastel al utilizarlo… La tela entonces, era una verdadera malla de tal modo que Fonchín fue el único que realmente hizo una red para atrapar mariposas… Cuando estábamos en el campo, el Arquitecto Levy nos insistía mucho en que nuestros movimientos debían ser muy lentos para no asustar a las mariposas y poderlas atrapar sin destruir sus alas frágiles. De esa manera podríamos al mismo tiempo observar los colores tornasolados que reflejaban… Al volver la mirada hacia un arbusto, vi una mariposa que tenía bellísimos arco iris que prácticamente flotaban a todo lo largo de sus alas… Me quedé quieto, muy quieto, el arco iris se desplazaba por la orilla de las alitas de la mariposa… Cuando consideré que ya estaba lo suficientemente tranquila, fui levantando lento, lento la red que en mi caso había sido hecha con una tela de sapitos estampados, de aquella que llamábamos tela de pollo dado que las mamás descosían los costales donde venía el alimento industrializado para los pollos que eran prácticamente infaltables en muchas de las casas. Con esa tela de algodón que era de muy buena calidad, las mamás elaboraban prendas para sus hijos… Los estampados variaban en figuras de flores, de animalitos o de algunas frutas… De ese modo, yo traía siempre camisa y pantalón hecho de tela de pollo… Con un pedazo de la tela que en ese momento era utilizada para la fabricación de ropa, hice mi red, dando la casualidad de que fueran figuras de sapitos las que atraparían mariposas… Lento… Muy lento… Y mientras tanto aprovecha de observar los colores de las alas… El sol incide sobre miles miles de diminutas vellosidades que tienen las alas de las mariposas y se despedaza en otros miles de colores dando la impresión de que un sin fin de arco iris van desprendiéndose de las mariposas mágicamente… Por fin, la red estaba en alto, la mariposa estaba tranquila y como si supiera que yo la observaba con toda la atención y muy conmovido por el espectáculo que la naturaleza me regalaba… Batía sus alas con una lentitud extrema y eventualmente (a veces sí, a veces no) las dejaba abiertas para que yo me regodeara mirando el arco iris de sus alas… Era solamente cosa de dejar caer la red para atrapar esos colores… Un movimiento rápido y quedaría presa entre los sapitos de la tela de pollo de mi supuesta red… Los latidos de mi corazón acelerado, parecían salirse del pecho… Casi temía que la mariposa fuera a escucharlos y asustada emprendiera el vuelo… Casi temía que no se moviera y quedara atrapada en la red… Era una lucha de emociones… Por un lado, me maravillaba la idea de llegar a atrapar el arco iris de las alas de la mariposa… Por el otro, de acordarme de la colección que a manera de entomólogo práctico tenía aquel ingeniero amigo de mi papá, sentía una enorme pena por la mariposa… No podía imaginarla así, con un alfiler clavado en mitad del cuerpo… Inerte, opaca en una caja ancha y casi plana donde guardaba muchas mariposas más… Pero era muy diferente… Las mariposas del Ingeniero ya no tenían el arco iris… Era como si se les hubiese escapado el alma y… Quién sabe… Tal vez el alma de las mariposas era precisamente ese arco iris bellísimo que recorría sobre todo la orilla de sus alas como en un palpitar multicolor… Un sólo movimiento, uno sólo… Y la mariposa quedaría atrapada, engullida por los sapitos de tela de El-Alma2pollo… No se necesitaba más que eso… Mientras más lo pensaba, más se aceleraba mi corazón… Hacía calor, mucho calor y el sudor corría por mis brazos tensos, por la cabeza… De pronto el sudor empezó a brotar de mis ojos… No podía permitir que esa mariposa que me había enseñado a conocer el alma terminara en una caja clavada por un alfiler que matara el arco iris… Y es que estaba ya plenamente convencido de que el alma era así, cada ser vivo tenía un arco iris en distintos tamaños, intensidades y matices diversos… El alma de los humanos podría percibirse muy bien en el momento del desprendimiento, cuando llegaba la muerte… Era en ese preciso instante cuando el arco iris del alma humana brotaba con toda su intensidad para integrarse a un arco iris universal donde confluye toda la energía, todo el color, todo en el centro mismo del universo… Era cosa de un sólo movimiento, uno sólo… “pum… pum… pum, pum, pum, pumpumpum…” y a punto de que los sapitos de mi red saltaran para devorar la mariposa y su arco iris… Las lágrimas caían ya de manera franca motivadas por las emociones encontradas… Quería capturar el arco iris, sí, lo deseaba con todo mi ser… pero al imaginarla ahí, en esa caja, féretro justificante de la entomología, clavada con un alfiler a mitad del cuerpo y ya opaca habiéndose escapado todos los colores que habitaban sus alas no podía seguir adelante… ¿Qué caso tenía atraparla si de todos modos el arco iris se iría…? Miles de mariposas igual a esta eran parte de la colección de miles de entomólogos prácticos que no servían más que para satisfacer su ego… ¿Qué caso tenía… Qué aportación a nada podría hacer… Qué caso tenía no capturar el arco iris sino matarlo…? Un grito me ayudó a tomar la decisión: “¡Ya, ya agárrala, atrápala, ahí la tienes…!” y mi grito brotando del fondo del alma por aquellas contradicciones emocionales, hizo que la mariposa… Mi mariposa, aquella que me enseñara a conocer el alma por medio de su arco iris palpitante, emprendió el vuelo para escapar a todos nosotros… Mi red, bajó humillada para situarse junto a mi rodilla y los sapitos de tela de pollo hacían gestos de disgusto en la red arrugada… “¡Por qué la dejaste ir… Qué pendejo eres, ya la tenías…!” Y por respuesta mi respiración agitada y una lágrima que se confundía con el sudor… Por eso, no quería moverme, para no asustar al arco iris sobre la barda blanquísima… Seguramente era un alma que recién abandonaba el cuerpo, por eso era tan brillante… Y se había ido a despedir de mí en esa barda… me moví un poco a la derecha y el arco iris se movía conmigo… Intencionalmente entonces, me moví a la izquierda y nuevamente la sincronía en el movimiento de los colores sobre la barda blanca… Yo sonreía con una alegría inmensa bañándome el alma al igual que el arco iris bañaba la mirada… comencé a moverme más y el arco iris siempre me acompañaba en una bellísima danza entre aquella alma recientemente desprendida que llegaba a despedirse de mí… mis compañeros, observando esa fascinación que me llevaba a mirar el cielo intentando adivinar de dónde venía el arco iris, murmuraban y reían divertidos con mi danza de encuentro con el alma recién desprendida… Las risas burlonas de mis compañeros se hacían más intensas, yo continuaba absorto en mi mundo de luces de colores sobre la barda blanca… Desde luego, yo estaba tan abstraído por aquel suceso increíblemente bello que sus risitas de burla pasaban completamente inadvertidas… Volví la vista hacia ellos para comentarles la magia que estaba viviendo y fue cuando me di cuenta de que el reloj de Beto reflejaba el sol sobre la barda blanca pero unas gotas de sudor en el reloj hacían que la luz llegara en forma ya descompuesta en un arco iris… Hacía un buen rato que se burlaban de mí… Yo solamente sonreí humillado pero al mismo tiempo convencido de que había asistido al desprendimiento de un alma buena que reflejaba ese arco iris bellísimo sobre la barda blanca, muy blanca… Blanquísima… Beto hizo un último movimiento para reflejar el arco iris sobre la barda y las carcajadas de burla crecieron nuevamente… Pero en ese momento, la gotita de sudor que daba el efecto de prisma, resbaló y el arco iris huyó como aquella vez aquella mariposa… Yo me fui, ellos seguían riendo… Llegando a mi casa, mi madre me esperaba muy seria. Me pidió que me sentara y lo hice mientras revisaba todas mis culpas para adivinar a qué se debería el seguro castigo… No fue así, simplemente me dijo que mis padrinos de bautismo habían muerto horas antes en un accidente cerca de Los Tuxtlas… Un camión cañero había chocado con ellos… Seguramente habían sido ellos… El arco iris sobre la barda blanca era su alma recién desprendida… Seguramente…

Reflexionando acerca de los colores del alma.

*Cantante, compositor y escritor.

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