Su llegada a este mundo se dio cuando el potosino Mariano Arista era presidente de México, en un contexto donde se había perdido más de la mitad del territorio, ante una falta de conciencia nacional, pero que a partir de esos aciagos años, iniciaría a forjarse aunque de manera lenta pero constante. Nació en la ciudad de México, en 1852; dos años antes que Manuel Gutiérrez Nájera; 15 años antes del consagrado poeta nicaragüense Rubén Darío y 18 años antes que el nayarita Amado Nervo.
Al cumplir 17 años de edad, Juan de Dios Peza, se inscribe en la Escuela Nacional Preparatoria, donde, para su fortuna, tiene por maestros a Ignacio Manuel Altamirano así como a Ignacio Ramírez, El Nigromante, este último observando la pasión por las letras en su joven alumno, lo toma bajo su protección, sugiriéndole lecturas que irán formando su espíritu liberal y patriota. Posteriormente ingresa a la Escuela de Medicina, donde se relaciona con Manuel Acuña, 3 años menor que él; ambos se identifican plenamente y entablan una entrañable amistad que habrá de perdurar hasta la muerte de Acuña, en 1873.
Pero Juan de Dios Peza se da cuenta que la medicina no es lo suyo, y descubre que son las letras y el periodismo sus verdaderas pasiones. Es hombre inquieto. A los 26 años (6 años después de la muerte de don Benito Juárez), el gobierno de Porfirio Díaz Mori, lo nombra Secretario de la delegación de México, en España, al lado de Vicente Rivapalacio (1832-96). El joven Peza, no pierde tiempo y aprovecha para dar a conocer a los poetas mexicanos en las revistas La lira Mexicana y Antología. Cumple sus funciones diplomáticas, escribe y lee; en la capital española conquista espacios entre lo más granado del intelecto, alterna con escritores y periodistas consagrados como Ramón de Campoamor y Campoosorio, José Selgas Carrasco, Gaspar Núñez Arce, entre otros. Toda esa experiencia va templando su carácter que lo perfila como periodista de corte liberal. Es hombre informado y está al tanto de lo que acontece en su patria. Se inclina por la política y a su regreso, es electo diputado al Congreso de la Unión. Desempeña también responsabilidades en la administración de don Porfirio Díaz, pero eso no lo aleja de la literatura.
Aunque su padre había sido ministro (de tendencia conservadora), durante el gobierno de intervención, el trabajo periodístico de Juan de Dios Peza tiene una abierta inclinación liberal y de combate, destacando el sentimiento nacionalista.
Sus trabajos van cincelando su alma de poeta; belleza femenina, familia, hijos, naturaleza, pasado prehispánico y su patria, son sus fuentes de inspiración.
Uno de sus poemas El Nido, incluido en el libro de texto de tercer año de primaria, me hizo viajar a mí lejanísima infancia:
Mira ese árbol que a los cielos
sus ramas eleva erguido;
en ellas columpia un nido
en que duermen tres polluelos.
Ese nido es un hogar;
no lo rompas, no lo hieras:
sé bueno y deja a las fieras,
el vil placer de matar.
Obra:
Su obra literaria es basta. Fue traducida al japonés y reeditada en muchos países de habla hispana. Fue tal su popularidad por su prosa ágil y la belleza del lenguaje empleado en su poesía, que la crítica no se hizo esperar; crítica que supo enfrentar con elegancia en sus respuestas, haciendo que más creciera su figura.
Fue fundador de la primera Sociedad de Autores Mexicanos. Destaca entre sus trabajos Hogar y Patria, La Lira de la Patria, El Arpa del Amor, Recuerdos y Esperanzas, Flores del Alma y Vinos Festivos y Recuerdos de España.
El laureado poeta Juan de Dios Peza, murió en 1910, justo cuando en el país están dadas las condiciones que posibilitaron el estallido social que más tarde traerá la renuncia de Porfirio Díaz, quien partió rumbo al exilio, con el dolor de ver a su patria a la que tanto impulsó en su reconstrucción, entrar al torbellino de la revolución.
*La Promesa, Eldorado, Sinaloa, abril del 2013.