Por Sofia Mireles Gavito*
Nellie nació en Villa Ocampo, Durango el 7 de Noviembre de 1900 y fue bautizada con el nombre de María Francisca Moya Luna. Murió en el poblado de Progreso de Obregón, Hidalgo el 9 de Julio de 1986, en un cuarto de vecindad, secuestrada, llevando más de tres años de encierro y vejación, sin más contacto humano que el de sus secuestradores y sus tres hijas.
Tras la muerte de su madre, lleva a su familia a la Cd. De México en el año de 1923 y se dedica a estudiar danza, junto con su hermana Gloria. Tuvo un hijo: Raúl, al que sepultó en su tierra natal.
Nellie Campobello fue precursora del movimiento moderno en la danza mexicana, fue fundadora del Ballet Carrol, del grupo de ballet de la Secretaria de Educación Pública y directora de la Escuela Nacional de Danza (1932-1953). Fue fundadora del Ballet de la Cd. de México en 1942, que competía en el desarrollo de técnicas depuradas- con un estilo mexicano muy propio- en compañías de otros países. Sus escenografías fueron decoradas principalmente por José clemente Orozco, quién ilustró un libro al que la autora guardaba especial afecto: “Las Manos de Mamá”.
Su personalidad era impactante y polémica, de elegante extravagancia en el vestir y de una manera de hablar franca y agresiva. Trascendió porque su actividad artística estaba impregnada de un alto contenido social. Desarrolló obras como “Tierra” y “30-30”, ésta última considerada un espectáculo de masas de gran significado revolucionario no sólo para la danza sino vertiente del cambio social.
Nellie Campobello escribió varios libros, entre ellos: “Yo, Francisca” (1928), “Cartucho”(1931), Ritmos indígenas de México”(1940) y “Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa”(1940). Otro libro suyo poco conocido es “Tres Poemas” (1957).
Su fortuna material fue creciendo al calor de las letras y la danza. Rodeada de lujos, así se hizo poseedora de una cuantiosa fortuna depositada en una caja de seguridad de Banamex, terrenos y propiedades diversas. En su casa se podían encontrar un sin número de obras de arte como escenografías, dibujos y cuadros originales de Orozco, joyas, abrigos de piel, documentos originales de la Revolución Mexicana, cartas de políticos de su época, además de textos inéditos de Francisco Villa, Martín Luis Guzmán y sus propias memorias. Nellie Campobello tenía previsto donar al INBA: 6 telones de Orozco, 3 de Carlos Mérida y uno de Montenegro, según oficio fechado el 22 de marzo de 1983.
Más toda esta fortuna fue el móvil que condujo a la tortura de que fue objeto por la familia Cifuentes-Belmont. Esta familia la tenía subalimentada, alcoholizada, drogada, sometida al ruido ensordecedor de un televisor, además de ser golpeada y arrastrada por el piso, jalándola de los cabellos por el Sr. Niño Cifuentes. Antes de morir, sus días transcurrían en una habitación fría, sin fuerzas para caminar, en una silla de ruedas.
El 24 de junio de 1999 llevaron sus restos a Durango para enterrarla allá. Además de hacerle un homenaje póstumo ese día en el Palacio de Bellas Artes por el Consejo Nacional para la cultura y las Artes.
FRAGMENTO DEL POEMA “ESTADIOS”.
A mi Patria.
Mi danza, erguido en los estadios,
Sigue el ritmo majestuoso de los valses mexicanos.
Antorchas y banderas, arcos del triunfo
Ha llevado mi danza en su ruta y su forma
Por mi alma y en el alma de mi raza.
Mexicana es mi danza, sola es mi danza,
Sola como el viento sobre el mar.
Como arena que gira en el desierto
Es mi danza, desnuda en su altivez.
Y danzando en los estadios de mi patria,
Se engrandecen siete mil metros cuadrados
Bajo mis pies.
Danza en los estadios que nos dio la Revolución,
Desde el surco espiritual
Donde la marcha guerrera nació
En brillante y solemne amanecer
Del veinte de noviembre de Mil Novecientos Diez.
Mi danza indígena,
Sencilla ofrenda de pasos no contados,
Soberbia en su dolor,
Llora a los hombres mexicanos
Muertos de Revolución en Revolución.
(…….)
En Durango la devota, al pie de mi sierra,
Lugar de mi exaltación;
En Guanajuato gentil,
Católica tú, Morelia,
Muy lejos de Villa Ocampo
Y más lejos aún del Real de Guanaceví.
(…..)
Chiapas, carta de cerros enmarañados,
De árboles y peñascos,
En tu cumbre yo dancé
Entre yerbas y guijarros.
La voz del pueblo se oía
En el ritmo de mis pasos.
(……)
¿Por qué hablar de ti con marimbas,
Son sin límite sonoro?
La ondulación de tu ambiente
Es perfil, color exacto,
De una noche en que la Historia
Hizo posible tu canto.
Así ha sido la danza:
Sin límite en su cauce,
Sin época.
Ella se extiende como el viento
Y permanece como el mar.
*Cronista de Tonala, Chiapas.