No hay duda, la educación es una de sus pasiones. Irma Irízar irradia energía. Su charla es fluida, denota fuerza y emoción. Nuestra plática se desarrolló, hace ya algún tiempo, en su oficina del Internado del Estado, con breves interrupciones de niños y maestros que vienen a dejarle documentos. Pequeños detalles se observan en su escritorio. Luce un vestido que hace resaltar su tez blanca. Mientras platica mueve sus manos, toma una pluma y dibuja algunas cosas sobre una hoja. Está emocionada. Recuerda sus días de infancia y su primera juventud y eso hace que sus ojos vivaces que nada esconden, tengan un brillo especial. Al escucharla hablar, cualquier persona puede confirmar que María Irma Irízar López es un ser humano de una sola pieza.
Comenta su vida laboral y pareciera que el tiempo no ha pasado por ella. Su pasión siguen siendo los niños. De ellos habla y se siente orgullosa porque gran mayoría de quienes fueron sus alumnos, hoy son destacados profesionistas que dan lo mejor de sí en pro de una mejor sociedad.
En su viaje por el tiempo, rememora sus primeros estudios en su natal Guamúchil (hoy asiento de los poderes del municipio de Salvador Alvarado), así como su ingreso a la Escuela Normal de Sinaloa, en la ciudad de Culiacán, en 1952, bajo el amparo de su tía Paquita Núñez, otra de nuestras grandes educadoras.
Recuerda que alternó sus estudios de normal trabajando como maestra, cuando apenas frisaba los 17 años. ..recuerdo que siendo estudiante fue una gran emoción enfrentarme a 56 niños de segundo año. Los consejos de la maestra Elsa Valdés Quiroz me fueron de mucha utilidad. Nos instruía, tanto a mí, como a otros jóvenes estudiantes de normal que ya hacíamos pininos en el magisterio. Fue una excelente maestra.
Centenas de niños recibieron de María Irma Irízar no solo el trato como alumnos, sino como hijos. Ese es el testimonio de muchos de ellos que supieron escuchar el consejo sabio del binomio de madre- maestra, que a la fecha sigue vivo en esta talentosa mujer que proviene de una familia compuesta por 19 hermanos, que la han reconocido como factor determinante para que todos lograran convertirse en profesionistas de bien, siempre bajo principios y valores inculcados por sus padres, doña Amalia López y don Francisco Irízar (ambos ya fallecidos).
Su expediente laboral arroja un saldo positivo. Casi seis décadas en el campo educativo no es cosa menor. En Culiacán impartió cátedra en la escuela primaria Agustina Ramírez, en el Internado del Estado de Sinaloa, en la escuelas Normal de Sinaloa, Emilia Obeso López y Alfonso G. Calderón.
Su amor por la educación, tanto de niños y jóvenes la llevó a participar en la creación del Consejo Tutelar para Menores, en 1968, donde se le nombró subdirectora, a fines de ese mismo años es designada directora de ese centro, y cumple esa responsabilidad hasta 1973. No obstante su mayor obra está en el internado Paquita Núñez donde recorre la escala desde maestro hasta dirigir esa noble institución que tanto ha ayudado a las familias de escasos recursos económicos.
La maestra María Irma Irízar López recomienda tanto a padres como a maestros reforzar en los muchachos, tanto reglas de urbanidad, como inculcar valores y hábito de lectura; eso, anota la maestra Irma, es un buen antídoto para contrarrestar la subcultura en la que niños y jóvenes se ven expuestos a diario. Es importante que en la familia se conviva, se platiquen los problemas y se encuentre solución. La familia ha sido y sigue siendo la célula básica de la sociedad.
Por su amplia trayectoria en el campo de la educación María Irma Irízar López ha recibido múltiples reconocimientos entre los que destacan las medallas Rafael Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano, que el gobierno de la república otorga a todos aquellos docentes que han cumplido 30 y 40 años al servicio de la educación.
Por parte de la UNESCO, recibió, en 1995, la condecoración que este organismo internacional otorga en el Día Mundial del Docente; en 2002, fue reconocida por el Festival Sinaloa de las Artes, con la distinción Méritos Docente; ese mismo año el H. Ayuntamiento de Culiacán la reconoció como “Ciudadana distinguida”; para el año 2005, Pronósticos Deportivos, en la ciudad de México le otorgó el reconocimiento al Mérito Docente”, y en el periodo del gobernador Juan S. Millán se le rindió sentido homenaje por sus 50años al servicio educativo
Por todo lo anterior La Voz del Norte, órgano de divulgación cultural, rinde justo y merecido homenaje a esta maravillosa mujer, por su entrega a la niñez de Sinaloa y de México, deseándole larga vida para que su ejemplo sea perenne, y en ella se reflejen actuales y futuras generaciones de maestros. Salud Maestra!
*La promesa, Eldorado, Sinaloa, junio de 2013